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domingo, noviembre 2, 2025

Cooperación y desafíos en Cambio Climático entre China y América Latina

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Las investigadoras de las Academia China de Ciencias Sociales Li Haomin y Chai Yu analizan las contribuciones que ha hecho China para abordar el cambio climático en América Latina, las posibilidades que ofrecen la región y el retroceso que significan en la materia las políticas de los gobiernos de extrema derecha.

Por Li Haomin** y Chai Yu*. Como país importante y responsable, China ha realizado contribuciones significativas y reconocidas mundialmente para abordar el cambio climático. América Latina ocupa una posición privilegiada en la gobernanza climática global, aportando recursos clave para la transformación verde, a la vez que es víctima del cambio climático. En los últimos años, China y los países latinoamericanos han experimentado una cooperación cada vez más estrecha en materia de cambio climático, logrando avances sustanciales en la coordinación de políticas, la transición energética, la protección forestal y las respuestas conjuntas a los desafíos climáticos globales. Sin embargo, el auge de las fuerzas políticas de extrema derecha en América Latina plantea un serio desafío a la cooperación entre China y América Latina para abordar el cambio climático. Los gobiernos de extrema derecha en América Latina generalmente adoptan una actitud escéptica, negativa o despectiva hacia el cambio climático, priorizándolo sobre otros temas como el crecimiento económico y la soberanía nacional. Esta actitud contrasta marcadamente con el consenso científico mundial y el movimiento ambientalista, lo que plantea desafíos a la cooperación entre China y América Latina en materia de cambio climático.

Contribuciones de China

Como gran país responsable, China ha realizado contribuciones significativas y reconocidas mundialmente para abordar el cambio climático. China ha promovido activamente el concepto de desarrollo verde, ha incorporado el progreso ecológico en el plan nacional de desarrollo y ha establecido objetivos claros para alcanzar el pico de carbono para 2030 y la neutralidad de carbono para 2060, demostrando así su firme determinación y compromiso con la lucha contra el cambio climático. China no solo cumplió sus objetivos de acción climática para 2020 tres años antes de lo previsto, sino que también lidera el mundo en inversión y capacidad instalada en energías renovables, impulsando con fuerza la transición energética global. China también ha participado activamente en la gobernanza climática global, promovido la firma e implementación del Acuerdo de París y, a través de plataformas como la Alianza Internacional de la Franja y la Ruta para el Desarrollo Verde, ha ayudado a los países en desarrollo a mejorar su capacidad para abordar el cambio climático, demostrando plenamente su responsabilidad como gran país. Por otro lado, China ha promovido activamente el concepto de desarrollo verde y ha promovido firmemente un cambio en su modelo de desarrollo, convirtiéndose en líder en productos fotovoltaicos, baterías de litio y vehículos de nueva energía. Las exportaciones de estos productos, servicios y tecnologías han beneficiado al mundo. China ha aplicado tecnologías verdes e inteligencia artificial a la gobernanza ambiental, acumulando una valiosa experiencia en la promoción de la integración de la digitalización y el desarrollo verde. Los proyectos de ciudades inteligentes, transporte inteligente y energía inteligente de China incorporan conceptos de bajas emisiones de carbono y respetuosos con el medio ambiente, dando ejemplo en la promoción del desarrollo verde.

América Latina

Mientras que América Latina ocupa un lugar especial en la gobernanza climática global. Las emisiones totales de carbono de América Latina son bajas, y la selva amazónica desempeña un papel crucial en la mitigación del calentamiento global, ejerciendo una influencia significativa en la gobernanza climática global. Sin embargo, los países latinoamericanos también son víctimas del cambio climático. La degradación de la selva amazónica, el derretimiento de los glaciares en los Andes y los frecuentes fenómenos meteorológicos extremos han dejado sus ecosistemas y economías en una situación de extrema vulnerabilidad. Los países latinoamericanos también son proveedores de recursos clave para la transformación verde, ya que poseen más de la mitad de los recursos mundiales de litio (el “Triángulo del Litio” de Chile, Argentina y Bolivia) y otros recursos.

