Mientras mi padre vivió, no soñaba con él. Desde que murió, lo hago constantemente. No sé muy bien por qué. Quizás hay heridas que se quedan abiertas y, cuando bajas la guardia, se meten en tus sueños y en la cámara oscura de tu cabeza deciden representar lo que duele o perdiste. De hecho, sueño con mucha gente a la que quiero y ya no está a mi lado. Tampoco en el sueño me despido de ellas. Aparecen, están y luego se van.
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