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sábado, octubre 11, 2025

Falsificaciones, robos y disputas: las huellas ocultas en la obra de Wifredo Lam

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Mi última casa en Cuba estaba en Marianao, el mismo barrio donde Wifredo Lam (1902-1982) pintó «La jungla», «La silla», «La mañana verde», «Mujer sentada» y «Omi Obini». Esta última obra hoy se puede ver en el Malba. Casi 10 millones de dólares pagó por ella Eduardo Costantini en una subasta de Sotheby’s el año pasado.

Wifredo Lam. El Tercer Mundo, 1965-66. Colección Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba.Wifredo Lam. El Tercer Mundo, 1965-66. Colección Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba.

En una vivienda vecina vivía un conocido que acostumbraba a recibir a interesados en la obra de Lam. Inteligente y divertido, quería que el lugar se hiciera conocido en el mundo. Soñaba con una tarja en la casa que dijera: “Aquí vivió Wifredo Lam”. Su bonhomía, según algunos, también ocultaba un floreciente negocio de obras falsas que vendía a incautos o no tan incautos compradores, para los que solía organizar visitas guiadas por el barrio que terminaban frente a la antigua casa de Lam.

Muchas veces lo escuché contar anécdotas de visitantes ilustres que en mejores tiempos habían pasado por allí, como el marchante francés Pierre Loeb, el poeta surrealista Benjamin Péret y los cubanos Alejo Carpentier, Lydia Cabrera, Virgilio Piñera y Lezama Lima. Su cuento preferido era la vez que Igor Stravinsky fue de visita y Lam se la pasó temblando, convencido de que el techo de la casa caería sobre la cabeza del mejor músico del mundo, lo que ocurrió esa misma noche.

Un día de aquellos años 80, en una de las tertulias en su casa, dije que “Lam pintaba seres polimorfos”. No era una clasificación mía, se la había escuchado al escritor y pintor Samuel Feijoó, a quien yo llamaba Papá. Recuerdo como si fuera hoy lo que nos dijo cuando nos mostró una obra de Lam que este le había regalado. Las niñas que éramos en aquel entonces, en la casa de Cienfuegos, nos reímos al ver tantas nalgas desnudas. Años después, la madre de mi conocido zanjó la discusión entre su hijo y yo gritándome: “¡Nalgas, tetas y diablos, eso es lo que pintaba! ¿De qué seres polimorfos hablas?”.

En los años ochenta, en Cuba era común escuchar sobre el pujante negocio de falsificaciones de obras de Lam, que hoy sigue por el mundo. La obra del pintor había sido redescubierta a finales de los años 70 y su precio en el mercado comenzó a subir rápidamente.

La casa con el número 10 804 de la avenida 41, entre 108 y 110, en el habanero barrio de Marianao, ya estaba en ruinas. Plantas raquíticas y una maleza oscura crecían sobre la tierra, alejada de la exuberancia que rodeaba a Lam mientras pintaba allí, en la década del 40. El año pasado volví a pasar. Llovía en La Habana. Mi conocido y su madre se habían ido a vivir a otro país donde ambos murieron. En el año 2024 seguía la maleza oscura adentrándose en el esqueleto de lo que fue una casa, que seguía muerta.

Nada decía, ni dice, que ahí Wifredo Lam, el pintor cubano más conocido en el mundo, había pintado algunas de sus mejores obras. Dueño de “una biografía heterodoxa, desplazada, entre varios mundos y poéticas”, según Gerardo Mosquera, Lam solía autodefinirse como un hombre mitad cartesiano, mitad primitivo. Murió en París en 1982. Sus cenizas fueron depositadas en La Habana, en el panteón de las Fuerzas Armadas, lejos de su Sagua la Grande natal. A la ceremonia asistió Fidel Castro.

Una retrospectiva en el MoMA

«La jungla» es quizás la obra más conocida de Wifredo Lam y es propiedad del MoMA desde el año 1945. Recientemente, este museo ha dado a conocer que presentará, del 10 de noviembre de 2025 hasta el 28 de marzo de 2026, la retrospectiva más extensa dedicada al artista cubano en los Estados Unidos. El pintor, que reconocía su cubanidad y también su nomadismo, vivió, además de en Cuba, en España, Venezuela, Martinica, Francia, Italia, entre otros países, en los que nunca dejó de pintar, dibujar e incursionar en la cerámica y también en la joyería.

Wifredo Lam. La mañana verde, 1943. Colección Malba.Wifredo Lam. La mañana verde, 1943. Colección Malba.

