La cuarta edición del Music Wins Festival, que se hizo el domingo 2 de noviembre en las instalaciones del Mandarine Park & Tent en Punta Carrasco, tuvo a Primal Scream y a Massive Attack como actos centrales de cierre en una jornada espectacular que antes vio pasar a créditos internacionales como Yo La Tengo, L’Impératrice y The Whitest Boy Alive y a los locales Winona Riders, Camionero, Nina Suárez u OK Pirámides, entre otros. Un lugar apto y ameno para esta clase de eventos, y una multitud cool que supo esperar con paciencia a sus favoritos.
Tras una intro con la versión del clásico de Burt Bacharach y Hal David What the World Needs Now Is Love por parte de Jackie DeShannon, Don’t Fight It, Feel It fue el primer tema que tocó Primal Scream.
En medio de Love Insurrection, segunda canción y primer single de Come Ahead, su muy buen último disco publicado a finales del año pasado, un fan le arrojó a Bobby Gillespie, frontman de la banda, una bandera palestina con la leyenda “Palestina Libre”. El cantante la agarró y la agitó, para luego acotar en un inglés bien cerrado una consigna en contra del “Motherfucker de la motosierra” y recibir una ovación.
Acto seguido apuntó junto a su banda a un set corto (los acérrimos tendrán revancha este lunes 3 en el C Art Media con un recital más largo, tal como prometió el propio Bobby desde el tablado) entre rockero (Medication, la balada I’m Losing More Than I’ll Ever Have), discotequero (Loaded, con mención a la Mano de Dios de su adorado Diego Maradona; Movin’ On Up) y stone (Country Girl, Rocks).
El aire libre por momentos le jugó en contra, ya que el sonido a veces se perdía entre la guitarra de Andrew Innes y la voz de Gillespie, pero el carisma del escocés, que a esta altura adoptó y fue adoptado por el público argentino como otro hijo pródigo, hizo que ni el micrófono ni el grupo se mancharan.
Primal Scream, en el Music Wins. La banda es fanática de Maradona y lo nombran en la canción «Loaded».
Un ataque masivo
De inicio, una pantalla de fondo con tipografías similares a Matrix y oraciones que se disuelven más que rápido como tweets que no logran ser leídos. Una fidelidad de audio notable para un ámbito abierto, y una iluminación en blanco y negro para realzar un clima sombrío y opresivo. Y un uno dos knockeador de entrada con las voces invitadas Horace Andy y Liz Frazer (Cocteau Twins, This Mortal Coil).
Massive Attack brindó un concierto memorable en función a lo musical, mucho más cercano al post punk con toques industriales (no en vano el álbum que más sonó fue Mezzanine) que al trip hop.
Massive Attack, en el Music Wins. Más cerca del post punk que del trip hop. Foto: PrensaY para mejor, Frazer interpretó una versión descomunal de la Song to the Siren de Tim Buckley que This Mortal Coil grabó en It’ll End in Tears (1984) y el combo arremetió con una toma punkie de RockWrok de Ultravox! No faltaron clásicos como Angel, Inertia Creeps o Unfinished Sympathy, y Robert Del Naja y Grant Marshall se lucen con un manejo preciso de los tonos grises que generan.
“Luchen contra el populismo de derecha”. Del Naja tira la frase y recibe como respuesta un “¡Milei, basura, vos sos la dictadura!” por parte del público. Las infaltables menciones políticas de todo show de Massive Attack también dijeron presente el domingo.
Camionero, en el Festival Music Wins. La banda argentina tiene un público cada vez más masivo.Cuando las consignas apuntaban a conspiranoias mundiales en un tono poético y casi humorístico cercano a William S. Burroughs y Thomas Pynchon (“La sospecha es otra forma de control”, las denuncias contra la industria armamentista o las quejas contra los medios y las redes sociales) resultaban más eficaces que las imágenes de Donald Trump, Benjamín Netanyahu (el más silbado de la noche por lejos) o Vladimir Putin, que tuvieron su clímax con el final de Safe From Harm y la insignia palestina proyectada en la pantalla. Nada que no se supiera desde antes del show, y nada que haya empañado un soberbio resultado final.





