La tucura, un insecto que a primera vista podría parecer un problema exclusivamente agronómico, se ha consolidado como una variable de alto impacto en la economía de la Patagonia. Especies como la tucura sapo (Bufonacris claraziana) son insectos polífagos que no solo afectan la actividad agrícola de forma directa, sino que generan un impacto económico indirecto y severo sobre la ganadería, una de las actividades productivas fundamentales de la región.
Al alimentarse de los recursos forrajeros y dañar la vegetación nativa, compiten directamente con el ganado por el alimento, reduciendo la capacidad de carga de los campos y amenazando la sostenibilidad de los sistemas pastoriles.
Frente a esta creciente amenaza, la región activó una respuesta estratégica coordinada a través del Comité Patagónico por Tucuras (CPT), un equipo de trabajo interinstitucional que opera bajo el paraguas del Programa Nacional de Langostas y Tucuras (PNLyT). Este comité, coordinado por el SENASA, integra a actores clave del sector público y privado, incluyendo al INTA, gobiernos provinciales como los de Chubut y Santa Cruz, y representantes de los productores.
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La estrategia
La creación de este ente refleja un entendimiento de que el control de la plaga no es una responsabilidad individual, sino un desafío colectivo que requiere una gobernanza articulada y ágil para proteger la base económica regional. Sergio Binda, especialista del INTA El Maitén –Chubut–, explicó: “La amenaza dada por esta especie requiere una respuesta no solo por el daño productivo que genera, sino también por el impacto social que produce».
“En muchos casos, las tucuras llegan a secar las plantas nativas; atacan los pastizales aprovechables por los animales durante los meses de menores precipitaciones, como lo es el neneo”, agregó el técnico.
La estrategia definida por el CPT se aleja de la simple reacción para centrarse en la anticipación y la gestión de la información. Los ejes de trabajo acordados son claros: fortalecer el monitoreo y el control temprano. Para ello, se busca fomentar la denuncia temprana por parte de los productores, reconociendo que su rol en la detección de focos iniciales es crucial para evitar el crecimiento poblacional de la plaga y los daños consecuentes.
Además, la estrategia incluye el desarrollo de herramientas tecnológicas para la toma de decisiones, como mapas que permitan visualizar el avance de la plaga, la generación de alertas para un control oportuno y la implementación de un repositorio digital con información histórica y actual. Este enfoque, basado en la vigilancia fitosanitaria y la fiscalización, busca transformar datos dispersos en inteligencia estratégica.
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Cambio climático, cambia las plagas
Este fenómeno no puede analizarse de forma aislada. El cambio climático global está alterando la dinámica de las plagas, facilitando su establecimiento y expansión. De hecho, hay estudios indican que condiciones más cálidas y secas pueden favorecer las perturbaciones causadas por insectos. Precisamente, la región de la Norpatagonia experimentó en los últimos años condiciones más secas, que apuntan a un posible cambio en el régimen climático.
Este contexto macroclimático podría estar creando un escenario favorable para la proliferación de la tucura, convirtiendo brotes que antes eran esporádicos en una amenaza recurrente y estructural para la economía patagónica.