El robo a la casa de Pampita en Barrio Parque tuvo un giro emotivo cuando la conductora rompió el silencio en el programa de streaming Rumis (La Casa). Allí, visiblemente quebrada, reveló que lo más importante que se llevaron los delincuentes no fueron objetos de valor material, sino recuerdos imborrables de su hija Blanca, fallecida en 2012.
“Quiero confirmar que ya tengo en mi poder los teléfonos y… disculpen… Estoy emocionada. Todos los que hemos perdidos familiares saben lo que es ver un video o una foto y escuchar la risa de esa persona que tanto amamos», comenzó diciendo la conductora acongojada.
«Era un material muy importante. Son teléfonos muy viejos y no hay manera de compartir el material a otro lado», explicó la modelo completamente emocionada.

En esta línea, confesó entre lágrimas: «Yo ya había estado con especialistas y el material no se podía sacar. Te estoy hablando del año 2008. Yo tenía una nube y se perdió porque me hackearon el mail. Era imposible entrar y no podía sacar el material de esos teléfonos. Las fotos siempre las sacaba de la pantalla. Si tenía la caja fuerte era por esos teléfonos”.
La modelo detalló que más allá de lo que trascendió en los medios, su caja fuerte no guardaba joyas ni dinero, sino ese tesoro personal que consideraba irremplazable. “No soy una persona rica ni tengo dinero ahorrado. Tengo una vida que tiene mucho gastos. Trabajo un montón y vivo muy bien, pero no hay restos. No sé cuál es la fantasía de la gente de qué había en mi casa. Todo lo demás son pavadas. Carteras, anteojos… No me importa nada. La caja fuerte eran por esos teléfonos”, aclaró.

Con la voz entrecortada, Pampita explicó cómo vivió las horas posteriores al robo y la importancia de haber recuperado los celulares: “Ayer recé todo el día. Le pedí a Dios y a mi hija. Para mí es lo único importante porque no me quedó más nada de mi hija. Ustedes lo saben”, dijo al borde del llanto.
El relato se volvió aún más conmovedor cuando contó cómo compartió la noticia con sus hijos: “Sólo los que hemos perdidos familiares sabemos lo que es. Confié y pedí a Dios. Alguien bueno tenía que haber que supiera donde están esos teléfonos. Fue muy rápido. Cuando me dieron la noticia estaba tramitando los pasaportes de mis hijos porque tienen un viaje y estaba en la Embajada de Chile. Nos pusimos a llorar todos. Para mis hijos también es re importante tener ese material. Estábamos los tres abrazados llorando juntos y saltando de alegría”.