La exposición que se inaugurará en Nueva York mostrará más de 150 obras de arte raramente vistas, de la década de 1920 a la de 1970, incluidas pinturas, obras de papel a gran escala, dibujos colaborativos, libros ilustrados, grabados, cerámicas y material de archivo, con préstamos clave del Estate of Wifredo Lam, París.

No hay una retrospectiva de Lam completa si no incluye las obras que están en Cuba. El Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba tiene en su acervo importantes piezas: «La silla», «El Tercer Mundo», «Composición», «Maternidad» y la serie de Mujeres sentadas. El gobierno cubano no suele prestarlas. No prestó ninguna a la exposición itinerante de Lam en la Tate Modern, coorganizada por el Centro Pompidou de París y el Museo Reina Sofía de Madrid. En su primer gobierno, Trump abrió la puerta a los reclamos de retribución de arte confiscado en Cuba.

Sin embargo, en La Habana hay una colección privada, la llamada “Castillo Vázquez”, de cerca de un centenar de piezas de pequeño formato —carboncillos, acuarelas, témperas, grabados, tintas, serigrafías y aguadas— que suele viajar fuera de la isla. Son propiedad de un sobrino nieto, un antiguo oficial de la seguridad cubana con rango de coronel, quien trabajó en el Centro Wifredo Lam. Una reciente exposición de estas obras, todas sin firmar y en la que hay muchos bocetos, tuvo lugar en febrero de 2024 en el Museo Mohamed VI de Rabat, capital de Marruecos.

Si bien se sabe que Lam no siempre firmaba sus obras, el propietario ha dicho al medio On Cuba: “No eran obras para vender, eran sus obras personales, por tanto, no tenía por qué firmarlas; ni tampoco quería hacerlo, porque no tenía ninguna intención mercantil con esas obras. Eran simplemente su archivo histórico”.

“El grupo de obras que él siempre guardó y que eran de su preferencia se las entregó a mi padre, que quedó como albacea de la producción realizada desde los años 20 en España hasta el año 58 en Cuba, y que era principalmente de pequeño formato en papel y cartulina”.

Lam falsificado

Aunque no corresponde solo a falsarios cubanos, dentro y fuera del país, la autoría de la cantidad de obras falsas que hay en el mercado, sí se sabe que hay excelentes falsificadores de origen cubano que, muchas veces con métodos precarios e inventados, lograron evadir sofisticadas pruebas.

El hijo de Lam, Eskil Lam, advirtió: “Cualquier persona que consiga una obra de Wifredo Lam con procedencia de Cuba debe ser extremadamente cautelosa”.

Su sobrino, quien vive en Cuba, interrogado sobre lo mismo señaló: “Creo que el artista cubano más falsificado es Lam, dentro de Cuba y fuera de Cuba. Es una forma de buscar dinero rápido. Una de las cosas que queremos abordar con la familia europea de Lam es enfrentar las falsificaciones, porque tenemos que cerrar filas. Lam pintó mucho, pero no tanto-tanto como supuestamente hay por ahí. Es una barbaridad”.

Algunas de las falsificaciones comercializadas tienen certificados de autenticidad. Los casos más conocidos sindicaban a un ciudadano cubano ya fallecido, que se daba a conocer como especialista restaurador y que cobraba más de 600 euros por cada certificado. También se han detectado certificados falsos con la firma de la última esposa del pintor, Lou Laurin.

La mayoría de las falsificaciones detectadas no siempre son de obras conocidas, sino que parten de diferentes piezas que a su vez unían varias épocas, enmarcadas en la creación del artista. Quienes han tenido acceso a ellas reconocen su calidad.

Existen catálogos razonados de Lam. Hoy, quien quiera verificar una obra debe contar con la familia francesa. Su hijo Eskil Lam suele ser la cabeza visible. Se dice que es sumamente riguroso con lo que le llega. También suele advertir públicamente la importancia de verificar la procedencia de las obras.

Difícilmente atribuible a los influjos de una sola fuente, según algunos de los más importantes críticos de su obra, las subastas de piezas de Wifredo Lam suelen dar buenos dividendos. Basta señalar dos cifras: La mañana verde fue vendida en 1998 en Sotheby’s por 1.267.500 dólares. En 2024, casi 10 millones de dólares pagó Eduardo Costantini en una subasta en la misma casa por Omi Obini. Esta obra hoy se puede ver en el Malba, en Buenos Aires.

Las casas de subasta también están alerta ante la proliferación de falsos Lam.

