Por Mara Estévez*
Tanto las radiografías como las resonancias captan imágenes que son hallazgos. La evidencia científica nos demuestra que pueden ocurrir fracturas, es decir un traumatismo, y puede haber distintos tipos de fracturas.
Se considera fractura cuando el traumatismo llega al otro extremo del hueso; y si no llega a ningún extremo, se trata de una fisura. En tanto, a partir de los 30 o 40 años, el 50 por ciento de la población tiene protrusiones discales, es decir, hernias de disco. Y con respecto a las imágenes, puede ocurrir que, a pesar de lo que muestren, la persona no tenga ningún tipo de síntomas.
También ocurre que, con el correr de los años y debido al propio uso, las articulaciones se van degenerando. Cuando el paciente concurre a hacerse un estudio porque le duele alguna zona del cuerpo, el informe reflejará todo lo que tiene esa articulación, pero será el profesional en base a lo que le dice el paciente quien determine la causa de ese dolor. En este contexto, también puede pasar que, a pesar de lo que muestren las imágenes, el dolor no provenga de ninguna articulación.


El diagnóstico inicial del médico puede ser muy genérico. Por eso es bueno que el profesional investigue si el dolor viene de larga data, si se trata de una cuestión hereditaria o si el dolor es circunstancial. Como kinesiólogos tenemos herramientas para encontrar la causa de ese dolor y analizar dónde está la alteración que está generando ese dolor.
Lo difícil en salud, por lo menos en el área de la kinesiología, es identificar la causa. Los motivos por los que las personas refieren algún dolor pueden ser diversos y variables, no solo desde lo físico, también puede ser desde lo psicológico. Radica en la habilidad del profesional descubrir con exactitud el origen de ese dolor.
En el caso de la kinesiología, nosotros solemos usar como indicador el dolor, y muchas veces le pedimos al paciente que puntúe su grado de dolor. Por ejemplo, del cero al diez, cero es nada y diez es insoportable. Por eso yo creo que el dolor es una experiencia y algo que queda grabado en el interior de cada persona.
El mejor ejemplo de esto es el del momento de la caída de un niño. De acuerdo a la reacción del adulto al momento de la caída, ese niño llorará o continuará jugando. Si la reacción es dramática, el niño probablemente se ponga a llorar. En cambio, si el adulto transmite tranquilidad, probablemente ese niño siga jugando. Así se va generando la experiencia en el dolor, aunque también en esto todo es muy subjetivo.
*Kinesióloga, fisiatra y docente de la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM).





