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lunes, septiembre 22, 2025

Modelos de inserción internacional y autonomía para América Latina: estudio de la situación conflictiva entre Estados Unidos y Venezuela

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El siguiente texto aborda el desafío central que enfrentan los países latinoamericanos en un sistema internacional en constante cambio, centrándose en la relación asimétrica con Estados Unidos y la nueva dinámica de la competencia sino-estadounidense.

Desde el fin de la Guerra Fría, los países de América Latina han enfrentado un desafío recurrente en su política exterior: cómo gestionar su posición de dependencia asimétrica con Estados Unidos mientras buscan avanzar en sus propios intereses. A lo largo de las últimas décadas, esta región, a menudo considerada el «patio trasero» de Washington, ha oscilado entre la aquiescencia, la equidistancia y, en menor medida, la resistencia.

Sin embargo, este escenario se ha vuelto aún más complejo con la transición de un sistema unipolar (liderado por Estados Unidos) a una nueva bipolaridad sino-norteamericana. Esta bipolaridad es clasificada por Battalame (2022:36) como atenuada por una combinación de grandes poderes y poderes regionales con armas nucleares y suficiente peso económico para incidir tanto a nivel del sistema como en los regionales.

Estos actores tienen un peso puntual en determinadas agendas, forman parte del entramado de conexiones occidentales en las que prima la interdependencia y articulan posiciones en temas de interés común. Japón, Canadá, Australia, India, Francia, Inglaterra, Alemania, Israel y Corea del Sur, consideradas democracias liberales enmarcadas en un sistema de mercado transnacional, son parte de esa red de seguridad común interconectada y de interdependencia que muestra su peso regional y global. (Battalame, 2022:36).

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La competencia entre Estados Unidos y China no es solo económica, sino también tecnológica, política y militar. Para América Latina en general, esta rivalidad plantea un dilema fundamental:

  1. Reducir la dependencia de Estados Unidos: La región ha buscado históricamente diversificar sus relaciones comerciales y políticas para no quedar a merced de una sola potencia. La presencia de China como un importante socio comercial y una fuente de inversión en infraestructura ha ofrecido una alternativa atractiva y ha empoderado a varios países para negociar con mayor autonomía.
  2. Evitar el «juego de suma cero»: La creciente rivalidad fuerza a los países a tomar partido. Si bien la competencia puede generar oportunidades, también puede llevar a presiones y represalias, como se ha visto en las guerras comerciales y las tensiones diplomáticas.

En este contexto, la política exterior ya no es una simple elección entre cooperación y conflicto, sino una compleja ecuación de gestión estratégica. Los países latinoamericanos deben decidir si optan por un alineamiento (con Washington o con Beijing), una equidistancia estricta que los podría aislar, o una nueva estrategia que les permita ser proactivos. Este nuevo entorno exige una definición clara de los intereses nacionales para evitar ser simplemente peones en el tablero de las grandes potencias, y en su lugar, buscar un compromiso selectivo que les permita aprovechar las oportunidades sin comprometer su soberanía o su bienestar a largo plazo.

Ellos nos conducen a preguntarnos: ¿Cuáles son los principales modelos de política exterior que han adoptado los países de América Latina? y ¿qué alternativas estratégicas, como el «Compromiso Selectivo”, ¿poseen para maximizar su autonomía frente a las potencias hegemónicas en un orden global en transición?

El objetivo del artículo es analizar y comparar críticamente los modelos de política exterior identificados por Russell y Tokatlian (2009) con la propuesta del Compromiso Selectivo de Battalame (2022), aplicándolos a casos de estudio para entender las dinámicas y limitaciones de la acción externa de la región, atravesada por distintos problemas que van desde el narcotráfico, las organizaciones terroristas, los aranceles, los BRICS, la cocaína y el fentanilo causando todos estos factores, importantes incidencias en la región que se volverá más frágil a medida que se multipliquen las tensiones sobre la soberanía.

