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sábado, noviembre 8, 2025

Dos investigadores barilochenses descubrieron «las autopistas» acuáticas milenarias en el Nahuel Huapi

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Uno suele pensar la arqueología en contextos terrestres. Un estudio elaborado por dos investigadores de Bariloche puso el foco en el ambiente acuático.

Por lo general, se piensa en la ocupación de la Patagonia, y específicamente del norte, desde los ambientes terrestres, pero esto es parcial. Los ambientes acuáticos no solo fueron proveedores de recursos o ambientes deportivos y recreativos. No están vacíos de historia humana y en esto, la investigación de Federico Scartascini y Alhue Bay Gavuzzo, integrantes del Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio, que pertenece a la Universidad Nacional de Río Negro y el Conicet, resulta innovador.

«Nuestro artículo científico amplía la mirada del lago como algo puro, prístino, deportivo y recreativo. Los lagos fueron claves para la ocupación humana en los Andes. Tiene una dimensión cultural. Hay que pensar el lago como una especie de autopista que permitió ocupar, dimensionar y darle sentido al territorio«. Así definió Scartascini, investigador del Conicet en Bariloche, un trabajo sobre la movilidad humana ancestral en la región andina de la Patagonia que fue publicado por Journal of Archaeological Science, una de las publicaciones más prestigiosas a nivel internacional en arqueología. El trabajo fue titulado «Análisis de la ruta de menor costo y navegación fluvial de cazadores-recolectores patagónicos».

El estudio aborda la compleja geografía del norte de los Andes patagónicos y su paisaje mixto de montañas, bosques, lagos y ríos. Utilizando el modelo de «Análisis de Rutas de Menor Costo», los investigadores desarrollaron un modelo innovador que, por primera vez, integra el costo de moverse por tierra y por agua para predecir las rutas de movilidad de los antiguos grupos cazadores-recolectores.

Federico Scartascini y Alhue Bay Gavuzzo, integrantes del Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio. Foto: Chino Leiva

Este modelo permitió demostrar la importancia de la navegación, evidenciando que el tránsito acuático fue un factor crucial tanto para la ocupación humana como para la expansión de las redes sociales en el área. De esta manera, el agua no era vista como un obstáculo insalvable, sino como un medio eficiente que facilitaba el traslado.

Además, la navegación ancestral (fluvial y lacustre) ofrecía rutas de menor costo que el tránsito terrestre. Esto la convirtió en una estrategia esencial para la ocupación humana del territorio hace miles de años. Las actuales rutas de kayak y senderismo así lo confirmaron: lagos y ríos funcionaron como corredores clave para los cazadores-recolectores.

«Sabíamos que los lagos nortapatagónicos se venían navegando desde hacía tiempo, aunque resulta difícil establecer la antigüedad con precisión. Y no sabíamos cómo ocurría esa navegación», señaló Scartascini que también es docente de la Universidad Nacional de Río Negro.

La antigüedad mínima de la práctica de navegación en el parque Nahuel Huapi, estiman, tiene 2000 años.

Comentó que la navegación era más frecuente en el territorio chileno, del Golfo al sur, donde circularon los grupos canoeros. Allí se encontraron canoas monóxilas (hechas ahuecando un tronco). En el Nahuel Huapi también se encontraron varios registros: uno de ellos fue recuperado en un contexto arqueológico en los 70 y el resto se obtuvo por hallazgos fortuitos de pobladores.

«Esas canoas son, por su construcción y sus características tecnológicas, del contexto hispano indígena. De ese momento de contacto. Pero sabíamos que algunos sectores del lago se venían usando antes de la llegada de europeos, como la Isla Victoria», señaló y aclaró que si bien no han encontrado ninguna canoa, era la única forma de llegar a la isla.

Los investigadores se propusieron indagar cómo podían funcionar esas rutas ancestrales. Sospechaban que la historia de la ocupación del área se modificó cuando apareció la navegación como tecnología. «No solo implica el objeto, como las canoa y los remos, sino una serie de prácticas y conocimientos asociados al desarrollo de esta tecnología que tiene implicaciones sociales y culturales. Cuando la navegación comenzó a ser un medio de transporte efectivo habilitó que muchos sectores del bosque andino fueran usados de manera más recurrente y sistemática«, planteó.

Los investigadores elaboraron un modelo que asignaba cualidades geográficas al espacio a fin de pensar en la circulación humana en ese territorio. «El Nahuel Huapi, por ejemplo, presenta varias particularidades: cobertura vegetal, pendientes. Tratamos de asignarle al paisaje cualidades geográficas para identificar qué lugar tenía más y menos potencial como vías de circulación«, describió.

Puso como ejemplo que todos los lugares «por encima de los 40 grados de pendiente no son favorables para transitarlos. Hay otros lugares que son barreras cubiertas de nieve».

Scartascini recalcó que lo innovador del trabajo es que «en un solo modelo integrado, asignamos valores de dificultad de tránsito para ambientes continentales terrestres y modelos acuáticos».

«Las condiciones geológicas del lago son cambiantes. Entonces, consultamos con kayakistas locales que vienen navegando desde hace años. Les pedimos que marquen la dificultad considerando la topografía, los lugares para embarcar y desembarcar, vientos predominantes y olas. Esos mapas participativos se volcaron en un solo mapa y le asignamos valores de dificultad al tránsito acuático», dijo.

Este trabajo mostró que, sin las estrategias de navegación, muchos sitios hubieran quedado desconectados ya que los costos de tránsito se triplican o cuadriplican cuando no se puede navegar.

Los investigadores pensaron en canoas no vinculadas a las personas sino ancladas al territorio. «Estaban disponibles en distintos puntos estratégicos en la zona perilacustre y las personas sabían que las podían usar para hacer cruces. De esta forma, podían alcanzar territorios que, de otra manera, serían inaccesibles. O para conectar el bosque y la estepa«, comentó.


Las rutas de «menor costo» predichas por el modelo (las rutas ancestrales más eficientes) fueron validadas mediante la comparación con las rutas de senderismo y kayak que se utilizan actualmente en el Parque Nacional Nahuel Huapi y zonas aledañas. Esta correlación demostró una coincidencia entre la elección de caminos de los antiguos habitantes y los elegidos hoy por aventureros y turistas.


Redacción

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