Se cuenta que cuando un general regresaba victorioso de la guerra, un esclavo lo acompañaba durante el desfile para recordarle al oído estas palabras.

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Redacción El País
“Memento Mori” es una expresión latina que, traducida literalmente, significa “recuerda que morirás”. A pesar de su tono sombrío, su sentido profundo está lejos de ser negativo: es una invitación a valorar el presente, a tomar conciencia de que la vida tiene un límite y que, precisamente por eso, merece ser vivida con sentido.
El origen de la frase se remonta a la antigua Roma. Se cuenta que cuando un general regresaba victorioso de la guerra, un esclavo lo acompañaba durante el desfile para recordarle al oído, en medio de los aplausos: “Memento Mori”. Era una manera de advertirle que, aunque disfrutara del poder y la gloria, seguía siendo mortal. Aquella simple frase buscaba mantener la humildad y el enfoque en lo verdaderamente importante.

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Con el paso de los siglos, la expresión fue adoptada por los filósofos estoicos, entre ellos Séneca y Marco Aurelio. Para ellos, pensar en la muerte no era un acto fatalista, sino una herramienta para ordenar las prioridades. Reflexionar sobre la finitud permitía dar valor a las acciones cotidianas, evitar la vanidad y actuar con coherencia.
Durante el Renacimiento y el Barroco, el concepto inspiró a artistas que representaron calaveras, relojes de arena y flores marchitas como símbolos del paso del tiempo. Estas obras, conocidas como vanitas, buscaban recordar que toda belleza, riqueza o fama es transitoria.

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Hoy, esa misma idea se resignifica en el arte contemporáneo y en la cultura popular. “Memento Mori” aparece en tatuajes, canciones, películas, publicaciones en redes y prendas de vestir. Lo que antes fue una advertencia moral o filosófica, ahora se transforma en un mensaje personal: una forma de recordar que la vida es corta y que cada instante importa.
Lejos de promover la obsesión con la muerte, “Memento Mori” propone una mirada consciente sobre la existencia. Su mensaje central apunta a aprovechar el tiempo presente, valorar los vínculos, disfrutar los pequeños momentos y darles sentido a las decisiones cotidianas.
Recordar que algún día moriremos no es un pensamiento triste, sino una oportunidad para vivir con plenitud. Porque cuando uno tiene presente su propia finitud, cada día se vuelve más valioso.
En base a La Nación/GDA
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