La relevancia del tema radica en la «trampa de la elección» que enfrentan los países periféricos, obligados a posicionarse en la competencia entre grandes potencias. Analizar estas estrategias es crucial para entender las posibilidades de desarrollo y autonomía de la región. La secuencia estructural de “doble periferia”, como es la que enfrenta en la actualidad, situación que podría definirse como el problema que afrontan los países periféricos cuando encuentran una situación geográfica en la que el ascenso de una potencia se cruza con la declinación de otra (Battaleme, 2016).

  1. Marco Teórico

América Latina en general desde la década de 60 y 70 siempre ha tenido una percepción de pertenecer a la periferia. Carlos Escudé (2012) es quien mejor define la condición periférica de determinados países. Ser periférico implica:

a) No ser miembro del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas;

b) No ser superpotencia económica como Japón o Alemania;

c) Ser países desarrollados o subdesarrollados. Conociendo las ambigüedades que su definición presenta, Escudé (2012: 15) decide, por contraposición, definir a aquellos países que podríamos considerar “centro” a partir de las siguientes características: a) miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas; b) superpotencias económicas; y

d) Aquellos que poseen armas nucleares de manera legal mediante el Tratado de No Proliferación.

Desde este punto de inicio los textos seleccionados para este marco teórico establecen sus distintas opciones.

2.1. Visión de Russell y Tokatlian

Para Russell y Tokatlian abordan su texto desde una posición más explicativa, empezando por describir la situación relativa de América Latina y expresan la baja relevancia estratégica de esta región para el mundo, la disminución de su participación relativa en la economía mundial, su creciente fragmentación y su condición de periferia problemática llevan a la conclusión de que la región es más una geografía que una idea capaz de sustentar un proyecto político colectivo on alguna posibilidad de realización. (Russell y Tokatlian, 2009:220).

Apertura de la cumbre de los BRICS 2025 en Río de Janeiro (Brasil). EFE/Andre Coelho

En base a esta descripción los países de América Latina han adoptado distintas formas de relacionarse con Estados Unidos por ser la potencia preponderante en esta zona de influencia y proponen cinco modelos a saber: 

  • Acoplamiento: Plegamiento a los intereses de EE. UU. (Ej: Argentina).
  • Acomodamiento: Acompañamiento selectivo y pragmático (Ej: Chile).
  • Oposición Limitada: Combinación de desacuerdo y colaboración (Ej: Brasil).
  • Desafío: Contrabalancear el poder de EE. UU. (Ej: Venezuela).
  • Aislamiento: Secundar a EE. UU. con bajo perfil (Ej: Paraguay).

Podemos observar la disparidad de relacionamiento de los distintos países con respecto a Estados Unidos, por cierto, de carácter asimétrico, que ha dado lugar a cuatro objetivos permanentes de política exterior en nuestros países: la búsqueda de autonomía, la superación del subdesarrollo, la diversificación de las relaciones exteriores y la restricción del poder estadounidense. (Russell y Tokatlian, 2009:213).

Según estos autores los países latinoamericanos tienen tres opciones estratégicas:

  • Multilateralismo Vinculante: Usar instituciones globales para restringir el poder de EE. UU.
  • Contención Acotada: Crear espacios regionales propios para reducir la injerencia externa (Ej: esa fue la intención de la disuelta UNASUR).
  • Colaboración Selectiva: Cooperar con EE. UU. en problemas comunes (narcotráfico, terrorismo).
  1. La Propuesta de Battalame

Se define el interés nacional en términos de poder. Por lo tanto, la política exterior tiene como función primaria contribuir a la conservación del poder y, eventualmente, aprovechar las circunstancias para expandirlo. Cuán amplios o limitados sean los objetivos trazados en la política exterior dependerá de dos factores: primero, de los recursos materiales e intangibles disponibles con los que cuenta un país; segundo, del tipo de régimen que estructura su vida política como nación (Battalame, 2022:35).

