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miércoles, octubre 22, 2025

Grabados que respiran: Luisa Freixas y su homenaje a la naturaleza

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A simple vista, el trabajo de Luisa Freixas (1980) tiene una vibración difícil de explicar sólo por la técnica que utiliza. Se trata de la xilografía o grabado en madera, que sigue siendo un proceso noble desde que se conoce en China como método de impresión sobre tela, en ejemplos que sobrevivieron y son anteriores al año 220. También se usó en Egipto del siglo VI d. C. y en Japón con el reconocido sistema denominado ukiyo-e.

Nada más aburrido que un empapelado beige, de Luisa Freixas, en la Casa del Bicentenario (Riobamba 985). Foto: gentileza.Nada más aburrido que un empapelado beige, de Luisa Freixas, en la Casa del Bicentenario (Riobamba 985). Foto: gentileza.

En la muestra que se exhibe en la Casa del Bicentenario hasta el próximo domingo, el acompañamiento de Julio Suaya como propiciador del concepto, aparece un sesgo ya desde el título que indica, no sólo una manera de trabajar sino también un gesto propio de producción. La muestra Nada más aburrido que un empapelado beige tiene dos espacios bien determinados.

Uno está en la vidriera que da a la calle Riobamba. Desde allí cualquier transeúnte logra ver la vitalidad de su imagen construida sobre la base de una ‘inspiración selvática’ transformada en papeles de empapelar que Luisa viene imprimiendo desde hace unos años, con el mismo método con el que usa para obras únicas sobre otros soportes. Grandes hojas de las comúnmente llamadas Costilla de Adán o Monstera Deliciosa, con su geometría definida por bellas curvas conforman un sistema vertical. También aparecen algunos felinos, sólo sus cabezas o el cuerpo recortado de sus figuras tan gráciles, junto a un sistema donde a veces no hay que reconocer nada más que un bosque o una selva de variedades en tamaños y formas.

Nada más aburrido que un empapelado beige, de Luisa Freixas, en la Casa del Bicentenario (Riobamba 985). Foto: gentileza.Nada más aburrido que un empapelado beige, de Luisa Freixas, en la Casa del Bicentenario (Riobamba 985). Foto: gentileza.

Densidad del follaje

También se exhibe el principio de su trabajo que siempre descansa en el dibujo in situ a carbonilla, tanto los que ha tomado del Jardín Botánico de Buenos Aires como de sus viajes a Ubatuba (Brasil) donde la densidad del follaje es profusa, aunque no tiene mucho que envidiar a la maravilla que se percibe caminando por el recorrido de flora de distintas regiones que ofrece el Botánico en su capacidad de comunicar especies.

Adentro, subiendo hasta una sala íntima del cuarto piso, se despliega algo más que sus métodos, pues la sala ofrece dos paredes llenas de arriba abajo, donde están instalados sus dibujos en papel, fuente de inspiración y también juego, que puede remarcar plenos de negro o vacíos de profundidad.

En la otra, numerosos planos donde descarga el excedente del rodillo, que se carga con tinta xilográfica y, cuando se necesita un cambio de color o se termina de imprimir, debe ser aligerado antes de su limpieza. El método es uno de los más seguros a la hora de imprimir ya que no usa mordientes ácidos como en los grabados en metal o aguafuertes, cuyo proceso es complejo y requiere cuidados en relación a las emanaciones de los materiales que se usan.

Por eso, Freixas muestra en una pared el taco de esa hoja, de marco recortado, con el que se puede imprimir de muchas formas porque al ser un método de repetición, y conformar una pieza tan manejable en tamaño, se puede girar o cambiar de posición. Su práctica es siempre dinámica y plena de vitalidad, tal como lo describe Suaya en su texto: Luisa Freixas es madre de tres, es lectora, amiguera, ama el teatro, juega al tenis, va a tu casa se sube a escaleras y te empapela ella misma o te cuelga el cuadro, tiene su propia prensa en el taller a donde concurre todos los días.

Nada más aburrido que un empapelado beige, de Luisa Freixas, en la Casa del Bicentenario (Riobamba 985). Foto: gentileza.Nada más aburrido que un empapelado beige, de Luisa Freixas, en la Casa del Bicentenario (Riobamba 985). Foto: gentileza.

El título de la muestra se adapta a esa energía palpable a simple vista. Al definirse como artista, se desdobla en dos facetas. Se reconoce como xilógrafa, técnica que aprendió en su formación en arte en el Instituto Santa Ana de Buenos Aires.

Pero también fue discípula del artista argentino Jorge Demirjian, algo que es necesario mencionar porque cuando su obra pasa al plano de tela tensada, el trabajo se complejiza y el cuerpo de la artista se pone en directo sobre la superficie creando capas todas hechas con xilografía, que van desde un plano de poco contraste en la base a una serie de otros planos que se apoyan sobre el anterior, pero recortados con pequeñas formas orgánicas, que parecen ser hojas volando en el viento, de colores contrastantes o atenuados por múltiples pasadas de color aplicado sobre esas capas que se asocian por el hilo que ella misma cose sobre cada superficie adosada. El resultado es un cuadro que vibra de una manera especial, no sólo por color sino por las formas que se implican en cada uno.

Nada más aburrido que un empapelado beige, de Luisa Freixas, en la Casa del Bicentenario (Riobamba 985). Foto: redes sociales.Nada más aburrido que un empapelado beige, de Luisa Freixas, en la Casa del Bicentenario (Riobamba 985). Foto: redes sociales.

Selva xilográfica y pictórica

Suaya remarca su propósito cuando dice que Freixas ‘nos invita a adentrarnos en su Selva Xilográfica y pictórica y dejarnos envolver. La Selva se vuelve un no lugar, es una defensa. Las hojas y ramas de carbonilla niegan el abismo. Cada hoja tapa un hueco o subraya un blanco. La selva no espera, invade. No hay pausa, no hay centro, no hay reposo. La imagen se reproduce y multiplica para no dejarnos solos con el silencio. Todo lo que brota, brota por miedo a las ausencias. El color, los colores de la tinta gráfica enfrentan los monocromos augurando que siempre podrá existir la esperanza.’

Nada más aburrido que un empapelado beige, de Luisa Freixas, en la Casa del Bicentenario (Riobamba 985). Foto: gentileza.Nada más aburrido que un empapelado beige, de Luisa Freixas, en la Casa del Bicentenario (Riobamba 985). Foto: gentileza.

Mientras uno de sus actuales mentores, el artista Ernesto Ballesteros que sabe apresar el tiempo y la repetición de un sistema en su trabajo, escribe ‘Si ante lo selvático, no nos amedrentamos y seguimos avanzando, el entramado se disipa y pronto nos encontraremos en un páramo desértico. Ante este vacío, sólo nos resta seguir adelante, hasta encontrar algún elemento, algo que le dé sentido al espacio mismo, a las distancias, al tiempo. Lo que creemos será lo que vemos con nuestros deseos; lo que elijamos como mundo. La responsabilidad está en la mirada.’

Una vitalidad alegre y nada aburrida para sembrar la esperanza en la magia de la naturaleza.

Nada más aburrido que un empapelado beige, de Luisa Freixas, en la Casa del Bicentenario (Riobamba 985), de miércoles a domingos de 15 a 20.

Redacción

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