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miércoles, noviembre 5, 2025

La cantante e investigadora del Conicet Elizabeth Karayecov se presenta en La Plata con su big band

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Elizabeth Karayecov y su banda se presentan en el Teatro Bar de La Plata

Elizabeth Karayecov y su banda se presentan en el Teatro Bar de La Plata

Elizabeth Karayecov se presenta con su banda en La Plata

—Por lo general, en varias entrevistas has hablado de tu infancia y primeros años de juventud en Uruguay, los estudios universitarios allí y luego el doctorado en Argentina; pero ¿cómo era Elizabeth de niña? ¿Qué soñaba, a qué jugaba, alguna inspiración que de grande se materializó?

—De chica era muy intensa, pobres mis padres. Era una de esas chicas que quieren que siempre las miren. Mis juegos tenían que ver con una cuestión artística: cantar, bailar; hacer patín artístico también me encantaba. Pero lo que más me divertía era inventar coreografías con las canciones que me gustaban en ese momento, las de David Bowie, Europe; y jugar a que cantaba. Lo que más me acuerdo era que cantaba con el cassette de Rocas Vivas, de Miguel Mateos, y me venía bárbaro porque al ser en vivo, tenía los aplausos y la gente cantando, y yo me imaginaba que estaba en el escenario.

—Pero esos sueños no fueron los que guiaron tu primera profesión, ¿verdad? ¿Vos te dedicaste a la ciencia?

—Sí, primero agarré para el lado de la Biología y no pensé en el arte como una profesión a la hora de elegir. Optar por una carrera fue algo que me tomé muy en serio y sabía que lo iba a hacer a conciencia. Pero lo artístico, como el canto o la danza (yo había sido aceptada en la Escuela Nacional de Danza cuando era chica) no se me ocurrió como una profesión. Tenía una pulsión hacia todo lo vivo, las plantas, los animales, todo eso me tiraba un montón; entonces me incliné por estudiar Biología. Y de alguna manera, cuando canté por primera vez arriba de un escenario, sola y al frente de una banda que en ese momento era de covers, sentí que un poco estaba haciendo realidad mi juego. Y eso me dio una nostalgia linda, como que materialicé un sueño de la infancia.

—Vos cantabas en bandas que hacían covers y en eventos, ¿cómo va surgiendo la idea de crear una big band?

—Sí, eso fue un poco después cuando arranqué trabajando con la música. Primero empecé con unas experiencias amateur. Recuerdo que la página de Alternativa teatral tenía como una bolsa de oportunidades y yo siempre miraba si había bandas que necesitaran cantante. En esa época ya estaba avanzada en el doctorado, me había ido a Buenos Aires, y me podía dar un tiempo para ese gustito. Fue tomar una decisión lo de encarar la carrera musical, salir del plano amateur, de mi divertimento. Quien era el director musical del coro de música afroamericana en el que yo cantaba fue uno de los grandes promotores para que tomara esa decisión. Recuerdo que él me dijo: “médicos frustrados por no haber sido músicos, vas a encontrar, pero músicos frustrados, no”. Fue complicado para mí porque venía de un circuito totalmente distinto; cuando empecé a cantar yo conocía más biólogos que músicos.

Elizabeth Karayecov y la big band (3)

Es investigadora del Conicet y al mismo tiempo desarrolla su carrera de cantante

Es investigadora del Conicet y al mismo tiempo desarrolla su carrera de cantante

—Y en tu caso, además, lo interesante es el género. Porque es más fácil encontrar bandas de pop o rock para sumarse, pero tu búsqueda era por otro lado: gospel, jazz y una big band

—Yo siempre tuve una inclinación natural con ritmos que tenían que ver con lo afroamericano. No es que en mi casa se escuchara esa música, pero recuerdo que mi primera conexión fue con Ray Charles. Por eso cuando empecé a cantar, lo hice en un coro de música gospel, y después con el blues, esas eran sonoridades que yo sentía muy bien para mí. Cuando decidí hacer mi primera banda, yo ya sabía que quería que fuera con instrumentos de viento, así que arranqué con una que tenía siete integrantes y entre ellos, tres eran vientos. Hacíamos un repertorio de rithm&blues con canciones que ya eran conocidas por el público, pero no en sus versiones originales, es decir, interpretadas por cantantes femeninas. Por ejemplo “Hound Dog” es conocida por Elvis, pero nosotros la hacíamos como Big Mama Thornton que la había grabado antes que él. Desde el principio hubo una búsqueda con las versiones e interpretaciones para resaltar la figura femenina.

—Cuando empezaste con la big band, tomando decisiones y proponiendo hacer este repertorio, ¿sentiste alguna presión extra por ser mujer y hacerte cargo del armado del grupo?