La política exterior debe entenderse entonces como el proceso de interacción entre las condiciones estructurales, la coyuntura y las necesidades domésticas, siguiendo un formato de referencia común a todas las naciones: los intereses vitales y los deseables, los cuales —en tanto objetivo de consecución— son sus indicadores de éxito o fracaso en el plano internacional. (Battalame, 2022:37).

En su artículo presenta y describe tres opciones de política exterior para países periféricos, ellas son la aquiescencia, la equidistancia y finalmente la resistencia/oposición.

Como contrapartida a las opciones presentadas, el compromiso selectivo propone una política activa y reactiva cuando sea necesario. Busca oportunidades incluso en una coyuntura adversa, apoyándose en las capacidades existentes en el campo económico propio y siendo conservadores en el de la seguridad internacional, en especial con el entrecruzamiento de intereses de los grandes poderes en la región de pertenencia. (Battalame, 2022:44).

El compromiso selectivo fue concebido originalmente como una estrategia para Estados Unidos, una potencia hegemónica, y no para un país periférico como Argentina y fue presentado como una forma para que Estados Unidos pudiera administrar el sistema internacional de manera más precisa y eficiente. Esta estrategia le permitía evitar:

  • El consumo excesivo de recursos: El compromiso selectivo ayudaba a no gastar demasiados recursos en objetivos poco claros o no esenciales.
  • Intereses nacionales «laxos»: obligaba a tener una definición más estricta y enfocada de sus objetivos.
  • Abandonar compromisos previos: permitía mantener sus promesas sin necesidad de involucrarse en todas las situaciones globales.

La política exterior de Estados Unidos en la región: un reflejo de la nueva bipolaridad 

El desafío de la política exterior latinoamericana se materializa en los recientes movimientos de figuras clave de Estados Unidos, que subrayan cómo Washington busca mantener su influencia en su «vecindario» frente al avance de China. Las visitas bilaterales del senador Marco Rubio, quien a menudo actúa como emisario de alto nivel en la región, y las actividades del Comando Sur (SOUTHCOM), incluyendo su brazo marítimo, la Cuarta Flota, ilustran un renovado enfoque en la seguridad y la cooperación.

En el último mes, Marco Rubio realizó una gira por México y Ecuador para abordar temas de seguridad, migración irregular y la lucha contra el narcotráfico. En México, se buscó un nuevo pacto de seguridad bilateral para mitigar el flujo de narcóticos y armas, mientras que en Ecuador se reunió con el presidente Daniel Novoa para coordinar esfuerzos contra el crimen organizado. Estas acciones demuestran un enfoque en la cooperación selectiva en áreas de interés mutuo, sin descuidar el objetivo de contener la influencia de actores no tradicionales.

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El presidente de Ecuador, Daniel Noboa, recibiendo a Rubio en Quito.

Paralelamente, el Almirante de la Cuarta Flota del Comando Sur, Alvin Holsey, volvió a visitar Argentina para participar en una conferencia de seguridad regional. Su agenda incluyó reuniones bilaterales con el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Argentina y la co-organización de la Conferencia Sudamericana de Defensa (SOUTHDEC). El enfoque en la vigilancia del dominio marítimo y el apoyo de las fuerzas armadas a la seguridad interna son puntos clave de su visita, reflejando la preocupación de Washington por la influencia de China en la región, especialmente en temas sensibles como la explotación de recursos en el Atlántico Sur y el espacio exterior.

Brasil y Colombia: Las relaciones se han tensado. Marco Rubio criticó públicamente la condena del expresidente Jair Bolsonaro en Brasil, calificándola de «caza de brujas» y amenazando con sanciones, a lo que la cancillería brasileña respondió defendiendo la soberanía de su sistema judicial. En Colombia, Rubio ha acusado al presidente Gustavo Petro de ser responsable de la descertificación del país en la lucha contra las drogas, calificándolo de «líder deficiente» y «no un buen aliado».

