En los últimos días trascendió la existencia de una carta de intención de OpenAI vinculada al denominado Proyecto Stargate Argentina, que buscaría instalar un centro de procesamiento de datos o mega servidores en la región patagónica. La iniciativa celebrada por el Gobierno nacional, que despertó curiosidad y debate, plantea una inversión estimada en unos 25 mil millones de dólares, un monto que especialistas consideran difícil de dimensionar sin antecedentes previos ni información técnica disponible.
“En realidad todo lo que se sabe es que existe una comunicación poco formal sobre la voluntad de desarrollar un proyecto en algún punto de la Patagonia, sin especificar dónde”, explicó el profesor universitario y especialista en estrategias y planificación, orientado al desarrollo sustentable, Rubén Zárate. “Lo que llama la atención es el monto anunciado, porque para tener una referencia, el SWAP con Estados Unidos ronda los 20 mil millones para todo el país”, comparó el profesional en una charla con Canal 12.

El especialista subrayó que a nivel global se multiplican las evaluaciones para instalar grandes centros de datos, impulsadas por la creciente demanda energética derivada del uso masivo de internet y la expansión de la inteligencia artificial. Sin embargo, advirtió que no existen antecedentes de proyectos de esa magnitud en el mundo, ni registros sobre la empresa local mencionada, Sur Energy.
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“Por lo menos no forma parte del mercado tradicional de empresas de energía. Habría que ver si es una firma nueva y qué tipo de capitalización tiene”, señaló Zárate, quien también es consultor de análisis de situaciones de conflicto y riesgo empresarial.
Clima favorable, pero infraestructura insuficiente
Reconoció que el clima patagónico podría ser una ventaja para este tipo de emprendimientos, como en la provincia de Tierra del Fuego o Santa Cruz, ya que la temperatura baja contribuye a mantener fríos los equipos de procesamiento. No obstante, consideró que las limitaciones energéticas y comunicacionales de la región hacen poco viable una instalación de ese tamaño en el corto plazo.
El anuncio de este centro de datos, impulsado en el marco del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), trasciende la mera infraestructura digital. La magnitud de la inversión y la demanda de hardware avanzado, en particular de chips semiconductores, sitúan a la región para evolucionar desde el ensamblaje hacia la producción de componentes para la inteligencia artificial.

“Este tipo de proyectos requieren redes eléctricas estables y de alta tensión, además de una infraestructura de fibra óptica robusta y continua, sin posibilidad de cortes. Hoy, salvo que la inversión incluya también el desarrollo completo de esas redes, la Patagonia no cuenta con esa capacidad instalada”, explicó.
Respecto al uso de energías renovables, indicó que los parques eólicos podrían contribuir parcialmente, pero no garantizar la estabilidad necesaria. “En el mundo, los grandes centros de datos suelen estar asociados a fuentes de energía continua, como la nuclear o la hidroeléctrica. Las renovables son complementarias, pero dependen de variables naturales”, precisó.
Proyectos de alto consumo y bajo empleo
El analista también destacó que este tipo de inversiones, aunque tecnológicamente atractivas, no generan gran cantidad de empleo local. “Son proyectos de capital intensivo, no de empleo intensivo. Lo que podría dinamizarse es el sector energético, pero no necesariamente la industria o la economía regional”, advirtió.
En ese sentido, planteó la necesidad de discutir qué papel quiere jugar Argentina en el mapa tecnológico global. “El futuro claramente va por la inteligencia artificial y las nuevas tecnologías, pero hay que definir si el país quiere ser productor o solo usuario de tecnologías desarrolladas por otros. Lo extractivo no puede ser el único modelo, ni siquiera en términos energéticos”, expresó.

Ciencia, educación y desarrollo
Rubén vinculó el debate con la situación actual del país, marcada por una profunda crisis industrial y la caída de la inversión en ciencia y educación. “En los últimos dos años cerraron más de 16 mil pymes y se destruyó empleo asalariado a un ritmo mayor que durante la pandemia. En paralelo, crecieron los negocios financieros, pero no los productivos”, señaló.
Finalmente, advirtió que sin una política sostenida de financiamiento científico y educativo, será difícil que la Argentina se posicione en la economía del conocimiento. “No es posible desarrollar tecnología sin desarrollar educación, especialmente la superior. Pensar que la innovación tecnológica consiste solo en radicar industrias maduras de otros países es un error. La verdadera innovación nace de la capacidad local de crear”, concluyó.