—No lo sentí en cuanto al armado de la banda, sino en el hecho de que estaba tratando de meterme en un circuito que yo no conocía mucho. Lo que me resultó más difícil fue encontrar los instrumentos de viento. Pero tuve mucha suerte, uno es Ernesto Salgueiro, que es el director de la orquesta en este momento. Lo conocí trabajando en una banda de eventos, y si bien él tenía su trabajo incluso con Nito Mestre, quiso sumarse a mi proyecto. Así que para mí esto era ir para adelante y mandarse; y esa ha sido la actitud que me ha llevado a recorrer este caminito de cumplir los pequeños sueños.

—Cuando piensan un espectáculo, ¿cuánto es idea tuya y cómo se suma el resto? ¿Cómo surge cada show?

—La raíz nace de un deseo personal. Por ejemplo, para armar el show que vamos a llevar a La Plata que se llama Ases del Swing, pensé: quiero armar un espectáculo que le proponga a la gente una fantasía. Y eso se transformó en: ¿a dónde puedo llevar a la gente? Es decir que la idea primigenia parte de mí. Después hay un gran trabajo que se hace con el director musical que es cómo construir la lista de las canciones. Pensamos en algunas para ciertos momentos y otras veces es al revés. Por ejemplo, este año que tenemos Believe de Cher quisimos llevarla hacia canción dramática lenta, jugar con los ritmos y los climas. Después hubo un trabajo muy intenso que hicimos con el director de la puesta en escena, Alejandro Viola, que además es el director de Los Amados. Yo quería que el lugar fuera un casino que tiene que ver con el estilo original de la orquesta, la época crooner de Frank Sinatra y Dean Martin en Las Vegas. Me parecía que ahí había una coherencia que tenía que ver con lo estético, lo musical y lo histórico que hacía cuadrar lo del casino, y pensarnos nosotros como medio “atorrantes” haciendo algo medio turbio, un poco perdedores. Fue muy divertido pensar el guión y cómo transitar el show.

Elizabeth Karayecov y la big band (1)

—Lo original de ustedes es que reversionan temas del repertorio pop/rock y hasta cumbias en clave swing. ¿Les pasó que les llegaran críticas de los puristas de alguno de los géneros en sí?

—Seguro debe haber algo de eso pero no me ha llegado nada pese a que estamos en la era de que se dice cualquier cosa en las redes sociales. Pero te puedo asegurar que nuestro director musical es el más quisquilloso de todos. Él está pendiente y absolutamente consciente de que a veces transitamos por terrenos un poco complicados que se vuelven cornisas de las cuáles no se quiere caer; entonces muchas veces me frena un poco. Por ejemplo, el tema de Gilda fue muy complicado. Yo quería hacer una canción de ella hacía muchísimos años, eso me llevó mucho tiempo y trabajo con él para que se animara y estuviera seguro. Para eso y para muchos temas, también trabajamos los arreglos con el “pollo” Raffo. Pero sabemos que cuando nos metemos en el tema de la música nacional hay que ser doblemente cuidadoso.

—Una de las cosas que más destaca en los shows, además de lo musical, por supuesto, es tu estilismo que remite a las solistas de los años 40’s/50’s. ¿Cómo lo armas? ¿Buscás las prendas? ¿Te las hacen según el espectáculo?

—En mis comienzos, cuando era más difícil sumarse a las agendas de ciertos espacios, tuve la suerte de cruzarme con gente generosa como la del Be Bop que nos dieron un lugar, y pese a que a veces nos tocaba el horario de la trasnoche de los viernes, aunque hubiera cincuenta personas, yo hacía cambio de vestuario porque para mí el espectáculo requería eso. De por sí, la línea para mí siempre fue la de un vestuario clásico pero que lo llevara al pop. Algo que al igual que el show representara lo clásico pero con esa fusión de estilos. En un principio encontré en Las Oreiro las prendas ideales porque con sus colores y texturas me daban lo que necesitaba. Al ir cambiando la identidad de la marca, se me fue complicando, y este año fue todo un desafío. Nunca me mandé a hacer nada, porque con esos diseños no necesitaba nada a medida; y para este show, tuve la suerte de encontrar en la marca Mono Fuc by Pampita, el vestido verde que necesitaba, fue increíble porque además tiene flecos y es el color que iba con ese momento del show. También tuve suerte con los guantes que son super importantes en mis espectáculos, y los hace el diseñador de Barroqua. Por ejemplo, en Los Ases del Swing me pongo billetes dentro de los guantes y los reparto entre el público.

—Por último, ¿qué le dirías a la gente de La Plata? ¿Por qué tienen que ir a verlos?

—Para pasarla bien, es un espectáculo que da mucha alegría y mucha energía, esa es la potencia de la orquesta. El guion es muy divertido, invita a pasarla bien y promete al público que va a ganar, que no es poco. Es encontrarnos a disfrutar de una sonoridad quizás nueva para muchos, pero de la mano de canciones que ya llevamos en nuestro corazón: desde los Bee Gees, hasta Kiss, pasando por Soda Stereo; son esas que sabemos todos. La invitación está hecha, así que los esperamos.

Redacción

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