Venezuela: La retórica estadounidense, encabezada por Rubio, continúa siendo de confrontación, describiendo al gobierno de Nicolás Maduro como una «organización criminal» y un «fugitivo de la justicia», y advirtiendo sobre las consecuencias de cualquier acción contra Guyana.

Paraguay y Chile: Por el contrario, se han fortalecido lazos. El Comandante del SOUTHCOM visitó Paraguay para afianzar la alianza estratégica y la cooperación en materia de seguridad, destacando un compromiso compartido con la defensa de la democracia. En el caso de Chile, la relación es más diplomática; Rubio envió un mensaje de saludo por las Fiestas Patrias, destacando la colaboración bilateral en temas migratorios y económicos.

Uruguay y Perú: La relación es de cooperación y afianzamiento. El Comandante del SOUTHCOM visitó Uruguay para dialogar sobre cooperación en defensa, mientras que Marco Rubio ha enviado mensajes de felicitación por el Día de la Independencia, destacando la colaboración en temas económicos. En Perú, Rubio ha reconocido la cooperación bilateral y ha reafirmado el compromiso de fortalecer la relación, una postura que también se refleja en la visita del Comandante de la Flota del Pacífico para reforzar lazos navales.

Bolivia: La relación con Bolivia es más compleja y se ha caracterizado por un enfoque de presión. La política exterior de Estados Unidos hacia este país se ha centrado en temas de narcotráfico y migración. Si bien hubo un período de mayor cooperación en los temas migratorios, la postura de Marco Rubio ha sido crítica, especialmente hacia el gobierno de Evo Morales, promoviendo políticas de «mano dura» que buscan una mayor alineación de Bolivia con los intereses estadounidenses.

Estos eventos no son aislados; son un claro indicio de la renovada atención de Estados Unidos a América Latina. Para los países de la región, esto subraya la necesidad de una política exterior sofisticada y del «compromiso selectivo» que les permita gestionar la asimetría de la relación con Washington, mientras que al mismo tiempo aprovechan las oportunidades que ofrece la competencia entre potencias, sin convertirse en peones en un juego ajeno.

  • Caso Venezuela

Basado en los modelos de política exterior descritos, los países latinoamericanos podrían reaccionar de diversas maneras ante la acción de Estados Unidos en Venezuela. La respuesta de cada nación dependería de la estrategia que adopte, oscilando entre el alineamiento, la equidistancia y la oposición.

  • Acoplamiento (Plegamiento a los intereses de EE. UU.)

Países que aplican este modelo, como la Argentina, actuarían de manera alineada con Washington. En un escenario de acción estadounidense, estos gobiernos:

  • Apoyarían la retórica de Estados Unidos, calificando al gobierno de Maduro como una «organización criminal».
  • Respaldarían las sanciones económicas y las medidas diplomáticas.
  • Podrían ofrecer cooperación en temas de seguridad o inteligencia.
  • Justificarían su postura con base en la defensa de la democracia y los derechos humanos, coincidiendo con la narrativa de Washington.
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El presidente chino, Xi Jinping, se reúne con el presidente venezolano, Nicolás Maduro, al margen de las celebraciones del 80° aniversario de la victoria en la Gran Guerra Patriótica de la Unión Soviética, en Moscú, Rusia, el 9 de mayo de 2025. (Xinhua/Zhang Ling).
  • Acomodamiento (Acompañamiento selectivo y pragmático)

Naciones como el Chile mantendrían una postura más cautelosa. Su acción se definiría por el pragmatismo, evitando un conflicto directo, pero sin un apoyo incondicional:

  • No se opondrían abiertamente a las acciones de Estados Unidos, pero tampoco ofrecerían un respaldo total.
  • Podrían unirse a declaraciones diplomáticas conjuntas con otros países, pero se abstendrían de participar en medidas más agresivas.
  • Priorizarían sus propios intereses comerciales, intentando mantener relaciones funcionales tanto con Estados Unidos como, en menor medida, con Venezuela.
  • Mantendrían un bajo perfil, buscando una solución negociada o multilateral en la región.
  • Oposición Limitada (Combinación de desacuerdo y colaboración)

