La clara victoria del ultraderechista Javier Milei en las elecciones legislativas de medio mandato en Argentina consolida su proyecto socioeconómico ultraliberal y consagra el triunfo de Trump y su estrategia populista en el sur del continente americano.
Los argentinos han votado dopados por la reciente inyección económica del Secretario del Tesoro estadounidense, superior a los 20 mil millones de dólares, junto a la compra masiva de pesos (un millón y medio de dólares más), para salvar a la divisa nacional de un hundimiento que parecía inminente. La ayuda estaba condicionada a que Milei siguiera al frente del país. Los liberales norteamericanos que critican las veladas interferencias de Rusia en elecciones ajenas no han parecido muy conmovidos por esta actuación de su Presidente. En realidad, esto no es precisamente una novedad, como acredita Dov Levin, un experto de la universidad de Hong Kong en interferencias electorales, citado por el NEW YORK TIMES. Levin recuerda cómo Clinton hizo algo parecido en 1996 cuando forzó un gran préstamo del FMI a Boris Yeltsin antes de las elecciones presidenciales rusas de ese mismo año (1).
El conejo de la chistera de Scott Bessent convierte a la Argentina de Milei en el espejo y ariete de Trump en América Latina. En el pulso inacabado por el liderazgo regional, el Presidente argentino se coloca en posición de fuerza frente a los gobiernos de centro-izquierda en Brasil, México y Colombia, principalmente. Unidos por una visión xenófoba y agresiva, Trump y Milei se refuerzan mutuamente para proyectar sus proclamas hiperbólicas y acumular actuaciones agresivas contra los servicios públicos y los derechos sociales. Con el gobierno de Estados Unidos parcialmente “cerrado”, es decir, privado de financiación para muchos de sus programas, fundamentalmente sociales, y los recortes drásticos impuestos por Milei en los servicios públicos, renace el espectro del neoliberalismo salvaje de los años setenta en el subcontinente. El Presidente argentino se ha apresurado a impulsar su agenda desregularizadora (2).
Ciertamente, los mecanismos políticos de dominación son diferentes. Ya no son necesarias las dictaduras militares de antaño, porque los movimientos sociales han sido sistemáticamente ahogados o canalizados hacia remansos políticos más adaptables, bien por periodos efímeros de prosperidad e incremento intermitente de inversión pública, bien por el desgaste de las opciones de centro-izquierda.
En Argentina, la participación ha sido la más baja desde la recuperación de la democracia en 1983. Lo que pone de manifiesto el cansancio de ciertos sectores de las capas populares, que no han recuperado su confianza en el peronismo, atrapado de nuevo por los bandazos programáticos y sus divisiones internas. Es muy significativo que la principal líder de este sector populista de izquierdas, confuso y contradictorio, siga siendo Cristina Fernández, que cumple pena de prisión domiciliaria por corrupción.
La vía libertaria de Milei es profundamente demagógica en sus manifestaciones públicas, pero cuenta con el apoyo de un sector nada desdeñable del capitalismo nacional e internacional. Basta con prestar atención a la reacción de los medios de negocios a los resultados de las elecciones del pasado domingo.
Paradójicamente, este éxito político del abrasivo Presidente argentino no guarda relación estricta con las dudosas garantías de la viabilidad de su programa económico, según sostienen analistas europeos de clara tendencia liberal, como THE ECONOMIST. Para el semanario, “esta victoria no significa que los problemas del Peso hayan sido resueltos”, puesto que el gobierno argentino “necesita con urgencia acumular reservas externas para afrontar en 2026 el pago de al menos 18 mil millones de dólares en concepto de intereses de su deuda” (3).
En todo caso, el balón de oxígeno que le proporcionado Trump le concede un respiro y sin duda ha favorecido su triunfo, hasta cierto punto inesperado, sobre todo en circunscripciones hostiles como la siempre peronista provincia de Buenos Aires. La mayoría alcanzada en el Parlamento argentino (ha duplicado el número de diputados y senadores) no le alcanza, sin embargo, para aplicar los aspectos más radicales de su programa. Lo admitió el propio Milei en su eufórica comparecencia dominical, al anunciar pactos con fuerzas políticas “con las que tenemos puntos de encuentro”. Sin duda se refería al partido del expresidente Mauricio Macri, la derecha liberal, que comparte parte de las recetas neoliberales con los ultraderechistas.
