Amores perros es una de las películas de culto en Latinoamérica y marcó un antes y un después en la historia del cine mexicano. Un cambio definitivo, también en las vidas de su director Alejandro González Iñárritu (62) y su protagonista Gael García Bernal (46), ambos hoy afianzados en el planeta Hollywood.
Por los 25 años, Amores perros se exhibió en la última edición del Festival de Cannes -como en el 2000 cuando ganó el Gran Premio de la Semana de la Crítica-, tuvo su estreno mundial en versión remasterizada en 4K en cines el 2 de octubre y desde el 24 se verá en la plataforma Mubi.
La restauración supervisada por González Iñárritu y el director de fotografía Rodrigo Prieto es sólo la punta de lanza de un super combo de celebraciones que incluye: “Sueño perro: instalación celuloide” (muestra inmersiva con material inédito del filme, en el Centro Cultural LagoAlgo, Bosque de Chapultepec), el lanzamiento de un vinilo doble con la banda de sonido realizada por el argentino Gustavo Santaolalla (30 canciones, entre ellas Coolo y Stop, muerte de Illya Kuryaki and the Valderramas y Perro amor explota de Bersuit Vergarabat), y un libro de MacBooks.
El despliegue festivo es tal que Alejandro y Gael hablaron desde un hotel de Ciudad de México con Clarín vía zoom. En la previa, conversan animadamente sobre alguien que trabaja en “La Corriente del Golfo” -la casa productora que Gael fundó con su amigo y colega Diego Luna– que despertó el interés de Alejandro y lo impulsa a disparar una frase que rondará toda la charla: “Ya con la edad las cosas se revelan muy fácil”.

-Esto se trata de volver y como dice el tango “20 años no es nada…”. Y parece que 25 tampoco porque ayer al ver nuevamente Amores perros sentí que no ha envejecido ni un poco. ¿Están de acuerdo?
Alejandro: Pues hablando del tango, te respondo con algo de ese tango, que es “las nieves del tiempo” (se ríe mientras se toca el pelo) que aquí andan acumuladas…
Gael: ¡Y acá también!
Alejandro: ¡Ya las empiezo a ver! Esas nieves del tiempo ya pasaron, pero, ¿cuál fue tu impresión más bien al verla 25 años después?
-Que es superactual, tanto como si se hubiera rodado este año.
Alejandro: Pues, qué generosa. Así sentimos Gael y yo cuando la vimos en Cannes este año celebrando el aniversario. Coincidimos, porque creo que somos los dos muy críticos, con lo que dices, que hay un músculo que todavía no ha envejecido.
Hay una cuestión que sí retrata históricamente un momento en una ciudad, el año 2000, un país en trance, pero no solamente tiene algo histórico, también tiene algo atemporal y es porque es una película profundamente humana, con temas que no caducarán jamás. Es un poco de la naturaleza y la herida humana.
Gael: Uf, pienso lo mismo. Y es tan poliédrica la película, tan transversal que pues me podría desvivir comentando y mencionando y contradiciéndome incluso entre tantos pulsos y tantas provocaciones que genera en mí al verla.
Siento que las preguntas abiertas que hace hoy en día me generan una inquietud quizás hasta más potente que antes. Será por la edad, será por la experiencia vivida, pero hay algo que me genera como una sensación de …seguimos en la pregunta de qué sigue para la humanidad. Es una película que llega hasta ese nivel de comunicación y de sentimiento profundo, muy profundo.

Alejandro: Es una película muy ambiciosa, porque era un guion de 170 páginas retratando tres diferentes capas sociales, la disparidad, la falta del padre, la traición, el amor, la ternura, las peleas de perros, el accidente, las persecuciones, todo era un reto cinematográfico que logramos vencer.
La película que ahora cumple un cuarto de siglo es una herida abierta que retrata con verdad y crudeza el caos urbano, la violencia estructural, la marginalidad y las tensiones sociales a través de tres historias inquietantes que se cruzan a partir de un choque fatal tras una endemoniada persecución automovilística.
