Bloomberg Línea — Garantizar la soberanía energética sigue siendo un desafío para América Latina y el Caribe en medio de las trabas para la entrada en operación de proyectos estratégicos, la falta de voluntad política y el aumento de las importaciones en países que antes no eran tan dependientes.
La soberanía energética no depende de cuán limpia sea la matriz, sino de la capacidad de un país para controlar su sistema energético sin depender de actores externos.
Pese a que han sabido tener un buen balance entre la seguridad del suministro y la soberanía, las naciones de América Latina se enfrentan a riesgos crecientes, dijo a Bloomberg Línea el analista del sector de minería y energía, Milton Montoya.
“Vemos como países que en su momento eran independientes y ahora pierden su soberanía energética, naturalmente ya se exponen a las fluctuaciones del mercado que tienen una incertidumbre desde el punto de vista económico muy grande”, según Montoya.
Entre los retos están la alta dependencia de los combustibles fósiles, los atrasos en infraestructura, lentos avances en la modernización de las redes eléctricas y baja integración regional.
Y es que si bien esta es una región exportadora neta de energía, algunos países han comenzado a depender más de las importaciones de fuentes de energía, como es el caso de Bolivia.
En este país, casi el 90% de la demanda de energía es cubierta por combustibles fósiles, según el informe Situación Energética en Bolivia, del proyecto de investigación Generis. Y “aproximadamente el 40% de las gasolinas y el 80% del diésel oil son importados”, dice el reporte.
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Estos países se enfrentan a vulnerabilidades por la variación de precios internacionales de los energéticos y una mayor incertidumbre en el costo futuro del abastecimiento energético, según la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE).
Asimismo, estos países dependientes a las compras externas se ven presionados a mantener un flujo de divisas para importar los commodities energéticos.
Entre los principales desafíos para preservar la soberanía energética, Montoya identificó la entrada oportuna en operación de los proyectos energéticos claves.
Esto depende, en gran medida, de la eficiencia de los procesos de licenciamiento ambiental y de consulta previa con las comunidades.
“Retrasos en este tipo de procesos son los culpables de que efectivamente los proyectos no entren en operación en el momento en el cual se necesitan”, sostuvo Montoya, director del Departamento de Derecho Minero-Energético de la Universidad Externado de Colombia y socio de la firma Holland & Knight.
Y esos retrasos —que pueden extenderse por años— exponen a los países a mayores riesgos de perder su independencia energética.
Los retrasos generalmente se derivan de una larga y atropellada tramitología en las consultas previas con las comunidades, evidenciando en muchos casos la falta de articulación de algunas de estas inversiones con las necesidades locales.
En la región también siguen existiendo demoras en la aprobación de las licencias ambientales ante la alta carga burocrática en algunas legislaciones.
Estos dedafíos han llevado incluso a grandes compañías a desistir de proyectos estratégicos. Un claso emblemático reciente incluyó la compra por parte de la estatal colombiana Ecopetrol (ECOPTL) del proyecto eólico Windpeshi en La Guajira (norte de Colombia), que estaba a cargo de Enel.
Enel Colombia informó el 24 de mayo de 2023 que suspendía indefinidamente la construcción del parque eólico Windpeshi (205 MW) en La Guajira luego de agotar las instancias corporativas internas y ante la imposibilidad de garantizar los ritmos constructivos del proyecto, debido a las constantes vías de hecho.
Theodore Kahn, director del equipo de Análisis de Riesgos Globales de la consultora Control Risks en Bogotá, señaló que aunque la transición energética es una realidad inevitable en el mediano y largo plazo, la mayoría de países de América Latina seguirá dependiendo en el corto y mediano plazo de los combustibles fósiles para cubrir sus necesidades energéticas. Subrayó que convertir ese potencial renovable en seguridad energética real exige superar esas barreras estructurales y sociales que aún frenan los grandes proyectos.
Otro de los retos, según el analista Milton Montoya, está en la capacidad de los gobiernos de tomar decisiones de política pública que favorezcan la autosuficiencia a largo plazo.
Jaime Arteaga de Brigard, analista del sector y fundador del estudio Brújula Minera, señala que países como Colombia han ofrecido soporte a otros sistemas energéticos de la región, incluyendo Ecuador o Venezuela, pero ahora afronta sus propias presiones por la postura del Gobierno de no firmar nuevos contratos de exploración de gas.