En los últimos años, China y los países latinoamericanos han estrechado su cooperación en materia de cambio climático, logrando avances sustanciales en la coordinación de políticas, la transición energética, la protección forestal y las respuestas conjuntas a los desafíos climáticos globales. En mayo de 2025, la Cuarta Conferencia Ministerial del Foro China-CELAC, celebrada en Pekín, adoptó la Declaración de Pekín y el Plan de Acción Conjunto (2025-2027), que establece claramente la profundización de la cooperación en áreas como el cambio climático y la transición energética.

Brasil

La inversión directa de China en energías limpias en América Latina ha crecido rápidamente, y las empresas chinas participan activamente en proyectos hidroeléctricos, eólicos y fotovoltaicos en países como Brasil. El Grupo COFCO promueve una cadena de suministro de soja de “deforestación cero” en Brasil. Ambas partes colaboran en plataformas como el Laboratorio Conjunto de Ciencias Agrícolas para promover tecnologías verdes. En la Cuarta Conferencia Ministerial del Foro China-CELAC, China y Brasil acordaron fortalecer la comunidad de destino China-Brasil, trabajando juntos para construir un mundo más justo y un planeta más sostenible. China apoya a Brasil en la organización de la Conferencia COP30 de 2025, se compromete a abordar conjuntamente cuestiones regionales como la protección de la selva amazónica y apoya la creación de un “Fondo para la Selva Tropical Eterna”. Mediante la cooperación en satélites de recursos terrestres, China y Brasil han logrado resultados fructíferos en la protección forestal y el monitoreo del cambio climático. En 2025, comenzó la construcción de la Estación Convertidora Silvania de China State Grid Brazil Holding. El proyecto de 1.468 kilómetros, una vez finalizado, transmitirá energía eólica, solar y otras fuentes de energía renovable desde el noreste de Brasil a áreas cercanas a la capital, Brasilia, lo que impactará significativamente la seguridad energética y la transición energética de Brasil.

La planta fotovoltaica Parque Solar Caucharí, en la provincia de Jujuy, fue construida conjuntamente por China y Argentina, entró en operación comercial en 2020. Tiene capacidad para abastecer las necesidades eléctricas de 100.000 hogares, lo que la convierte en la planta fotovoltaica más grande de Argentina y Sudamérica. China y la Organización Internacional del Bambú y el Ratán lanzaron conjuntamente la iniciativa “Bambú en lugar de Plástico” y publicaron un plan de acción global. Un número creciente de países latinoamericanos, como Ecuador, Uruguay y República Dominicana, se han unido a la Organización Internacional del Bambú y para compartir las soluciones ecológicas de China.

Amenaza

Sin embargo, el auge colectivo de las fuerzas políticas de extrema derecha en América Latina plantea un serio desafío a la colaboración entre China y América Latina para abordar el cambio climático. Los gobiernos de extrema derecha en América Latina generalmente adoptan una actitud escéptica, negativa o despectiva hacia el cambio climático, priorizándolo por encima de cuestiones como el crecimiento económico y la soberanía nacional. Esta actitud contrasta marcadamente con el consenso científico mundial y el movimiento ambientalista. Las posturas centrales de la extrema derecha incluyen:

1. Escepticismo y negacionismo climático: Los líderes latinoamericanos de extrema derecha cuestionan abiertamente la ciencia del cambio climático o niegan que la actividad humana sea su causa principal. A menudo presentan el cambio climático como un “engaño” perpetrado por “socialistas” o “globalistas” para restringir el desarrollo y la soberanía nacionales. El expresidente brasileño Jair Bolsonaro calificó el cambio climático de “estafa comercial” y cuestionó los datos sobre la selva amazónica proporcionados por instituciones científicas brasileñas.

2. “Primero el desarrollo”: Su argumento central es que el crecimiento económico y la reducción de la pobreza son más importantes que la protección del medio ambiente, y que las regulaciones ambientales obstaculizan el desarrollo económico, obstaculizando la inversión y el empleo en sectores clave como la agricultura, la minería y la energía. Abogan por la flexibilización de las regulaciones ambientales y la facilidad del proceso de licencias para proyectos mineros con el fin de atraer inversión extranjera y generar ingresos.

