Si bien no hay un antecedente oficial que lo defina se instaló la fecha a nivel mundial. Las fábricas de churros que agrupa APYCE (la Asociación de Pizzerías y Casas de Empanadas y Afines) declaran que en Argentina su celebración se asocia al 11 del 11 inspirados en la forma del clásico churro: palitos que representan la fecha.
En Argentina, el churro tiene una identidad muy marcada: mantiene su formato recto tradicional y es un producto emblemático que forma parte del paisaje gastronómico nacional.
Se consume en todo el mundo en múltiples versiones -con azúcar, dulce de leche, chocolate o incluso salados-, pero cada país le imprime su sello propio. Una vez al año, esta celebración busca rendir homenaje a su historia, promover su consumo y destacar la expansión internacional que el churro ha logrado con el paso del tiempo.
Como ocurre con muchas recetas tradicionales, varios países se disputan el origen del churro. Algunos rastrean su historia hasta China, mientras que España fue uno de los primeros en adoptarlo y perfeccionarlo, al punto de considerarse la cuna del churro.
Dos historias detrás de miles de churros
«Sol de Galicia» es una de las fábricas de churros más importantes del país. Nació en 1957 como un pequeño emprendimiento familiar, con una receta artesanal traída por sus fundadores gallegos. Hoy es una de la empresas líderes del rubro, que elabora churros, mini churros, donas, berlinesas, pastelitos y tortas fritas.
Centa con 120 empleados y cuatro plantas de elaboración ubicadas en Avellaneda, Morón, Villa Martelli y Flores (CABA). Todas cuentan con reparto propio y, además, dispone de un local de venta directa al público. Un dato curioso: un reconocido bar notable porteño, famoso por sus churros, ofrece en realidad productos elaborados por esta fábrica.
Otro ícono del rubro es la tradicional “Churrería El Topo”, que arrancó como un clásico de la costa atlántica argentina. Su historia comenzó en el verano de 1968, cuando Hugo y Cacho inauguraron la primera churrería en Villa Gesell. Al momento de colocar el cartel, el letrista les sugirió agregar un nombre y propuso “El Topo”, inspirado en el popular personaje de televisión “Topo Gigio”. Los fundadores decidieron colgar el cartel al revés para llamar la atención… y así nació una marca legendaria. El éxito fue inmediato: las largas filas en los días de lluvia, los churros en la playa bajo el sol y la tradición de los jóvenes que, al salir de los boliches, buscaban churros recién hechos a las cuatro de la madrugada.
Con los años, la segunda generación familiar impulsó su expansión, convirtiéndola en la churrería con más locales del país. Todos los locales pertenecen a las familias fundadoras y ofrecen opciones aptas para veganos, adaptándose a las nuevas tendencias de consumo.
Los churros más elegidos por los argentinos
Los tradicionales, los rellenos de dulce de leche y los bañados en chocolate, los churros que más se consumen en el país.Hacer un ranking no es tarea sencilla: cada fábrica desarrolla sus propias recetas y combinaciones. Sin embargo, todos coinciden en que los sabores más vendidos son el relleno de dulce de leche, el churro clásico, el bañado con chocolate, el de crema pastelera y el de Nutella.
La receta tradicional y la curiosidad del público impulsaron con el tiempo la creación de nuevas versiones, tanto dulces como saladas. Hoy se pueden encontrar churros de queso cheddar, roquefort, hummus, jamón y queso, membrillo, crema de limón e incluso aceituna.
Entre las variedades más recordadas figura una propuesta tan audaz como exitosa: los churros de vitel toné, que causaron furor en su momento.
La innovación no se detiene. Los sabores más “gourmet” incluyen pistacho, kit kat, sambayón, óreo, menta con chocolate y pasta saborizada de frutilla. Con el reciente boom del “Chocale Dubai”, las fábricas también se sumaron a la tendencia con el relanzamiento del churro de pistacho bañado en chocolate, uno de los nuevos favoritos del público.





