Barcelona
Esquerra ya estaba en el barco y este viernes se ha subido Barcelona en Comú, que tenía las maletas hechas pero había puesto condiciones a la navegación. El gobierno de Jaume Collboni ha aceptado sus cláusulas y por fin se pueden dar por casi aprobadas (el 100% no existe en política hasta que un papel lo certifica) las ordenanzas fiscales, esto es, los impuestos municipales que pagan los ciudadanos, los empresarios y los comerciantes. Y los turistas, porque dos de las novedades son subir el IBI a los grandes hoteles y establecimientos de ocio e incrementar un euro la tasa que pagan los forasteros por noche, un encarecimiento que se mantendrá año tras año hasta que en 2029 se llegue a los ocho euros.
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Jordi Valls, teniente de alcalde de Economía, y Janet Sanz, líder del grupo municipal de los Comuns, han firmado el acuerdo que deberá refrendarse en una votación definitiva en el pleno de enero, de manera que las modificaciones puedan aplicarse cuanto antes. El concejal del PSC ha recordado que no hay “ninguna subida de impuestos prevista para la ciudadanía o para los pequeños empresarios” pero sí para el turismo, convertido, de un tiempo a esta parte, en la gallina de los huevos de oro del Ayuntamiento. Con un dato se entiende todo: después del IBI y las plusvalías, la tasa municipal sobre los visitantes que pernoctan ya es el tercer mayor ingreso. El año pasado fueron 106,5 millones, y desde el 2014, el consistorio ha ingresado 315,4 millones por este concepto, que entre otras cosas, permite pagar la instalación de aire acondicionado en las escuelas públicas.
Más ingresos
El incremento del impuesto aplica a un total de 225 inmuebles vinculados con el
ocio y la hostelería de la ciudad
La modificación prevista en las ordenanzas fiscales pactadas por PSC, Esquerra y BComú (24 votos de un total de 41 concejales) incluye un incremento del IBI de los grandes hoteles y locales de ocio (centros comerciales, por ejemplo) de la urbe, que pasarán de pagar el 1,17% a 1,30%, tal y como pedían los Comuns. “El marco fiscal –ha concretado el teniente de alcalde Valls– lo permite”. Se llega al techo que avala la ley, de hecho, aunque no se empezará a aplicarse hasta el 2027. El incremento afecta a un total de 225 inmuebles de ocio y hostelería que tienen un calor catastral superior a 5.285.394 euros. “Estos activos se han revalorizado de forma importante en los últimos años, creemos que pueden contribuir mucho más a lo que es la fiscalidad de la ciudad”, ha estimado el edil socialista.
Turistas por las calles de Barcelona, el pasado verano
Àlex Garcia
Sanz ha celebrado haber llegado a “un buen acuerdo para la población que pone en evidencia que las izquierdas son mayoría en Barcelona”. También ha festejado la predisposición de los socialistas a estudiar otras medidas puestas por los Comuns sobre la mesa para aprobar las ordenanzas fiscales del 2026. Tienen que ver con la vivienda, el comercio y el urbanismo. Primero, que el IBI no sea el mismo para el que compra para vivir “que para el que compra para especular”, y que los arrendatarios no paguen este impuesto “que debe recaer en el dueño”. Segundo, echar mano de los planes de usos para limitar actividades como los supermercados 24 horas o los comercios “vinculados con las uñas”, en palabras de Valls. Y tercero, trabajar en proyectos de rehabilitación de barrios frágiles sobre todo el del Besòs i el Maresme, donde también urgen reformas urbanísticas.
Que se aprueben las ordenanzas fiscales no implica que Collboni vaya a sacar adelante los presupuestos del 2026 por la vía ordinaria. Esquerra ya ha dicho que votará a favor, pero eso solo suma 15 votos. Los Comuns pusieron otras condiciones (no tocar las propiedades municipales ocupadas por familias vulnerables en Vallcarca y poner fin al alquiler de temporada). Por lo que dijeron ayer, la negociación va bien. Pero Sanz deja el ayuntamiento en diciembre: ¿de verdad se irá echando una mano al PSC?