“Es paradójico que, a su vez Colombia tenga que aumentar la importación de gas por el decrecimiento de sus reservas, implicando unos costos altísimos para las operaciones industriales que dependen de este energético”, comentó Arteaga de Brigard.
Carrera por la autosuficiencia energética

Paneles solares(Ministerio de Minas y Energía de Colombia)
En medio de todas las presiones energéticas a las que se ha enfrentado el mundo en los últimos tiempos, luego de las disrupciones generadas por la pandemia, la guerra en Ucrania y recientemente las tensiones en el pulso comercial de EE.UU. y China, la soberanía energética se ha vuelto un objetivo urgente para los países.
Dicha soberanía se mide mediante el Indicador de Autarquía Energética (IAE), que se calcula dividiendo la producción primaria de energía por la oferta total (o demanda interna) de energía, explica la OLADE.
Si este indicador es mayor a la unidad, significa que el país es autosuficiente energéticamente y exportador neto de energía.
Si es igual a la unidad significa que el país es autosuficiente. Y si es menor que la unidad significa que el país no es autosuficiente y es importador neto de energía.
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América Latina y el Caribe es una región netamente exportadora de energía, con un Índice de Autarquía Energética (IAE) promedio de 1,22.
Este nivel es superior al de las economías de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), de acuerdo a cifras de la OLADE.
De acuerdo a Olade, los países de la región con índice de autarquía energética mayor que la unidad (exportadores netos de energía), ordenados de mayor a menor valor, son Guyana, Venezuela, Colombia, Trinidad y Tobago, Ecuador, Bolivia y Brasil.
“Las ventajas que tienen los países con mayor soberanía energética es que generalmente tienen excedentes exportables que generan ingreso de divisas para el país y les permite tener mayor seguridad en su abastecimiento interno”, dijo a Bloomberg Línea el secretario ejecutivo de OLADE, Andrés Rebolledo.
Guyana se ha consolidado en el mapa energético mundial gracias al descubrimiento desde 2015 de importantes reservas petroleras por parte de la compañía Exxon (XOM).
Pero dentro de esta misma lista de países exportadores netos de energía en la región hay desafíos importantes, como es el caso de Bolivia, que cada vez más ha optado por la importación de hidrocarburos.
Además, en países como Bolivia y Ecuador, la factura fiscal derivada de los subsidios a los combustibles sigue siendo un drenaje significativo de recursos, que pueden superar el 3% del PIB este año, de acuerdo a cálculos del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF).
En el caso de Ecuador, golpeado recientemente por los apagones, en 2024 se registró una contracción del 0,3% en el índice de suficiencia energética, que relaciona la producción de energía primaria con la oferta energética total, respecto al año anterior, de acuerdo al Balance Energético Nacional del Gobierno.
El Índice de suficiencia energética en Ecuador cayó del 2,02 en 2014 al 1,68 en el 2024, de acuerdo a ese informe.
Ecuador atravesó uno de los racionamientos de energía más severos de los últimos años, que no pudo ser contenido porque su principal proveedor de energía eléctrica (Colombia) no tuvo un superávit que le permitiera ofrecer energía durante el último fenómeno de El Niño.
Otro ejemplo es el de Venezuela, que depende de la habilitación de nuevas líneas de transmisión de energía desde Colombia para abastecerse en buena parte de su región occidental, indicó el analista Jaime Arteaga.
En la región, la lista de países con un índice de autarquía energética menor que la unidad (importadores netos de energía) incluyen a Haití, México, Uruguay, Guatemala, Nicaragua, Cuba, Costa Rica, Chile, Honduras, Belice, Panamá, República Dominicana, El Salvador, Barbados, Jamaica y Granada.
Factor de estabilidad
La autarquía energética se ha convertido en un termómetro clave no sólo del equilibrio interno de cada país, sino también de su resiliencia económica y geopolítica frente a la volatilidad de los mercados globales.
El desafío que tienen aquellos países con baja soberanía energética es realizar prospectivas energéticas al menor costo social posible, lo que “implica, necesariamente, conseguir mecanismos de cobertura técnica y financiera”, según el secretario ejecutivo de OLADE, Andrés Rebolledo.