Robar a Lam

Sin ser alarmante la cantidad de robos dados a conocer de obras de Lam, sí suelen ser noticia. Uno de los más inquietantes, por el lugar donde ocurrió, fue el realizado en La Habana, Cuba, precisamente en el Centro Wifredo Lam en 1986, durante la II Bienal de La Habana.

Wifredo Lam. Foto: Jose Gomez-Sicre Photographic Archives / Wikipedia.Wifredo Lam. Foto: Jose Gomez-Sicre Photographic Archives / Wikipedia.

El robo de 8 obras, propiedad del centro de arte contemporáneo dedicado a investigar y promover las artes visuales de los países en vías de desarrollo —los llamados del Tercer Mundo— y la obra de Lam, tuvo todo tipo de características. Se pensó que había sido organizado por ladrones internacionales y que era un robo por encargo. Se encontraron huellas en un ascensor, los marcos en la azotea, una cuchilla…

En medio del escándalo, en allanamientos se descubrieron falsificaciones de otros pintores y el singular ofrecimiento de obras de “Rube”, por Rubens. Las piezas fueron recuperadas, enrolladas con la pintura hacia dentro, por lo que estaban dañadas. Se presentaron al público el 31 de diciembre, esta vez en el Museo Nacional de Bellas Artes. Los ladrones y cómplices, 11 en total, fueron juzgados y sentenciados. El libro del argentino Jorge Timossi Un perfume para Lam. El caso óleo da cuenta de esto.

También de Cuba y de los fondos del Museo Nacional de Bellas Artes desaparecieron una gran cantidad de obras de diferentes e importantes pintores, en el conocido Caso Galería en 1995, un caso en el que profundizó el sitio Café Fuerte. El administrador del museo en esa época confesó haber robado él mismo la obra de Lam Cabeza de animal.

Otros casos de trascendencia en la prensa, por la cantidad de obras robadas de una vez de Lam, han tenido lugar en España; en uno de ellos, los ladrones fueron capturados en un robo posterior a una charcutería. En Estados Unidos, en Florida, también fue muy conocido el caso del robo en una galería de la Florida de nueve obras originales, con una fuerte valoración en el mercado.

Una obra con muchos dueños

Como el mundo del arte se caracteriza por la reserva, la mayoría de los grandes casos permanecen en secreto. Hay uno cuya categoría fue difícil de señalar. Involucra a Lam, coleccionistas, familiares, galeristas, un convento de franciscanos en La Habana, el triunfo de la Revolución y un resultado que se arregló sin tribunales, con un acuerdo de confidencialidad entre las partes.

La pintura «Sin título (Sueños árabes)», de 1955, apareció por primera vez en el mercado cuando se ofreció a la venta en Miami a finales de 2015. Los herederos del coleccionista vieron el anuncio e informaron a la galería de Miami, Cernuda Arte, que era quien la tenía en venta. Dijeron que la familia no había renunciado voluntariamente a su propiedad y que eran los legítimos dueños. Una fotografía del cuadro colgado en el comedor de la familia en Cuba en octubre de 1959 era una prueba. La familia había estado buscando la pintura, que fue registrada como propiedad robada en el International Art Loss Register.

Wifredo Lam. Omi Obini, 1943. Colección Eduardo F. Costantini.Wifredo Lam. Omi Obini, 1943. Colección Eduardo F. Costantini.

En medio de todo, dos monjes franciscanos declararon bajo juramento que la pintura fue donada por el dueño y la habían guardado hasta que fue vendida en 1996 para financiar mejoras en el convento San Antonio de Padua, en La Habana. No había pruebas de la donación porque los archivos del monasterio habían sido destruidos. Quien se la compró abogó por su derecho.

El hijo del pintor, Eskil Lam, al ser consultado señaló que «Sin título (Sueños árabes)» era auténtica. La obra, después del arreglo extrajudicial, se vendió en la misma galería.

Artista prolífico, algunas obras de Lam se han perdido. Otras se desconocen dónde están. Se sabe también que, días antes de irse de Cuba en 1958, Lam quemó algunos grandes lienzos que no lo satisfacían.

Son innumerables los libros y escritos sobre él que intentan desentrañar el alcance universal del maestro cubano. Baste mencionar algunos muy interesantes, hechos desde diferentes miradas, firmados por cubanos: Lam: azul y negro, de Edmundo Desnoes; Wifredo Lam. La cosecha de un brujo, de José Manuel Noceda, y Modernidad y africanía: Wifredo Lam en su isla, de Gerardo Mosquera.

Aunque a la hora de saber más de su vida, el libro indicado es, sin dudas, su autobiografía Nuevo mundo de Lam.

Redacción

Fuente: Leer artículo original

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