El jueves 18 de septiembre, en el Centro Cultural Holver Martínez Borelli, se lanzó el Observatorio Popular Feminista Ñawi (Ojo, en quechua). La iniciativa se propone relevar, sistematizar y visibilizar los femicidios y lesbo-trans-travesticidios en la provincia de Salta, con una diferencia fundamental respecto de los registros oficiales: mantener una mirada feminista, popular e intercultural.
Carmen Chuchuy Juárez, presidenta de la Fundación Gema Género y Masculinidades e impulsora del Observatorio, celebró el lanzamiento y sostuvo que se trata de un «acto de resistencia frente a todo lo que está pasando con el desguace de las políticas de género», además de ser «un signo de memoria para hacer justicia». Contó que a la iniciativa se sumaron organizaciones, instituciones y militantes para visibilizar los femicidios con perspectiva de género e interculturalidad.
Ñawi pretende construir datos desde la vida cotidiana, la resistencia y la organización comunitaria. Según explican en su web, “los observatorios estatales miran desde arriba» por lo que «el Ñawi Feminista mira desde abajo, desde los ojos de las mujeres, travestis, trans, lesbianas, originarias, campesinas y populares”.
El nombre también tiene una carga simbólica, pues representa la cosmovisión andina, el ñawi no es solo un órgano físico, sino un símbolo de percepción, sabiduría y conexión entre lo visible y lo espiritual.
Actualmente, el registro del observatorio da cuenta de: 8 muertes dudosas o en investigación (enero-agosto 2025), 7 femicidios de niñas y adolescentes indígenas (2019-2025), 4 femicidios (enero-agosto 2025) y 2 femicidios (septiembre 2025).
“Hay una diferencia importante respecto de otros registros porque nosotros empezamos a categorizar muchos femicidios con un lenguaje feminista que no figura en el Código Penal, como los suicidios femicidas o los narcofemicidios«, afirmó Chuchuy. Principalmente, porque «muchos casos quedan en el olvido y deberían tener una investigación profunda». También dijo que incluyeron a las mujeres desaparecidas: «entre comillas, las desaparecen, y queremos visibilizarlo”, explicó.
Femicidio, una categoría política
Para Tania Kiriaco, asesora legal y cofundadora de Gema, el aporte del Ñawi también está en recuperar el poder simbólico y político de la categoría “femicidio”. En su presentación sostuvo que el término fue acuñado por el feminismo porque visibiliza la máxima violencia hacia las mujeres ejecutada por varones, mostrando su raíz estructural. «Aunque el Estado tiene la obligación de llevar registros oficiales, son las organizaciones las que asumimos el compromiso de elaborar nuestros propios registros, como herramientas de denuncia, visibilización y resistencia”, afirmó.
Kiriaco recordó que si bien el Código Penal incorporó el femicidio como agravante del homicidio en 2012 y existe un marco legal con la Ley 26.485 y tratados internacionales como la Convención de Belém do Pará, “todavía es necesario avanzar en políticas públicas integrales y programas efectivos para prevenir y erradicar la violencia de género». En ese sentido, dijo que se debe mantener una mirada transversal e intercultural para construir «datos alternativos que fortalezcan la memoria colectiva y exijan al Estado respuestas concretas”.
La presentación estuvo acompañada por referentes de diversos espacios: María Pía Ceballos, de Mujeres Trans Argentina; Sofía Fernández, de La Fuerza de las Mujeres; Irene Cari, del Foro de Mujeres por la Igualdad de Oportunidades; e Inu Yaku, de Lxs Fierxs de Abya Yala Lesbianas Antirracistas de Salta.
Una herramienta intercultural
Uno de los ejes centrales del Ñawi es su perspectiva intercultural. Los datos de la propia organización y de relevamientos como los de Mumalá muestran la particular vulnerabilidad de las mujeres y niñas indígenas en la provincia. Entre 2015 y 2022, el 35% de los femicidios de mujeres originarias del país se concentraron en Salta, con un promedio de edad de 21 años, muy por debajo del general.
Los registros también dan cuenta de métodos de asesinato especialmente violentos -en un 41%, a golpes-, la presencia de violencia sexual y de desapariciones, sumadas a los obstáculos de acceso a la justicia y el encubrimiento institucional. A ello se añade la persistencia del “chineo”, práctica racista y misógina que naturaliza la violencia sexual hacia mujeres y niñas indígenas.
Durante la presentación se insistió en que el lanzamiento del Observatorio se da un contexto de recorte sistemático de políticas de género por parte del Gobierno nacional. Por eso Ñawi busca erigirse como memoria activa y como denuncia. «Queremos registrar muchas categorías y rangos, porque hay información que nos llega de los territorios, de las organizaciones hermanas y de instituciones. Todo lo que no aparece en las estadísticas oficiales, queremos mostrarlo y exigir justicia”, señaló Chuchuy.
El Ñawi no solo contabiliza muertes, sino también «ausencias y silencios». Su fuerza radica en que no separa los números de las historias, ni las estadísticas de las memorias, aseguraron las militantes. Por ello, se reconoce como parte de un entramado colectivo que mira con sus propios ojos -con su ñawi- lo que otros prefieren no ver.