“Octavio y Susana”, “Daniel y Valeria” y “El Chivo y Maru” -los tres episodios del filme- tienen al amor, la desolación, las traiciones, el dolor, la vulnerabilidad y la esperanza como denominador común. Pero hay tantos personajes en cada historia como si toda una sociedad tuviera cabida en sus dos horas y 34 minutos.
Los perros marcan el pulso narrativo, testigos y víctimas de las miserias humanas. El “Cofi” -cuyo dueño, Octavio, por azar y buscando la “plata dulce” lo termina llevando a las peleas ilegales, hasta que desahuciado es rescatado por “El Chivo”-, más un pelotón de canes de todo tipo y color, y en el otro extremo, “Richie” -el mimado de Valeria- desnudan que también en el reino animal existen las clases sociales.
Con guion de Guillermo Arriaga, ganó el premio de la crítica en el Festival de Cannes, el británico BAFTA por Mejor película en lengua no inglesa, 11 Ariel de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, entre ellos Mejor película, director (Iñárritu) y actor (Bernal). Además, estuvo nominada al Globo de Oro y al Oscar.

-Gael, durante el rodaje contaste que tuviste miedo de los perros con quienes tuviste que interactuar porque son también los protagonistas. ¿El temor surgió por su pasado en peleas clandestinas o es algo más personal?
-Para que quede por escrito: ¡No le tengo miedo a los perros! Sólo a los políticos (risas). No le tengo miedo a los perros, pero muchos de estos perros eran rescatados de peleas, y pobrecitos ya era imposible acercarte a ellos y el entrenamiento que hicimos era pues cómo enfrentarnos a algo muy vital.
Entre tantas cosas que aprendimos de la película y entre tantas cosas que nos dio, está este regalo de poder agarrar un perro desde los cachetes, sin correa, sin protección, sin nada, agarrarlo completamente y controlarlo desde un lugar no del ser humano controlando a la bestia, no desde este lugar común, sino más bien del instinto al instinto. Del instinto animal al instinto animal y eso me ayudó muchísimo también para preparar el personaje. Yo estaba en la escuela de teatro y, en ese momento, justo estábamos trabajando con los animales y demás en ejercicios de actuaciones y aquí había una trampa facilísima que era ser el “Cofi”, ser el perro.
Había tres perros que eran el “Cofi”, uno muy bueno, uno medianón y un perro policía que desgraciadamente pues era imposible acercarse y a esos le tienes un miedo tremendo. Y sí, me asustaba muchísimo, pero lo vencíamos también, eso estuvo buenísimo y lo vi ahora en la exposición en la toma cuando Gustavo (Sánchez Parra, el actor que hace del Jarocho) le echó el perro.
Alejandro: Él sí tenía una fobia contra los perros, una fobia profunda que tuvo que afrontar. Larry Casanova era el animalero que los entrenó y respeto mucho lo que hicieron porque era bastante peligroso, eran perros muy bravos.
-En algún momento confesaste que “Amores perros” era el gran amor en tu carrera. ¿Cómo ha evolucionado ese amor hacia tu ópera prima a lo largo de estos 25 años?
-No evoluciona, más bien se hace más profundo. El primer amor no cambia, siempre lo vas a recordar con esa inocencia, esa pureza, y por eso es tan potente. Amores perros para mí y para todos fue una experiencia increíble que nos transformó la vida.
Fue una experiencia con mucho dolor, con muchos retos, pero llena de placer, de privilegios, de obstáculos y de cosas preciosas. También se ha profundizado el agradecimiento al equipo, actores y actrices, con quienes tuve la oportunidad de haber perdido mi “virginidad” en mi primera experiencia cinematográfica.
A 25 años, digo, qué bonito y hermoso y casi irrepetible. O sea, no hay otro más que el primer amor, no se puede repetir. Entonces, le tengo el mismo o más cariño que antes.
