En 2012 el ecosistema mundial del arte descubrió que la familia real de Qatar, un pequeño país con forma de península rodeado por las aguas del Golfo Pérsico y que comenzaba a ser reconocido porque organizaría una década después el Mundial de Fútbol, se revelaba como un importante comprador de obras históricas. Un año antes había desembolsado 250 millones de dólares por una de las versiones de Los jugadores de cartas de Paul Cézanne en lo que fue en ese momento el precio más cara pagado por una obra de arte en una venta privada. Días atrás, los qataríes volvieron a dar el golpe: se reveló que son dueños de Désespéré (El desesperado) de Gustave Courbet (1819-1877), un cuadro clave en la carrera del artista, exponente del realismo de fines del siglo XIX.
El 14 de octubre pasado, en Doha, se anunció un acuerdo entre Qatar Museums – el organismo de desarrollo de los museos del emirato- y el Museo de Orsay y el Museo de la Orangerie, para presentar en Francia la obra maestra de Courbet. Se trata de un acuerdo de préstamo excepcional que posibilitará que la pintura se exhiba en París hasta que el país asiático concluya la construcción del Museo Art Mill en la capital qatarí, una institución que estará dedicada a la colección de arte moderno y contemporáneo. Entonces, la obra itinerará entre París y Doha.
Désespéré, un óleo sobre lienzo de pequeño formato (45×54 cm), conocido mundialmente pero pocas veces exhibido, no se había visto en Francia desde la gran exposición retrospectiva Courbet presentada en 2007-2008 en las Galerías Nacionales del Grand Palais, en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York y en el Museo Fabre de Montpellier. Habían pasado casi cuatro décadas desde la última vez que se lo había visto en público, en 1970. En aquel entonces la obra pertenecía a una colección privada.
El acuerdo entre el museo qatarí y los parisinos reveló también otro golpe de posicionamiento cultural del país: el óleo realizado circa 1844–1845 ahora estaba en manos de Qatar, que lo adquirió a un propietario privado en una fecha y por un importe desconocidos.
Un homenaje a Sylvain Amic, fallecido en agosto pasado y quien presidió el Museo de Orsay y el Museo de la Orangerie fue la excusa para que en conjunto con Qatar Museums anunciaran el acuerdo de préstamo excepcional de la obra también conocida como Autoportrait, que se había firmado el 20 de abril pasado, durante la visita a Doha de la Ministra de Cultura francesa Rachida Dati.

El Museo de Orsay cuenta en sus colecciones con una treintena de lienzos del pintor francés, entre ellos Entierro en Ornans y El origen del mundo.
Courbet realizó los aportes más trascendentes para el desarrollo del realismo en la pintura del siglo XIX. Cargado por momentos de un fuerte componente político, retrató desde trabajadores ordinarios – Los picapedreros, obra destruída durante la Segunda Guerra Mundial; Las cribadoras – hasta paisajes y autorretratos.
Entre 1842 y 1855 pintó veinte autorretratos, donde Le Désespéré es el más misterioso de todos. En él, Courbet se representa como un artista bohemio, con su camisa blanca holgada y bata azul, los ojos muy abiertos, la boca entreabierta y las manos tirando con fuerza del pelo. El encuadre cerrado, sumamente moderno para la época al punto tal que parece dialogar con las primeras experimentaciones fotográficas, y la iluminación violenta contribuyen a la tensión dramática de la obra, intensificada por el hecho de que el estado emocional del modelo parece estar provocado por algo que el espectador no puede determinar.
Courbet conservó la obra hasta su muerte. Solo después de los acontecimientos de la Comuna de París la pintura fue retirada de la privacidad de su taller. Se exhibió por primera vez en 1873, al mismo tiempo que la Exposición Universal de Viena, con el título Autoportrait de l’artiste (Autorretrato del artista). Courbet acababa de exiliarse voluntariamente en Suiza para evitar una condena de prisión por su participación en los eventos de la Comuna de París. Probablemente entonces el artista le añadió su firma en rojo brillante y la fechó retroactivamente a 1841. Unas cuantas semanas antes de su muerte, la pintura se exhibió por segunda vez en Ginebra en 1877 con el nuevo título Désespoir (Desesperación).