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martes, octubre 28, 2025

La elegancia de lo simple

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Por Flavia Tomaello, https://flaviatomaello.blog/, Instagram @flavia.tomaello

Montevideo es esa esquina del mundo donde el tiempo no corre, flota.
Tiene algo de ciudad antigua y algo de nuevo comienzo. Caminarla es sentir que todo sucede con una calma que no se explica, solo se respira. Sus calles parecen guardar la memoria de un país que aprendió a vivir sin apuro, a escuchar, a compartir.

A primera vista, Montevideo se ofrece con lo básico y esencial: la rambla que abraza el Río de la Plata con 24 kilómetros de horizonte, el Teatro Solís con su solemnidad intacta, la Plaza Independencia que abre y cierra la ciudad vieja.
Pero el verdadero secreto está más allá de esos imprescindibles.
Montevideo tiene un pulso interior, un entramado de experiencias sutiles, cálidas y profundamente humanas que le dan su verdadera identidad.

Detrás de los cafés centenarios y las fachadas de azulejos, la capital uruguaya se reinventa con propuestas que honran su historia, su gente y su espíritu. Quien la visita descubre que el lujo aquí no está en el exceso, sino en la autenticidad.
Hay una elegancia silenciosa en cada esquina, un modo de recibir que combina sobriedad y ternura.

Este recorrido es una invitación a conocer la otra Montevideo, la que late detrás de los monumentos, la que se siente más que se mira.

La esquina que detuvo el tiempo

En plena Avenida 18 de Julio, una esquina parece haber hecho un pacto con la eternidad. El Bar Facal, abierto en 1882, es un refugio de memorias. Su aire tiene la temperatura exacta del café recién hecho y del dulce de leche tibio. En sus mesas se cruzan estudiantes, viajeros y montevideanos de siempre.

Es uno de esos lugares donde el pasado no se conserva: se vive. Afuera, la fuente con Gardel de bronce canta sin voz mientras los transeúntes se detienen a sacarse fotos, y adentro el murmullo del salón parece sostener la ciudad.

Facal ha sido declarado el bar más accesible de Sudamérica, pero su mayor mérito es seguir siendo el mismo. Su historia se mezcla con el aroma a espresso y con esa nostalgia amable que solo Montevideo puede sostener.

El fuego que enseña a vivir

A unos kilómetros del centro, el humo sube lento, como si quisiera contar un secreto.
En una chacra cercana, el proyecto Make Your Asado transforma la parrilla uruguaya en una experiencia cultural. Bajo la guía de un asador experto, los visitantes aprenden a encender el fuego, a leer las brasas, a salar la carne con paciencia, a acompañarla con chimichurri y pan saborizado, a preparar tortas fritas mientras se comparte un mate.

El ritual se completa con un maridaje de vinos locales, en especial los Tannat de Bodega Fallabrino, que dialogan con el humo y la carne como si el vino también naciera del fuego.
Es una experiencia que no se apura, porque el asado no es una comida: es un acto de comunión.
Cuando el sol cae y la parrilla se apaga, todos los que participaron sienten que han aprendido algo más que una receta: aprendieron el ritmo de un país.

El silencio como lujo

Entre Pocitos y Punta Carretas, escondido entre calles tranquilas, un espacio parece respirar distinto. Odonata Boutique Spa ofrece una pausa dentro de la ciudad. No hay prisa, no hay ruido.
Aquí, la piel y la mente se alinean en un mismo gesto.
Masajes, yoga facial, rituales con sales naturales y aromaterapia se combinan con un ambiente donde cada detalle —la luz, el sonido, el aroma— está pensado para reconectar con uno mismo.

Su directora, Mónica Morales, resume la filosofía en una frase: “Una piel sana refleja una vida equilibrada”.
No se trata de belleza, sino de bienestar. De detener el tiempo y recordarse vivo.

El vino que encontró la ciudad

En el corazón del Parque Rodó, una casona antigua restaurada con elegancia guarda una sorpresa: la primera bodega urbana del Uruguay.
City Winery nació del impulso de la familia Pizzorno, que llevó su tradición vitivinícola de Canelones al pulso de Montevideo.
El resultado es un refugio donde el vino se marida con la ciudad.