Pero también se cree que los radicales, que se han ido desplazando a la derecha en los últimos años, terminen atraídos por el magnetismo ultraderechista. En total, Milei podría contar con el apoyo flexible de 110 diputados sobre un total de 257 y de 28 senadores de los 72 que hay en la Cámara Alta.
LA OPERACIÓN CONTRA VENEZUELA, EN EL HORIZONTE
Esa parte del mundo contiene el aliento ante el despliegue militar norteamericano en el Caribe, con Venezuela como objetivo principal. El desplazamiento a esa zona del portaaviones Gerald Ford, el más moderno y potente de la flota de EE.UU, estadounidense, ha disparado la escalada y alentado las especulaciones. Esta impresionante máquina de guerra traslada 75 aviones de ataque (F18 y otros), aprovisionamiento y vigilancia, además de 5.000 marines, que se unen a los 10.000 que ya se encuentran desplegados en la zona del Caribe desde el pasado verano (4).
Algunos analistas piensan que todo esto forma parte de una grandísima maniobra intimidatoria para precipitar una revuelta interior que precipite la caída del régimen. Pero esta interpretación parece más bien un wishful thinking. El propio Trump ha insinuado la necesidad de una intervención en tierra, que conecta con la autorización a la CIA para que diseñe un plan de intervención encubierta. Los ataques contra supuestos barcos de narcotraficantes han provocado ya medio centenar de muertos.
El almirante jefe del Comando Sur ha discrepado de este despliegue militar con el Secretario de Defensa, el polémico y para muchos incompetente ex anchorman de televisión Pete Hegseth. El alto mando naval no compra la excusa de una guerra contra el narcotráfico ni el “riesgo para la seguridad nacional”.
A esta demostración de fuerza militar se unen las embestidas verbales y los castigos comerciales de Trump contra los que no le bailan el agua o simplemente no comparten sus posiciones políticas, como ya han comprobado Lula da Silva, Gustavo Petro o Claudia Sheinbaum, aunque la presidenta de México parece haber encontrado un punto de acomodo provisional con su homólogo norteamericano.
BOLIVIA, UN GIRO MÁS MODERADO
En elecciones de Bolivia, celebradas una semana antes, el giro a la derecha no ha sido tan extremo. El triunfo en segunda vuelta del candidato democristiano Rodrigo Paz limita el desmonte radical del izquierdismo de Evo Morales, luego de sus émulos y finalmente de sus disidentes. La opción radical y más cercana a la ultraderecha rediviva, representada por Jorge Quiroga, fue derrotada por escaso margen. El nuevo Presidente, no obstante, tendrá que buscar apoyo en la derecha para ejecutar ese golpe de timón, que ya ha anunciado suave y gradual: un “capitalismo para todos” (5), nueva fórmula de aquel “capitalismo popular”, que prendió en los neoconservadores de los años ochenta a ambos lados del Atlántico , lo que dificultará su tarea. Rodrigo Paz, hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, defiende una política socialcristiana que difícilmente puede seducir a su derecha y a su izquierda.
El socialismo agrario y populista que ha gobernado el país en los tres últimos quinquenios. Corroído por divisiones doctrinarias y agrias recriminaciones internas, la rama andina del proyecto bolivariano ha sido barrida del Parlamento y regresa al activismo en valles y montañas del interior.
NOTAS
(1) “Vote for my friend, or else”. KATRIN BENHOLD. THE NEW YORK TIMES, 29 de octubre.
(2) “Las claves de la flexibilización laboral de Javier Milei: jornadas de 12 horas y cambios en el régimen de licencias”; “La agenda de Javier Milei después de las elecciones: el gabinete, el dólar y las nuevas medidas”. PÁGINA 12, 29 de octubre
(3) “Javier Milei has won a fresh mandate to remake Argentina”. THE ECONOMIST, 27 de octubre.
(4) “Pentagon orders aircraft carrier to Latin America as Trump signals escalation”. DAN LAMOTHE. THE WASHINGTON POST, 25 de octubre.
(5) “Bolivia’s next president. Paz in La Paz”, CATHERINE OSBORN. FOREIGN POLICY, 24 de octubre.





