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jueves, septiembre 25, 2025

Triple crimen de las chicas de Ciudad Evita: la pista del kiosquero que vio sangre y las claves de las últimas 24 horas

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El país sigue profundamente conmovido por el asesinato de Brenda del Castillo (20), Morena Verdi (20) y Lara Gutiérrez (15), las jóvenes que fueron halladas sin vida en una casa de Villa Vatteone, Florencio Varela, tras haber subido el viernes 19 de septiembre a una camioneta blanca en La Matanza.

Desde esa última imagen que se vio de las chicas con vida, todo fue dolor: maltratos, mutilaciones y humillaciones fueron parte de lo sufrido por las menores de veintiún años.

Además, en las últimas 24 horas, el ministro de Seguridad bonaerense, Javier Alonso, confirmó que el ataque fue transmitido en vivo por una red social a un grupo cerrado de alrededor de 45 personas, un dato que vuelve central el análisis de los dispositivos secuestrados hasta el momento. Sin dudas, frente a este escenario, cada pista que surge es fundamental.

La escena del kiosco: una reja ensangrentada y una frase que quedó grabada

A una cuadra de la vivienda allanada, el dueño de un kiosco relató ante cámaras dos momentos que hoy ordenan la cronología.

Primero que la dueña de la casa -que es madre de un nene chiquito y una clienta habitual- pasó por el local y se mostró muy nerviosa. Casi sin pensarlo compró doce cervezas, pagó cuarenta mil pesos -y no aceptó el cambio- y se fue apurada y sólo con seis diciendo que tenía gente en su casa. Todo muy inusual para su comportamiento habitual.

Al día siguiente, apareció su pareja en el mismo negocio y de mostró con la mano lastimada.

«Tenía la mano con un poquito de sangre. Parecía como un corte que tuvo. Incluso hablaba con otro chico que le decía ‘ponete La Gotita, para que se te pegue’”, contó el almacenero en la pantalla de eltrece y, señalando hacia adelante, añadió: “Ahí donde estás vos, dejó una mancha de sangre que después mi señora salió a limpiar para que, si venía otra persona a comprar, no se ensuciara. Tuvo que limpiar un poquito, no es que había mucha sangre. Era cuestión de limpieza, nada más».

Esas declaraciones -que también compartió luego con un periodista de Telefe- son ahora indicios que la fiscalía deberá cruzar con ADN, cámaras y horarios.

Qué cambió en las últimas 24 horas

La confirmación oficial de la transmisión en vivo instaló una pista tecnológica decisiva: si el video existió y fue visto por decenas de personas en tiempo real, es posible reconstruir accesos, perfiles conectados, ubicaciones y tiempos con precisión de minuto a minuto.

En paralelo, el cuadro procesal se movió con indagatorias a cuatro detenidos por homicidio agravado y con operativos complementarios que incluyeron demoras en Villa Zavaleta, ramal de la pesquisa que busca al presunto instigador. En este mismo lapso, los informes preliminares de autopsia describieron violencia extrema y una franja horaria compatible con la madrugada del sábado, lo que afina la ventana criminal que se intenta fijar con evidencia dura.

triple femicidio-
Los pedidos de justicia resuenan en todo el país.

Cómo encaja el kiosco en la línea de tiempo

Con la transmisión en vivo en la mira y las autopsias acotando horarios, el aporte del comercio de la cuadra no es un detalle menor sino un punto de anclaje.

La compra de bebidas de la mujer, su estado de nerviosismo, el pago apurado y, al día siguiente, la presencia del hombre con un corte y la mancha de sangre en la reja permiten ubicar a la pareja en horas clave, describir conductas posteriores al hecho y fijar huellas materiales en un radio de metros respecto de la escena principal.

Las chicas fueron encontradas en la parte de atrás de esta vivienda de Florencio Varela, en el sur del conurbano bonaerense.

Si los análisis confirman correspondencias biológicas y de tiempo, esa “escena mínima” -un mostrador, una puerta, una mancha que alguien limpió por higiene- puede convertirse en un tramo robusto de la cronología judicial.

Qué miran ahora los investigadores

La causa avanza sobre tres frentes que se retroalimentan: el digital, con la posible transmisión en vivo y el rastreo de quienes la vieron; el forense, con autopsias y cotejos de ADN; y el territorial, con cámaras, celulares y testimonios de la cuadra, entre ellos el del kiosquero. La clave es ensamblar esas piezas para asignar roles, ubicar presencias y demostrar planificación.

En un expediente atravesado por datos brutales, fue la voz de un comerciante de barrio la que aportó una imagen nítida: la de un hombre herido que, sin saberlo, habría dejado una huella que hoy encaja en el rompecabezas.

Redacción

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