
Ya huele a primavera y Salta abre su abanico de postales vivas: montañas que cambian de tonos con el sol, cardones que se recortan contra cielos despejados y pueblos donde la música y la comida son parte de la identidad. Septiembre inauguró un ciclo que se extiende hasta noviembre, con temperaturas más suaves y flores que tiñen plazas, quebradas y caminos. Es el momento ideal para caminar, descubrir y dejarse abrazar por la energía vital que renueva a la provincia.
Al llegar a la capital, lo primero queenvuelve al visitante es la arquitectura neocolonial. El centro histórico invita a perderse en sus calles, a detenerse frente a balcones de madera tallada, a entrar en mercados de artesanías y a probar un café mirando la vida pasar desde la Plaza 9 de Julio. Desde allí, el recorrido clásico se extiende hacia la Catedral y otras iglesias, testigos silenciosos de siglos de historia.
El Cerro San Bernardo, con su ascenso en teleférico desde el Parque San Martín, abre un mirador natural que permite dimensionar la ciudad desde las alturas. Y justo frente a la plaza central, el Museo de Arqueología de Alta Montaña recuerda la cosmovisión andina con los Niños del Llullaillaco, tres cuerpos que sobrevivieron intactos gracias al frío extremo y que conmueven a cada visitante.

Ruta del Vino
La primavera también florece en los viñedos. La Ruta del Vino en Salta se extiende desde La Viña hasta Cafayate, entre quebradas, montañas y valles donde cada bodega guarda un secreto. Torrontés, Malbec, Syrah y varietales menos conocidos conviven en copas que cuentan la historia de generaciones de viticultores.
Cafayate, capital vitivinícola del norte, reúne bodegas modernas y artesanales, y suma atractivos como el Museo de la Vid y el Vino o la Quebrada de las Conchas, donde formaciones como la Garganta del Diablo y el Anfiteatro parecen esculpidas por un artista invisible.
Pueblos San Carlos o Molinos completan la travesía con su calma, sus casas de adobe y sus vides centenarias. En Molinos, además, se alza una bodega que combina arte contemporáneo con tradición y convive con viñedos de más de 200 años. Y en Cachi, rodeado de cardones y montañas, las calles de piedra y las casas encaladas cuentan historias de civilizaciones antiguas y de un presente que conserva su esencia.

Sabores cuentan historias
Probar Salta es también otra forma de recorrerla. Las empanadas con masa fina, jugosas y doradas; los tamales envueltos en chala; o las humitas de maíz fresco son rituales que se viven en peñas, ferias y restaurantes. Pero la cocina salteña no se detiene en lo clásico: jóvenes cocineros reinterpretan recetas ancestrales con técnicas modernas y un fuerte apego a los productos locales. Papas andinas, quinoa, especias, frutas de estación y carnes de la región enriquecen un mapa gastronómico que siempre sorprende.
La inmensidad de la Puna
En el oeste, la Puna se despliega como un territorio que parece de otro planeta. A más de 3.600 metros de altura, pueblos como Santa Rosa de Tastil, San Antonio de los Cobres o Tolar Grande resguardan la memoria de los Andes. Allí se combinan volcanes, salares interminables, lagunas de flamencos rosados y vicuñas que corren libres.
El Tren a las Nubes corona la experiencia. El cruce del Viaducto La Polvorilla, con sus 63 metros de altura, se convierte en el clímax de un recorrido que alcanza los 4.200 msnm. Octubre es un mes clave para reservar con anticipación, con promociones que rondan los $178.000. En Tolar Grande, el Salar de Arizaro sorprende con el Cono de Arita, un cono perfecto de sal negra que emerge como un enigma geológico.

Agua y aventura
Más cerca de la capital, los diques ofrecen paisajes verdes y aventuras acuáticas. El Cabra Corral, el segundo embalse más grande del país, es escenario de kayak, esquí acuático y rafting en el río Juramento, pero también de experiencias extremas como bungee jumping o tirolesa. En sus alrededores, las Cuevas Pintadas de Guachipas guardan testimonios rupestres de siglos pasados.
El Dique Campo Alegre, rodeado de cerros y selva, ofrece un contrapunto: allí la navegación a motor no está permitida, y la tranquilidad se impone en paseos a pie, en bicicleta o a caballo.
Entre guitarras y bombos
Cuando cae el sol, la tradición se enciende. Las peñas salteñas son el alma nocturna de la provincia: guitarras, charangos y bombos que se mezclan con vino y empanadas en un clima festivo. El Paseo Balcarce concentra la mayor parte, con clásicos como La Vieja Estación, La Noche Contigo o la peña del Chaqueño Palavecino. Más allá del circuito céntrico, sobreviven espacios históricos como La Casona del Molino o el mítico Boliche Balderrama, donde la música y la poesía se respiran en cada rincón.

Primavera es sinónimo de renacer, y en Salta. Hoy, con el vuelo directo desde Neuquén, el viaje hacia el corazón del norte se acorta y se convierte en una escapada posible. Una experiencia que combina aventura, historia y hospitalidad, y que invita a volver siempre.
Precios de Octubre
Un vuelo directo que une Neuquén y Salta en dos horas y media. En Jetsmart, saliendo el sábado de la primera semana de octubre sale $74.800 ida y vuelta.
Los hospedajes van desde los de 1 y 2 estrellas a los un 5 estrellas. Un departamento a tres cuadras del centro para dos, está $45.000 la noche, un hotel tres estrellas $56.000. Un hostel para fin de mes, está $12.000 por persona. A su vez, algunos hoteles tienen traslado gratis al aeropuerto, así que no se olvide de consultar.
