
La diabetes, una enfermedad metabólica crónica que altera la regulación del azúcar en sangre, dejó de ser un problema individual para convertirse en una verdadera crisis sanitaria, especialmente en Latinoamérica.
Las cifras son contundentes y alarmantes. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), 112 millones de adultos viven con diabetes en el continente, una prevalencia que se triplicó desde 1990. Y en América Latina casi suman 50 millones.
El crecimiento sostenido de esta enfermedad crónica se alimenta de múltiples factores: la obesidad, el sedentarismo, la mala alimentación y la falta de controles preventivos. En niños y adolescentes latinoamericanos, el 16% y el 19% respectivamente presentan obesidad, y más del 80% no realiza suficiente actividad física.
En Argentina, las cifras son aún más graves: el 40% de los niños padece obesidad, lo que adelanta una tendencia preocupante hacia el futuro.
Además, un estudio publicado The Lancet y liderado por el Instituto de Métricas y Evaluación Sanitaria de la Universidad de Washington proyectó que los casos de diabetes en América Latina pasarán de 48 millones a 121 millones en 2050. Ese aumento exponencial, advierten los científicos, podría saturar los sistemas de salud si no se refuerzan las estrategias de prevención y diagnóstico temprano.

El aumento de los casos de diabetes no solo se explica por los cambios de hábitos y la urbanización. También refleja las brechas en el acceso a la salud, la falta de diagnóstico precoz y la persistencia de mitos que aún rodean a esta enfermedad.
Así lo dio a entender la doctora Liliana Silva Gómez, directora médica de LATAM para el área cardiometabólica en Sanofi, que participó de un seminario con expertas latinoamericanas de la enfermedad, en donde alertó que “hoy Latinoamérica enfrenta una doble urgencia: prevenir nuevos casos mediante políticas de salud pública y asegurar que las personas con diabetes reciban diagnóstico oportuno y tratamiento adecuado”.
“El impacto es mucho mayor en México, en Argentina y especialmente en República Dominicana. Sin embargo, en la mayoría de los países de nuestra región está por encima del 10% de prevalencia”, sostuvo a Infobae la especialista, que insistió en la importancia de brindar información basada en evidencia y acompañamiento constante, porque la educación del paciente resulta tan crucial como el medicamento.
“Existen múltiples mitos sobre la enfermedad y su tratamiento, que afectan el pronóstico y pueden llevar a complicaciones. Es necesario poder dar información basada en evidencia, acompañamiento y educación continua”, señaló.
Y agregó: “Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en personas con diabetes y es una causa fundamental de ceguera, insuficiencia renal y amputaciones. Entonces, el objetivo de la atención y de la prevención especialmente está orientado en prevenir complicaciones crónicas, reducir la mortalidad prematura que ocurre en estas poblaciones y mejorar la calidad de vida para evitar la discapacidad. No olvidemos que la diabetes es una enfermedad crónica con potenciales complicaciones muy graves y muy discapacitantes, que no solamente afectan al paciente, sino también al círculo que lo rodea y al sistema de salud de cada país”.

La endocrinóloga María Gabriela Rovira, vicepresidenta de la Sociedad Argentina de Diabetes, coincidió en que “la enfermedad puede ser tratada y, con un control adecuado y sostenido, es posible prevenir o retrasar sus consecuencias”. La médica remarcó que ese control depende de un equilibrio entre una alimentación saludable, la práctica regular de actividad física, el cumplimiento del tratamiento médico y el monitoreo clínico constante.
La médica argentina destacó que en la actualidad, uno de cada diez adultos en el pais convive con diabetes, lo que equivale a más de 4,3 millones de personas. Pero el dato más inquietante es que el 29% no lo sabe, según la edición 2025 del Atlas Internacional de Diabetes. En otras palabras, más de 1,2 millones de argentinos viven con diabetes sin diagnóstico, y cuando finalmente llegan al sistema de salud, uno de cada cuatro ya presenta algún grado de daño vascular.
“Si nosotros encontramos en etapas iniciales la diabetes, podemos evitar complicaciones y educar a los pacientes para que al momento del diagnóstico lleven una mejor calidad de vida, tengan menos complicaciones e incluso hoy ya estamos en una nueva era donde vamos a tener disponibles drogas que nos ayudan a enlentecer la aparición de la diabetes uno”, precisó Rovira.
Los expertos destacan que la adherencia al tratamiento es uno de los factores más determinantes para evitar complicaciones severas como infartos, accidentes cerebrovasculares, enfermedad renal o amputaciones.
Sin embargo, menos del 50% de las personas con diabetes en la región logra mantener un buen control glucémico, según la OPS.

En este contexto, las nuevas guías clínicas globales de la Federación Internacional de Diabetes (IDF) marcan un punto de inflexión en la manera de entender y tratar la enfermedad. El documento, presentado este 2025, propone tratar antes, de forma integral y personalizada, con el objetivo de modificar el curso de la diabetes y prevenir sus complicaciones más graves.
Según el informe, un abordaje precoz, que combine cambios en el estilo de vida, control metabólico intensivo y acompañamiento continuo, puede incluso alcanzar la remisión en etapas iniciales. Se trata de un cambio de paradigma que pone el foco en la intervención temprana, en lugar de actuar cuando las complicaciones ya son irreversibles.
Además, las nuevas guías destacan el impacto de las terapias metabólicas innovadoras, como los agonistas del receptor GLP-1 y las terapias duales GLP-1/GIP, que van más allá del control del azúcar en sangre. Estos tratamientos no solo reducen la glucosa, sino que también favorecen la pérdida de peso, mejoran la función cardiovascular y renal, y contribuyen a una mayor calidad de vida.

