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domingo, noviembre 9, 2025

Tiene 4 temporadas y es la serie más curiosa (y brutal) de Prime Video: de los cómics a ser considerada de culto

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En un universo donde los superhéroes son estrellas pop y las corporaciones manejan la moral del mundo, The Boys irrumpió y pateó el tablero. Estrenada en 2019, esta serie original de Prime Video se convirtió en un fenómeno inesperado: una historia salvaje, incómoda y adictiva que mezcla humor negro, crítica política y litros de sangre con el brillo de Hollywood. Detrás del caos hay un elenco encabezado por Karl Urban y Antony Starr -sí, el aterrador Homelander-, y una producción que no teme ir más allá.

Nació como una adaptación del cómic de Garth Ennis y Darick Robertson, pero mutó en una criatura con vida propia: un espejo feroz de nuestro tiempo, de la cultura del espectáculo y del culto al poder. Lo que parecía una sátira más terminó ganando premios, rompiendo récords y convirtiéndose en una de las ficciones más alabadas y temidas del streaming.

Si en Los Vengadores o La liga de la justicia, los héroes representan la esperanza, en The Boys encarnan la corrupción. Los “supes” de esta historia son ídolos de masas manejados por una megacorporación que los vende como salvadores mientras oculta sus crímenes. La trama sigue a un grupo de mortales que intenta exponerlos: los Boys.

Karl Urban interpreta a Billy Butcher, un antihéroe carismático que odia a los superhéroes tanto como a sí mismo. Su contraparte es Homelander, el rubio impoluto que personifica el narcisismo y la violencia de un sistema que fabrica ídolos para consumo masivo. Antony Starr construye en él una de las actuaciones más inquietantes de los últimos años.

La serie, creada por Eric Kripke (el mismo detrás de Supernatural), juega con los límites: combina acción, sátira política y sexo explícito, pero con un trasfondo de crítica social tan punzante como su humor.

“No hay nada más peligroso que un héroe con poder absoluto y sin empatía”, dijo Kripke en una entrevista. “Esa es la metáfora central de la serie”.

Del cómic al fenómeno de culto

Cuando Prime Video estrenó la primera temporada, el boca a boca fue inmediato. No era la típica historia de superhéroes: era una radiografía ácida del presente. En pocos meses, The Boys generó una base de fans que creció como un culto.

Los seguidores diseccionan cada escena, citan frases de Homelander como si fueran discursos políticos y crean teorías conspirativas sobre los personajes. En foros y redes sociales, se multiplican los análisis sobre su simbolismo, las referencias a la actualidad y la audacia de sus escenas.

A medida que avanzaron las temporadas, la serie se consolidó como una de las más vistas del catálogo de Prime Video, superando a producciones de presupuesto mayor. Y lo hizo sin perder su espíritu punk, su incorrección y su mirada cínica sobre el heroísmo moderno.

Lo curioso de The Boys es que logró algo raro: ser de culto y premiada a la vez. Ganó cuatro premios de sus doce nominaciones a los Primetime Emmy, entre ellos por efectos visuales y edición. También se llevó los Critics’ Choice Super Awards como Mejor Serie de Superhéroes y Mejor Villano en una Serie para Antony Starr.

El reconocimiento vino acompañado de controversias: escenas censuradas, debates sobre violencia gráfica, y campañas de fans que pedían “no suavizar” el tono. Cada nueva temporada se estrena entre la expectativa y la indignación, una mezcla perfecta para una serie que se alimenta del caos.

“No queríamos hacer una parodia de Marvel o DC”, explicó Kripke. “Queríamos hablar de nosotros, de cómo el poder y la fama deforman la empatía. Y Prime Video nos dio libertad absoluta para hacerlo”.

Antony Starr: el villano que se volvió icono

Homelander, el villano que se convirtió en ícono.

Homelander es uno de los villanos más complejos de la televisión moderna. Su sonrisa impecable y sus explosiones psicóticas lo convirtieron en un símbolo de poder y descontrol. Antony Starr, actor neozelandés conocido antes por Banshee, construyó un personaje que da miedo incluso cuando no hace nada.

Su actuación, elogiada por críticos y premiada en festivales, es clave para entender por qué The Boys trasciende el género. Homelander no es sólo un villano; es un retrato del narcisismo contemporáneo, de la adicción al aplauso y del peligro de la adoración ciega.

Karl Urban, en cambio, aporta el contrapeso: su Butcher es brutal pero humano, capaz de emocionar y asquear al mismo tiempo. Juntos, crean una química que sostiene el corazón podrido de la serie.

En tiempos de influencers, algoritmos y discursos extremos, The Boys se siente más actual que nunca. Su mensaje sobre el poder, la manipulación mediática y el fanatismo tiene eco fuera de la pantalla.

La cuarta temporada -estrenada este año- eleva la apuesta: más política, más ironía, más locura. Y mientras sus fans esperan la quinta (que ya fue confirmada), la serie se consolida como una de las joyas más provocadoras del catálogo de Prime Video.

“En un mundo donde todos quieren ser héroes, The Boys te obliga a mirar quiénes son los verdaderos villanos”, resumió un crítico de The Guardian.

Redacción

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