Por Santiago Giorgetta*
Entre el miedo y la bronca, que eran las dos emociones en pugna en estas elecciones legislativas nacionales, ganó claramente el miedo. No el miedo a que vuelva el peronismo, sino el miedo al caos económico, que tuvo una pregnancia mayor a la que se veía en cualquier estudio cuantitativo o cualitativo previo.
La incertidumbre fue un factor muy gravitante en la discusión respecto a la economía y el peronismo no ofreció certidumbres en ningún momento frente al planteo de que el país sería un caos si venciera al oficialismo. Todavía hay mucha gente con la herida abierta por el proceso inflacionario del Gobierno del Frente de Todos.
De septiembre a octubre
Un tercio de la sociedad argentina eligió votar a La Libertad Avanza, otro tercio eligió no votarla y otro tercio eligió quedarse en su casa. Pero el peronismo no supo cerrar esa herida inflacionaria ni transmitir cuál fue el problema o cómo lo piensa resolver en caso de volver al gobierno.
Además, tras su triunfo en las elecciones bonaerenses del 7 de septiembre, hubo un error en la campaña al mostrarse como vencedores claros, con una diferencia amplia, sin promover una motivación para votar este domingo. Por eso, hubo una suerte de voto útil en favor de diputados de izquierda que «corran» al resto de los legisladores, en vez de una lógica de revalidar el voto.
Desde septiembre, el peronismo perdió cerca de 250.000 votos, casi 150.000 de los cuales pueden explicarse por el voto extranjero. Y hay otros casi 100.000 votos que representan el crecimiento de la izquierda.
El peronismo malentendió que la elección en la provincia de Buenos Aires estaba resuelta y que no hacía falta motivar a la base electoral. No le habló a quien tiene que trabajar doce o 14 horas por día y que no entiende cómo la plata no le alcanza. Por suerte para el peronismo, esta sorpresa se dio en una elección de medio término y no en la presidencial de 2027.
Las bases
La dirigencia del peronismo ha perdido contacto con las mayorías populares y no sabe cómo hablarles: no sabe cuáles son los principales miedos. En Tierra del Fuego, por ejemplo, la división del peronismo, pese a sumar el 50 por ciento entre sus dos representaciones, permitió el triunfo de La Libertad Avanza.
De todos modos, el peronismo sigue siendo la segunda fuerza más importante pese a no haber conseguido la cantidad de votos proyectada. Y mantiene una preponderancia en la provincia de Buenos Aires. Ahora, debería pensar cómo y con quién agruparse.
La dirigencia debería acompañar más a los jubilados y a las personas con discapacidad, porque la esperanza se construye desde ahí: tiene que generar un vínculo con el pueblo en momentos en que el Gobierno va a avanzar en reformas y ajustes dolosos para las mayorías populares.
La mejor forma de llegar comunicacionalmente es hablar genuinamente de los problemas reales que tienen las familias argentinas. Los sectores populares siguen mirando con desconfianza a varios sectores del peronismo y por eso no lo acompañan con el voto. El peronismo tiene que volver a las bases, al contacto con las mayorías populares.
*Director asociado de Proyección Consultores





