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martes, noviembre 11, 2025

De fe al capital: el nuevo credo de Javier Milei

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El itinerario reciente de Javier Milei dice más que cualquier discurso. En menos de una semana, el presidente argentino pasó de recibir la bendición de los pastores evangélicos en la Casa Rosada a rezar en la tumba del Rebe de Lubavitch en Nueva York, y cerrar el viaje con un encuentro con empresarios del American Business Forum. Tres escenarios distintos, pero un mismo mensaje: el poder, la religión y el mercado se fusionan en un relato que busca darle sentido espiritual al ajuste económico.

La Casa Rosada convertida en templo

La secuencia comenzó en Buenos Aires, donde Milei convocó a pastores evangélicos de todo el país con motivo del “Día de las Iglesias Evangélicas”. Allí, entre oraciones, bendiciones y discursos, el presidente se mostró conmovido y agradecido, adjudicando su triunfo a la intervención divina.

El acto no fue una simple ceremonia de fe: fue un gesto político. La alianza con los sectores evangélicos —con creciente influencia en los barrios populares y en la política latinoamericana— es parte central del andamiaje ideológico del gobierno. En ellos, Milei encuentra el soporte moral para su programa de recortes: el sacrificio se presenta como virtud, la pobreza como prueba y el orden como mandato divino.

Como antes Bolsonaro en Brasil, Milei comprende que las iglesias pueden funcionar como una red social y política capaz de sostener la narrativa del “cambio” desde abajo, pero con dirección conservadora.

El salto del altar al mausoleo: la visita a la tumba del Rebe de Lubavitch

Pocos días después, el presidente viajó a Nueva York y realizó una parada simbólica en el cementerio de Queens, donde descansan los restos del rabino Menachem Mendel Schneerson, el “Rebe” de Lubavitch. Milei entró con kipá, rezó, dejó una nota y salió en silencio.

Esa imagen de sobre actuación judaica (Milei no es judío), recorrió el mundo: un presidente argentino arrodillado ante una tumba en busca de inspiración o bendición. Más allá de la dimensión espiritual, el gesto tiene un fuerte contenido político: Milei se presenta como un líder “ungido”, con misión trascendente. En su narrativa, el ajuste no es una decisión política sino una forma de redención nacional.

En tiempos de crisis, los proyectos autoritarios suelen apoyarse en el lenguaje religioso para justificar la desigualdad. La fe reemplaza a la política; el dogma sustituye al debate.

El American Business Forum: de la oración al contrato

El cierre del viaje fue en el American Business Forum, donde Milei se reunió con grandes empresarios y fondos de inversión. Allí prometió previsibilidad, libertad económica y el fin del “populismo”.

El presidente ofreció un país disponible para los negocios, mientras en Argentina se multiplican los despidos, se recortan políticas sociales y se privatizan servicios públicos.

El mensaje fue claro: la pobreza se atiende con fe; la economía, con capital extranjero. El mismo discurso que empieza en la Biblia termina en Wall Street.

Mamdani en Nueva York: la contracara del modelo

Paradójicamente, mientras Milei buscaba legitimidad entre rezos y ejecutivos, en la misma ciudad triunfaba Zohran Mamdani, joven socialista, hijo de inmigrantes, musulmán y militante por la justicia social. Su programa —transporte gratuito, control de alquileres, inversión pública— es la antítesis del credo libertario.

Mientras en Buenos Aires se celebra la austeridad como virtud moral, Nueva York elige un gobierno que vuelve a hablar de derechos colectivos.

La imagen es potente: el presidente argentino rezando ante el pasado, mientras una nueva generación política en el norte global empuja hacia el futuro.

Fe, mercado y poder: un triángulo peligroso

Milei está construyendo algo más que un gobierno: está edificando una religión política. Una doctrina donde el mercado es Dios, la pobreza es testimonio y la obediencia es virtud.

La alianza con los pastores y empresarios es funcional: unos ofrecen legitimidad moral, los otros poder económico. Pero el pueblo argentino queda en el medio, soportando un ajuste que se disfraza de destino.

El problema es que la fe puede sostener una narrativa, pero no llenar la heladera. Y el capital puede financiar un modelo, pero no construir legitimidad social.

Conclusión: el credo del ajuste

En el mapa global, el contraste es evidente. Mientras Milei busca redención en los templos y confianza en los mercados, Mamdani demuestra que otra política es posible: una política del cuidado, la justicia y la igualdad.

Argentina, en cambio, parece haber ingresado en una nueva etapa del neoliberalismo: una que ya no necesita solo de tecnócratas, sino de predicadores.

De la fe al capital, el camino del presidente es coherente con su dogma: un país en venta, pero bendecido.

  • Silvia Abaca

Redacción

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