
El panorama global de las telecomunicaciones dio un giro inesperado tras la ruptura entre Carlos Slim y Elon Musk, una decisión que no solo implica el fin de una alianza empresarial, sino también el reacomodo de fuerzas económicas y geopolíticas en América Latina.
De acuerdo con reportes, Slim, presidente de América Móvil, decidió cortar vínculos con Starlink, la compañía satelital de Musk, después de semanas de tensiones y declaraciones públicas. El punto de quiebre fue un polémico mensaje publicado en redes sociales por el magnate sudafricano hace unos meses, en el que insinuaba supuestos vínculos de Slim con el crimen organizado, acusación que no presentó pruebas pero que escaló rápidamente.
La respuesta de Slim fue inmediata: canceló toda colaboración con Starlink y redirigió una inversión de USD 22 mil millones hacia AST SpaceMobile y diversas compañías de China y Europa. Con este movimiento, Musk pierde un socio clave en al menos 25 países, lo que debilita sus planes de expansión en América Latina.
El rompimiento abre una ventana de oportunidad para las empresas chinas de telecomunicaciones, cuya presencia en la región ha crecido en los últimos años. Con el respaldo de América Móvil, podrían consolidar su dominio en mercados estratégicos.
Al mismo tiempo, AST SpaceMobile, con sede en Estados Unidos, se posiciona como un socio estratégico para Slim, ofreciendo alternativas tecnológicas que diversifican sus operaciones sin depender de Musk.
La pérdida de América Móvil es un golpe que trasciende lo económico. Musk, además de liderar Tesla y SpaceX, fue consejero en el gabinete del expresidente Donald Trump, y contaba con México como pieza fundamental en el crecimiento de Starlink en Latinoamérica.
Ahora, el empresario sudafricano deberá enfrentar la competencia no solo de Slim, sino también de gigantes asiáticos y europeos que entran con fuerza en un mercado que había proyectado dominar.
El choque entre Slim y Musk refleja tensiones más amplias que lo empresarial. La decisión del mexicano fortalece sus vínculos con China y Europa, al mismo tiempo que envía un mensaje político en un contexto de rivalidad tecnológica global entre Estados Unidos y Asia.
Con este movimiento, Slim se consolida como un actor clave en la transformación digital de América Latina, mientras Musk enfrenta un retroceso que podría redefinir el futuro de Starlink en la región.