Video
Tráiler de «Amores perros»
Hollywood, desde la mirada latina
-Hiciste muchas películas en Hollywood, ¿cómo analizás este momento para producir en los Estados Unidos?
-No creo que sea el mejor momento, desafortunadamente. Las cosas están cambiando hacia un control del lenguaje, a un control de la exposición, de la historia, del arte… Es un inicio aterrador y todos los artistas e instituciones estamos alertas.
Es un momento de transición importante, debemos ser conscientes y seguir manteniendo con firmeza la libertad de expresión, el derecho a expresarse.
Es un momento delicado para el cine, la televisión, la expresión, pero no solamente en los Estados Unidos, sino en muchos otros países… Hay una sombra que está creciendo de ese control del lenguaje, que es una primera herramienta para empezar a transformar una realidad de una forma brutal.
-Después de “Amores perros”, filmaron “Babel” y el spot “Escribe el futuro”, luego cada uno siguió su camino. Los dos están con muchos proyectos, en tu caso Alejandro con “Judy”, una comedia con Tom Cruise. No sé si tenés a Gael en el radar para volver a convocarlo, si son amigos y si tienen ganas de hacer algo juntos.
Alejandro: Gael no está en la película que hice con Tom, ya la terminé y la estoy editando…
Gael: ¡¿Que no soy tu amigo?! O amigo a veces… (risas)

Alejandro: Los domingos es buen amigo, cuando está crudo y se arrepiente, el sábado a la noche es un poco pesado (se divierten). Ha sido para mí un regalo conocer a Gael desde antes de Amores perros, cuando tuve la fortuna de filmar un pequeño comercial con él, así es que lo conozco hace ya prácticamente 30 años.
Y ha sido pues una amistad y una colaboración y un mutuo compartir este oficio que hacemos, y junto con Alfonso (Cuarón) y Guillermo (Arriaga) y tantos otros. Ha sido muy bonito recorrer lo que hacemos y poder compartir nuestras experiencias porque a veces, aunque parezca mentira, es un oficio que demanda demasiado geográficamente, es muy poca gente la que también hace lo que hacemos y compartir a veces las experiencias es difícil, encontrar gente que entiende qué es lo que haces y lo que sientes.
En Gael encuentro a ese amigo, a ese compañero, a ese hermano que compartimos tantas cosas y con ganas siempre de trabajar juntos. Ojalá que hagamos otro proyecto juntos, no hay nada que más me gustaría cuando se dé la oportunidad.
Gael: ¡Siii! Y si no es de la parte formal de chambear (trabajar) juntos, sí hay una cosa constante de una apelación a la experiencia que fue trabajar con Alejandro, con Alfonso; ahora que he estado dirigiendo, por ejemplo, me pregunto en muchas ocasiones, ¿qué haría Alejandro?
Alejandro: ¡Para no hacerlo! O hacer todo lo contrario (más risas)
Gael: Me pregunto cómo, qué, por dónde, qué podría hacer, cómo responder si algo así “a bote pronto” (improvisar sobre la marcha). Cuando me toca dirigir, podría decir que aprendí de Alejandro el rigor, la pasión y la completa concentración en torno a las películas, como que trato de irme a ese lado también y de mejorarlo… Y de ganarle (guiña un ojo, cómplice)
Alejandro: Amores perros ya forma parte de un archivo de la memoria cinematográfica de este país. Y fue bonito hacer el proceso de restauración y todo lo demás al mismo tiempo que estoy editando una película tan diferente; de hecho, me causaba mucho placer estar en el cuarto de edición en Londres y cuando ya me cansaba de Tom Cruise decía, “Quiero ver a Gael García”. (risas) Y me iba entonces al cuarto y veía los perros y a Gael.
Gael: ¡Qué placer! (acota divertido)
Alejandro: Entonces estaba yo entre dos guapos hombres (carcajadas) Fue muy placentero, un proceso que me ayudaba a limpiarme la cabeza del otro, ha sido difícil, pero muy rico.