Lo que muchos consideran un “elixir de la juventud” podría transformarse en un problema cuando existe un consumo excesivo o sin supervisión profesional.

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Redacción El País
Las vitaminas A, C y E son reconocidas por mejorar la regeneración celular, la luminosidad y la elasticidad de la piel. Sin embargo, los especialistas advierten que cuando se sobrepasan las dosis recomendadas, los efectos se revierten: la piel puede volverse más seca, rugosa e incluso mostrar arrugas prematuras.
El error común está en pensar que “más es mejor”. Una piel saturada de vitaminas no luce nutrida, sino estresada, con pérdida de elasticidad y aparición de signos de envejecimiento.
El riesgo del exceso de suplementos

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El problema no es la vitamina en sí, sino la falta de un control adecuado de la dosificación. El consumo indiscriminado de suplementos vitamínicos, o la combinación sin criterio de distintos productos, genera desequilibrios que impactan directamente en la salud de la piel.
La obsesión por un “boost vitamínico” rápido altera el equilibrio natural del organismo. El cuerpo, al intentar procesar ese exceso, puede desencadenar oxidación celular, un factor clave en la formación de arrugas y en la aceleración del envejecimiento cutáneo.

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¿Es mejor obtener vitaminas de los alimentos?
Una alimentación balanceada suele aportar la cantidad suficiente de micronutrientes, sin necesidad de recurrir a suplementos innecesarios. Los médicos recomiendan personalizar el consumo de vitaminas a partir de análisis clínicos y bajo supervisión profesional.
Conclusión: ¿más vitaminas, más arrugas?

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La clave está en un uso racional y supervisado de los suplementos vitamínicos, adaptado a las necesidades de cada persona. Solo así se logra una piel luminosa, sana y firme sin caer en riesgos ocultos.
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