El avance científico abre un horizonte prometedor, aunque no exento de desafíos. En muchos países de ingresos bajos y medianos, el acceso a estas terapias sigue siendo limitado por la falta de personal especializado, pruebas diagnósticas y medicamentos asequibles.
Por eso, los expertos subrayan la necesidad de fortalecer la colaboración entre los sectores público y privado, así como la investigación y la formación médica continua.
Como explica Rovira, la clave está en sostener los esfuerzos a largo plazo: “logrando un adecuado control de los niveles de glucemia y de los factores de riesgo asociados (obesidad, dislipidemia e hipertensión arterial) y sosteniéndolo en el tiempo, sus consecuencias pueden prevenirse o retrasarse”.
iliana Orozco, médica cirujana de la Universidad de Caldas en Colombia y asesora externa de la OMS puntualizó que durante años, hemos ido estigmatizándonos en el tema diabetes y nos hemos vuelto un número.
“Hay que entender la parte de ansiedad y depresión que sufrimos los personas con diabetes al recibir el diagnóstico. Estos pacientes sufren de burnout, y hasta cansancio de querer hacer todo bien. Muchas veces, el miedo de que se suba o se baje la glucemia, de responder en el trabajo o en la casa, y de no ser estigmatizado, lleva a un agotamiento mucho mayor”, sostuvo.

“Por eso, hablar de la diabetes con un cuidado integral y humano es algo diferencial. Porque la nutrición es importante, pero debe ser una educación sin restricción, sin prohibiciones y teniendo en cuenta que los niños en crecimiento no les podemos hacer grandes restricciones porque vamos a afectar también su crecimiento y desarrollo”, analizó.
Y agregó que la actividad física es importante, pero “debemos verla como una manera de ganar energía y autoestima. Que el sueño es una medicina por el descanso que le proporciona al cerebro y que tiene que ser tratado con seriedad y con responsabilidad. Y que el estrés definitivamente es el desencadenante de muchas otras enfermedades y complicaciones dentro de la persona con diabetes, por eso es importante que le enseñemos a nuestro paciente las técnicas de autocontrol, de relajación y de todo esto que van a ayudar a que el paciente mejore”.
“Hay que recordar que de nada nos sirve tener la mejor medicina, la mejor insulina, el mejor médico, si el paciente no tiene educación sobre su enfermedad, sobre cómo evitar las complicaciones, sobre cómo tratar las complicaciones agudas, una hipoglicemia, una hiperglicemia y sobre todo, el hecho de que el paciente se sienta acompañado. El acompañamiento es importante y tenemos que mostrarle tanto a niños como adultos que no están solos y que siempre van a tener un equipo que va a estar detrás de ellos ayudándole a resolver todas las dudas y dándole paz y tranquilidad a todo ese entorno que acompaña al paciente”, concluyó la experta.
Para finalizar el seminario médico, Ana Lía García, doctora y directora de la Fundación IMSS en México, indicó que desde la fundación que dirige, se implementan líneas estratégicas con la industria, médicos, el Seguro Social y la educación.
“Creemos firmemente que los medios pueden ser aliados estratégicos en la construcción de una cultura de la prevención de esta enfermedad al combatir los mitos, difundir hábitos saludables y visibilizar los avances médicos y tecnológicos, logrando así empoderar a la sociedad”, afirmó.

Aunque la diabetes tipo 1 no puede prevenirse, sí puede controlarse con un manejo adecuado. En cambio, la tipo 2 —que representa la mayoría de los casos— puede evitarse en buena medida mediante hábitos saludables. Los profesionales de la salud coinciden en que una alimentación equilibrada, junto con la actividad física regular y el monitoreo continuo, son pilares esenciales para reducir los factores de riesgo.
Las estrategias más efectivas, advierten, deben ir más allá de las recomendaciones individuales. Se requiere la implementación de políticas públicas de alcance regional, programas educativos sostenidos y un acceso equitativo a tratamientos modernos. Solo así será posible revertir la tendencia que hoy convierte a la diabetes en una epidemia silenciosa que avanza sobre el continente.
La ciencia, por su parte, continúa ofreciendo nuevas herramientas para cambiar el curso de la enfermedad. Desde la detección precoz de anticuerpos en la diabetes tipo 1 hasta las terapias combinadas más recientes para la tipo 2, el panorama médico se transforma con rapidez. Pero los especialistas coinciden en algo fundamental: sin diagnóstico temprano y sin educación, ningún tratamiento será suficiente.

La doctora Silva Gómez lo resume con claridad: “Existen múltiples mitos sobre la enfermedad y su tratamiento, que afectan el pronóstico y pueden llevar a complicaciones. Es necesario poder dar información basada en evidencia, acompañamiento y educación continua”. Ese llamado, dirigido tanto a los profesionales como a la sociedad, sintetiza el verdadero desafío: convertir el conocimiento en acción.
Porque en la batalla contra la diabetes, la prevención es la herramienta más poderosa. Y el futuro de millones de personas dependerá de la capacidad de los sistemas de salud de América Latina para escuchar, actuar y sostener esa transformación antes de que sea demasiado tarde.