Países como el Brasil, con una visión de liderazgo regional, buscarían equilibrar su posición:

  • Criticarían la injerencia unilateral de Estados Unidos en los asuntos internos de la región.
  • Apoyarían la diplomacia regional y las soluciones de organismos como el Mercosur (aunque debilitado, aún simbolizan un camino regional).
  • Mantendrían una relación económica y comercial con Venezuela, sin plegarse a las presiones de Washington.
  • No obstante, cooperarían en temas de interés común con Estados Unidos, como la lucha contra el narcotráfico, para no romper totalmente los lazos.
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«La retórica estadounidense, encabezada por Rubio, continúa siendo de confrontación, describiendo al gobierno de Nicolás Maduro como una «organización criminal».
  • Desafío (Contrabalancear el poder de EE. UU.)

Un país en esta categoría, como Venezuela, desafiaría frontalmente a Estados Unidos:

  • Reaccionaría con una retórica de confrontación, denunciando el «imperialismo» estadounidense.
  • Buscaría alianzas con otras potencias, como China y Rusia, para obtener apoyo político, económico y militar que contrabalancee la presión de Washington.
  • Intensificaría la cooperación con los países «afines» de la región, como los miembros del ALBA.
  • La acción de Estados Unidos fortalecería la narrativa interna del gobierno venezolano, legitimando la resistencia.
  • Aislamiento (Secundar a EE. UU. con bajo perfil)

Una nación que adopte este modelo, como Paraguay, mantendría una posición pasiva:

  • No tomaría un rol activo en la discusión pública, ni a favor ni en contra de Estados Unidos.
  • En foros multilaterales, su voto se alinearía discretamente con la posición de Washington.
  • Evitaría convertirse en un factor de tensión, limitando su participación a la mínima expresión.
  • Su principal objetivo sería evitar que el conflicto regional afecte sus propios asuntos internos o bilaterales con Estados Unidos.
  •  Compromiso Selectivo (Una alternativa estratégica)

Esta nueva propuesta de política exterior, la más sofisticada, sugiere que los países latinoamericanos no deberían simplemente reaccionar, sino ser proactivos. En este escenario, una nación:

  • Evitaría tomar partido en el «juego de suma cero» entre las grandes potencias.
  • Utilizaría su relación con China como una herramienta de negociación para obtener mejores condiciones de Estados Unidos.
  • Cooperaría en temas específicos que beneficien sus propios intereses nacionales (por ejemplo, en la lucha contra el narcotráfico o el crimen organizado), pero se negaría a involucrarse en acciones militares o políticas que no le brinden un beneficio directo.
  • La acción de Estados Unidos en Venezuela no sería vista como un dilema de «elección de bando», sino como una oportunidad para demostrar autonomía y capacidad de gestión estratégica, aprovechando la coyuntura para negociar una posición más ventajosa en el sistema internacional.
  1. Reflexiones

El análisis de los distintos modelos de política exterior y su aplicación práctica a la dinámica actual de la región demuestra que América Latina se encuentra en una encrucijada estratégica. La era de un sistema unipolar bajo el dominio indiscutido de Estados Unidos ha quedado atrás, dando paso a una nueva bipolaridad atenuada donde la competencia sino-estadounidense redefine las reglas del juego. En este contexto, la región enfrenta desafíos persistentes que requieren un replanteamiento de sus opciones.

  • La fragmentación de América Latina

El principal hallazgo es la fragmentación de la región para enfrentar problemas comunes. Lejos de actuar como un bloque cohesionado, cada país opta por una estrategia diferente, ya sea por tradición histórica, afinidad ideológica o necesidad pragmática. Esta disparidad se manifiesta en la variedad de respuestas a las acciones de Washington: mientras algunos gobiernos se acoplan a la agenda de Estados Unidos, otros buscan una vía de acomodamiento pragmático, algunos ensayan una oposición limitada y unos pocos optan por el desafío frontal.