Barricas de roble, muros de piedra y copas que brillan bajo la luz tenue acompañan cenas guiadas, catas y encuentros donde el vino se convierte en conversación.
La cocina, inspirada en productos locales, dialoga con los vinos Tannat, Merlot o Albariño.
En este lugar, el patrimonio se reinventa: la bodega se vuelve galería, el vino se vuelve cultura y la experiencia se convierte en un tributo al tiempo.

La casa donde duerme la memoria

Frente a la Plaza Zabala, en la Ciudad Vieja, una casona del siglo pasado guarda el espíritu del Uruguay cultural.
Cada habitación del Hotel Alma Histórica rinde homenaje a un artista, músico o escritor uruguayo.
No hay dos iguales: una respira teatro, otra poesía, otra música.

Hospedarse aquí es dormir entre páginas del pasado. Los vitrales, la madera restaurada y el silencio refinado evocan la elegancia de otra época.
No es un hotel, es una experiencia estética: un museo habitable donde la hospitalidad tiene perfume a historia y la ciudad vieja parece acunarte con su serenidad.

La ciudad que danza su historia

Si Montevideo tuviera un corazón, latiría en el Barrio Sur.
Allí, las calles resuenan con el eco del candombe, esa música de tambores que nació del alma afrodescendiente y hoy es patrimonio de la humanidad.

El proyecto Latido Afro propone recorrer ese pulso a través de los sitios donde el candombe floreció: el Conventillo Medio Mundo, símbolo de resistencia demolido en dictadura y hoy revivido como memoria; las calles donde los tambores aún se ensayan cada fin de semana; y el taller de Cuareim 1080, donde las comparsas continúan la tradición.

El visitante no asiste a un espectáculo, participa de un legado. Escucha cómo el tambor no solo marca el compás, sino la historia.
Montevideo se revela aquí en su versión más profunda: mestiza, rítmica, orgullosa de su identidad.

Los misterios del Salvo

En el centro de la ciudad, la silueta del Palacio Salvo se eleva como un faro de otra era. Construido en 1928 por el arquitecto Mario Palanti —el mismo del Barolo porteño—, fue el edificio más alto de América Latina.

Hoy, de la mano de Peatonal Tours, se puede recorrer su historia a través del tour Misterios del Salvo, una experiencia que combina arte, leyenda y arquitectura.
Entre pasillos y escaleras, los guías revelan los secretos de este edificio laberíntico: su conexión con La Divina Comedia, las historias de los antiguos huéspedes, los ecos de “La Cumparsita” que aún parecen sonar en el aire.
Desde lo alto, Montevideo se muestra como una ciudad de techos rojizos y horizontes líquidos, donde la nostalgia se mezcla con la brisa del río.

La Macarena, el susurro verde de la ciudad

A pocos minutos del centro, Montevideo cambia de voz.
El aire se humedece, las calles se disuelven, y la naturaleza toma el mando. En las afueras, el Humedal de Santa Lucíaguarda una joya: La Macarena, un santuario de biodiversidad a las puertas de la capital.

Allí, entre aves, sauces y camalotes, se puede caminar por senderos, navegar por el río, o almorzar productos orgánicos de su propia huerta.
Es una experiencia de sostenibilidad y conexión con la tierra, un recordatorio de que Montevideo no es solo ciudad: es territorio vivo.

El visitante comprende que aquí la frontera entre lo urbano y lo natural es delgada, casi invisible. La Macarena enseña a escuchar los sonidos que el cemento suele callar: el rumor del agua, el crujir de las hojas, el canto lejano de una garza.

Entre el humo del asado y el perfume del vino, entre el tambor del candombe y el silencio de un spa, Montevideo se muestra en su versión más íntima.

Una ciudad que no grita, que susurra.
Que enseña que el verdadero lujo no es el brillo, sino la autenticidad.

El viajero que se atreve a mirar más allá de los clásicos descubre un lugar que vibra con su propio compás: el del fuego lento, la conversación amable, la memoria viva y la calma elegante.
Montevideo no se visita: se habita.
Y cuando uno vuelve, siempre queda la sensación de que algo de su ritmo se nos quedó adentro.

Por Montevideo que movés fácil: Uber es un recurso simple y conocido, los Taxis 1919 Celeritas te programan cualquier tramo, Transfer Traslados y Turismo Receptivo te pueden hacer un punta a punta de tu recorrido.

Para la ruta Buenos Aires–Montevideo, Buquebús opera con 25 frecuencias semanales, manteniendo salidas diarias y múltiples horarios por jornada. 


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Redacción

Fuente: Leer artículo original

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