“Si nosotros, los que producimos en Argentina nos transformamos, transformamos el país”, dijo el presidente de CREA, Fernando de Nevares, en la apertura del imponente Congreso realizado en Tecnópolis. Su frase fue la llave para abrir dos días de debates, intercambios y experiencias compartidas frente a un auditorio repleto de productores, empresarios, profesionales y sobre todo jóvenes. La convocatoria fue multitudinaria: más de 8.000 asistentes, 140 periodistas acreditados y más de 100 empresas auspiciando el encuentro.
El responsable del Congreso CREA 2025, Álvaro Tomás, destacó la logística colaborativa de la organización y el espíritu que caracteriza a la red: construir en conjunto, ensayar soluciones, animarse a nuevas conversaciones. “Sean curiosos, porque la magia de CREA es la de multiplicar vínculos y abrir caminos”, alentó. Cada encuentro fue pensado como un espacio de cruce entre preguntas y respuestas, con la ambición de que lo debatido en Tecnópolis se replique luego en cada región del país.
En ese marco, la conferencia de Ángeles Naveyra, presidenta de la Fundación Barbechando, aportó un eje político-institucional de enorme valor. Señaló que la agroindustria argentina necesita políticas públicas estables y consensuadas, y puso como ejemplo el Frente Parlamentario Agropecuario de Brasil, nacido en los años 90 y sostenido más allá de ideologías. La propuesta de Barbechando es replicar esa experiencia con matices locales: convertirse en la retaguardia técnica del Congreso argentino, ofreciendo conocimiento y herramientas para que cada legislador vote con convicción.
La fundación ya reúne a diez entidades del sector y ha logrado sumar a 62 legisladores nacionales de 18 provincias a un espacio interpartidario que trasciende colores políticos. ‘El futuro del agro no se juega solo en los campos y las cosechadoras, también en los recintos legislativos’, subrayó Naveyra. Y dejó un mensaje de confianza: el agua y el aceite pueden mezclarse, si hay respeto y objetivos comunes.
El Congreso también abrió sus gradas a otras voces. El exfutbolista Pablo Aimar habló de formación, esfuerzo y trabajo en equipo como valores que atraviesan tanto al deporte como al campo. El músico Nahuel Pennisi combinó música y reflexión, recordando que la cultura y la sensibilidad también son parte de una sociedad que quiere crecer. Estos cruces inesperados reforzaron la idea de que el desarrollo es un lenguaje común, que necesita múltiples expresiones para ser comprendido.
Los jóvenes tuvieron un lugar destacado con la Cumbre Joven y las Rondas CREA, espacios donde compartieron preocupaciones y propuestas vinculadas a ambiente, innovación y política. Allí se vio con claridad que las nuevas generaciones no solo quieren heredar un campo productivo, sino también uno sustentable y socialmente comprometido. El Congreso, en este sentido, fue también un semillero de liderazgos futuros.
En los pasillos de Tecnópolis, la modernidad se hizo presente con la imagen de un perro robot que deambula como vigía en un campo de siembra o recorre galpones de almacenaje en la oscuridad. La escena, que podría parecer de ciencia ficción, hoy convive con naturalidad en un agro que busca adaptarse sin perder de vista su raíz productiva. La tecnología se vuelve compañera inseparable, aliada para anticipar problemas y ensayar soluciones en tiempo real.

Pero en ese mismo horizonte tecnológico, sobreviven las manos curtidas de los trabajadores del campo, que aún siembran y cosechan con la memoria de generaciones enteras. Drones que fumigan o esparcen semillas vuelan sobre lotes que también guardan el rastro de las huellas de bueyes y arados. La agroindustria argentina, con su mezcla de tradición y vanguardia, parece resumirse en esa postal: el futuro digital y la historia ancestral compartiendo el mismo surco.
Durante los dos días se firmaron convenios con instituciones educativas, organizaciones técnicas y gobiernos provinciales. Fundación Barbechando, ITBA, Universidad Austral, IAE Business School, Eresagro, América Agroinnova y la provincia de La Pampa fueron algunos de los actores que sellaron acuerdos para fortalecer la red CREA. La apuesta es clara: unir conocimientos, generar proyectos y potenciar al agro como motor de desarrollo federal.
El cierre estuvo a cargo de Fernando de Nevares, quien volvió a insistir en que lo mejor comienza ahora. El Congreso CREA 2025 en Tecnópolis no fue solo un evento: fue una usina de ideas, un espacio de conexiones y una invitación a transformar el presente. La sensación que quedó flotando es que, en tiempos de incertidumbre, el agro argentino encuentra en la innovación, la política y la colaboración su hoja de ruta para los próximos años.