  3. Soberanía nacional y oposición a la “interferencia internacional”: Los gobiernos latinoamericanos de extrema derecha a menudo se oponen firmemente a las críticas internacionales a sus políticas ambientales (en particular, las de países desarrollados y organizaciones no gubernamentales), considerándolas una violación de la soberanía nacional. El ejemplo más destacado es la selva amazónica. Cuando la comunidad internacional expresó su preocupación por la creciente deforestación en la Amazonía, Bolsonaro respondió afirmando que se trataba de asuntos internos de Brasil y que los países extranjeros no tenían derecho a interferir. Acusó las críticas de “colonialismo” con el objetivo de explotar los recursos brasileños.

4. Hostilidad hacia los derechos indígenas y los activistas ambientales: Las políticas de los gobiernos de extrema derecha en América Latina a menudo contradicen la protección de los derechos territoriales indígenas. Apoyan actividades de desarrollo en territorios indígenas protegidos, lo que intensifica los conflictos con las comunidades indígenas. Al mismo tiempo, presentan a los activistas ambientales y a las ONG como “enemigos del Estado” u “obstructores del desarrollo”, una retórica que exacerba las tensiones sociales e incluso expone a los ambientalistas a mayores amenazas de violencia.

El gobierno de Jair Bolsonaro en Brasil (2019-2022) ejemplifica las políticas climáticas de extrema derecha en América Latina. Entre las políticas clave se incluyen: recortar drásticamente los presupuestos y el personal de las agencias de control ambiental; Fomentó la minería ilegal, la tala ilegal y la expansión agrícola en la Amazonia, lo que provocó que las tasas de deforestación se dispararan a máximos históricos durante su mandato; y se retiró de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2019, originalmente programada para celebrarse en Glasgow, Reino Unido.

El caso de Argentina

El gobierno de Javier Milei en Argentina se centra en un libre mercado extremo, creyendo que los problemas ambientales deben ser resueltos por el mercado sin intervención gubernamental. Esto ha llevado la negación del cambio climático a nuevas cotas, quizás el ejemplo más extremo que se observa actualmente a nivel mundial. Milei declaró abiertamente que el cambio climático era una “mentira socialista” y disolvió el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Argentina, rebajándolo a una “secretaría” dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores. También impulsó un proyecto de ley ómnibus destinado a flexibilizar las regulaciones ambientales y promover la exploración de petróleo y gas, en particular en el área de esquisto de Vaca Muerta.

Los factores que impulsan esto incluyen: 1. Poderosos grupos de presión agrícolas y mineros: Estas industrias son la columna vertebral de muchas economías latinoamericanas, ejercen una inmensa influencia sobre los gobiernos y se oponen vehementemente a cualquier política ambiental que pueda restringir sus actividades. 2. La necesidad de competencia política: Los líderes de extrema derecha explotan hábilmente la retórica populista para enfrentar a las “élites” (incluyendo la comunidad internacional, científicos y ambientalistas) contra “el pueblo” (la gente común que necesita trabajo y sustento) para obtener apoyo político.

La actitud de los gobiernos de extrema derecha en América Latina hacia el cambio climático se basa ideológicamente en el nacionalismo y el liberalismo económico, priorizando las ganancias económicas a corto plazo sobre la protección del medio ambiente. Sus políticas han provocado directamente un aumento de la deforestación, la pérdida de biodiversidad y las emisiones de carbono. Esta actitud no solo representa una grave amenaza para el entorno ecológico de América Latina, sino que también tiene un impacto negativo significativo en los esfuerzos globales para combatir el cambio climático. Si más políticos de extrema derecha llegan al poder, los países latinoamericanos enfrentarán una resistencia aún mayor para abordar el cambio climático.

**Li Haomin, Ph.D., Associate Research Fellow at the Institute of Latin American Studies, Chinese Academy of Social Sciences.
* Chai Yu, Ph.D., Senior research fellow, Professor, Director-general of the Institute of Latin American Studies, Chinese Academy of Social Sciences (CASS)

Redacción

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