El reto común para la región es cómo sostener o ampliar esa soberanía en medio de la transición hacia fuentes limpias y de los riesgos asociados al cambio climático.
Los países con mayor dependencia de fuentes renovables directas tienen, a su vez, mayor vulnerabilidad a las variaciones climáticas y mayor incertidumbre respecto a los impactos del cambio climático, ya que este fenómeno impacta de manera diferente en los países, dependiendo de su localización geográfica.
Hay países donde el cambio climático puede representar incrementos en la disponibilidad hidrológica, por el incremento de precipitaciones, mientras que en otros puede representar sequías.
“El cambio climático puede tener también impacto sobre la demanda de energía, lo que puede significar mayor inseguridad energética en los países con menor nivel de soberanía”, indicó Rebolledo.
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Colombia y el caso del gas

Gas naturalLa terminal de gas natural licuado SPEC, ubicada en las afueras de Cartagena, Colombia.(Photographer: Carlos Parra Rios//Carlos Parra Rios)
De acuerdo con el analista Milton Montoya, países como Brasil y Colombia han sido ejemplos en la región por su capacidad para sostener esa independencia energética a lo largo de los años.
No obstante, advirtió que Colombia enfrenta hoy un riesgo creciente ente la perdida de su autosuficiencia en materia de gas, una situación que amenaza directamente su soberanía energética.
Colombia ya ha perdido su autosuficiencia en gas natural, con importaciones permanentes iniciadas en 2024 para segmentos no térmicos, según un informe de la compañía colombiana Promigás.
Advierte que la pérdida de autosuficiencia en gas natural compromete la seguridad energética, aumenta tarifas por importaciones y eleva emisiones de CO₂ (0,4-0,7 Mt/año), lo que amenaza equidad y sostenibilidad en Colombia.
“Colombia tiene la oportunidad de recuperar en un corto plazo su soberanía en el ámbito del gas natural si desarrolla los proyectos de fracturamiento hidráulico que se suspendieron y que este gobierno intentó prohibir”, dijo Milton Montoya.
El presidente colombiano, Gustavo Petro, ha cuestionado lo que denomina el monopolio privado en la importación de gas en Colombia, señalando que se ha vendido el combustible a precios superiores al internacional.
El pasado 20 de septiembre, Petro dijo en su cuenta de X que las tarifas eléctricas se han visto afectadas debido a una “fórmula saqueadora” impuesta por la CREG (Comisión de Regulación de Energía y Gas) hace años. “Cambié la fórmula de la CREG para bajar todas las tarifas eléctricas, pero solo operará en 2027″.
Anunció además que Ecopetrol también importará gas, con el fin de introducir competencia y reducir los costos de la energía. “Este proyecto de regasificación representa un hito decisivo para la seguridad energética de Colombia en el corto plazo y soporta la creciente integración de energías renovables”, dijo en octubre durante una rueda de prensa el presidente de Ecopetrol, Ricardo Roa.
Importación de gas natural ha existido hace años y desde anteriores gobiernos.
Solo hay un punto privado a donde llevan el gas importado y el dueño es el dueño de un diario.
Creo que han cobrado por ese gas, más que el precio internacional del momento, cómo sucede en todo… https://t.co/QzXWvPjdb0
— Gustavo Petro (@petrogustavo) September 20, 2025
Las preocupaciones por la pérdida de autosuficiencia en materia de gas “son alarmantes, y sin duda alguna, eso impacta directamente la soberanía energética del país”, aseguró el analista Montoya.
Detalló que Colombia está viéndose obligada a prepararse estructuralmente, regulatoriamente y desde el punto de vista económico para importar gas “de manera masiva en el corto plazo”, lo cual tendrá consecuencias en varios frentes.
“Ello tiene un impacto en los consumidores, en la política pública energética, y expone al país a las fluctuaciones del mercado y a una incertidumbre económica muy grande”, añadió el analista Montoya.
Para Montoya, la discusión de fondo pasa por una decisión colectiva como sociedad sobre la necesidad de aprovechar los recursos disponibles para garantizar la seguridad energética. “Los recursos están, pero falta voluntad para usarlos”, dijo.
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