A raíz de las recientes desapariciones de varias jóvenes, los familiares aseguraron que las víctimas fueron “engañadas sin saber que era una trampa organizada”, al denunciar que las jóvenes habrían sido invitadas con fines falsos para luego desaparecer.
Según la versión que circula en la causa, las jóvenes recibieron propuestas laborales, sociales o de otro tipo que parecían legítimas, pero en realidad habrían pasado a formar parte de una estructura delictiva que las habría retenido contra su voluntad.
Los familiares y allegados reclaman que la Justicia investigue la posible participación de grupos organizados dedicados al engaño y la captación de víctimas, y que utilicen técnicas de manipulación o seducción para generar confianza en las jóvenes.
Mientras tanto, las autoridades ya realizan allanamientos, cruces de datos de teléfonos, redes sociales y cámaras de seguridad, e intentan determinar si detrás del hecho hubo intermediarios o promotores locales que operaban como enlace para la trampa.
El caso moviliza tanto al Poder Judicial como a organismos de derechos humanos que insisten en que episodios de esta naturaleza no pueden quedar impunes, dada la gravedad de las sospechas de que las jóvenes habrían sido inducidas a situaciones de riesgo sin ser conscientes de la magnitud de la red delictiva detrás.