Esta falta de un proyecto político colectivo convierte a América Latina no en un actor estratégico, sino en un tablero donde las potencias pueden mover sus piezas. La falta de coordinación y la debilidad de las instituciones regionales impiden que los países negocien colectivamente y se fortalezcan frente a las presiones externas, lo que perpetúa su condición de periferia.

  • La trampa de la elección y la influencia de las grandes potencias

La rivalidad entre Estados Unidos y China obliga a los países latinoamericanos a lidiar con la «trampa de la elección». Las recientes acciones de figuras como Marco Rubio y el Comando Sur, al presionar a países como Brasil y Colombia y, al mismo tiempo, reforzar lazos con otros como Paraguay y Perú, confirman el uso del poder blando y la coerción para garantizar la primacía estadounidense. Por su parte, la creciente presencia comercial y de inversión de China en la región ofrece una alternativa atractiva, pero también expone a los países a una dependencia dual.

En este escenario, los intereses nacionales de los países latinoamericanos corren el riesgo de ser subsumidos por las agendas de las grandes potencias, que ven a la región como un área de influencia geopolítica y no como un socio con sus propios intereses de desarrollo y seguridad.

  • El Compromiso Selectivo como la mejor opción estratégica

Frente a la vulnerabilidad que genera la fragmentación y la «trampa de la elección», el Compromiso Selectivo emerge como la estrategia más prometedora para los países periféricos. A diferencia de la aquiescencia, que sacrifica la soberanía, o la oposición, que aísla y desgasta, esta opción propone un camino más inteligente y proactivo.

El Compromiso Selectivo le permite a un país:

  • Maximizar la autonomía: Al diversificar sus relaciones y no depender de un solo poder, el país puede negociar con mayor libertad.
  • Aprovechar las oportunidades: La competencia entre Estados Unidos y China no es solo un riesgo, sino una oportunidad para obtener mejores términos en inversiones, comercio y tecnología.
  • Proteger sus intereses vitales: Al ser conservador en el ámbito de la seguridad y priorizar sus propios objetivos, el país evita ser arrastrado a conflictos ajenos.

En un mundo cada vez más complejo, el Compromiso Selectivo no es una receta para el éxito garantizado, sino una brújula para que los países latinoamericanos puedan navegar un sistema en transición. Les exige una definición clara de sus intereses nacionales, una diplomacia sofisticada y la voluntad de ser actores, en lugar de ser peones en el tablero de las grandes potencias. La pregunta que nos hacemos es si en forma conjunta o individualmente, ¿cómo obtendremos mejores resultados?

Bibliografía 

Battaleme, J. (2016). Realismo periférico y doble periferias: la política de seguridad de Chile y Argentina frente al ascenso de Brasil y la preponderancia norteamericana. Postdata, 21(1), 11-42.

Battaleme, J. (2022). ¿Atrapados sin salida? El compromiso selectivo como alternativa de política exterior para un país periférico. Revista Política Austral, 1(1), 33-52.

Escudé, C. (2012). Principios del Realismo Periférico: una teoría argentina frente al ascenso de China. Editorial Lumiere. Buenos Aires.

Russell, R. y Tokatlian, J. G. (2009). Modelos de política exterior y opciones estratégicas. El caso de América Latina frente a Estados Unidos. Revista CIDOB d’Afers Internacionals, (85-86), 211-249.

Oscar Armanelli

Doctor en Defensa Nacional por UNDEF. Doctor en Ciencia Política de la Universidad de Belgrano. Mg. en Ciencias militares “Estrategia”; Mg. en Ciencias Militares “Operaciones de Paz” por la Academia de Guerra del Ejército de Chile.

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Redacción

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