El precio de la carne volvió a ser tema de conversación en Comodoro Rivadavia y en toda la Patagonia. Mientras en otras regiones del país los aumentos se moderan o avanzan con menor velocidad, en el sur los valores siguen por encima del promedio nacional. Para entender por qué ocurre esta brecha, ADNSUR habló con Juan José Anglesio, referente de la Sociedad Rural de Comodoro, quien actualmente se encontraba trabajando en el campo cuando respondió la consulta.
“Hoy la mayor implicancia del costo, de la suba del costo, es el flete”, explicó directamente desde la chacra. Según detalló, si bien existe producción local –principalmente en el valle de Trelew, donde se concentran los engordes más importantes–, una parte significativa de la carne que se consume en la región llega desde el norte del país, y ese traslado tiene un impacto determinante en el valor final.
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Anglesio aclaró que, aunque haya ganado propio en Chubut, la escala de producción regional está lejos de cubrir la demanda, y por eso los frigoríficos y carnicerías dependen de proveedores de Buenos Aires, Córdoba, La Pampa y Santa Fe. “El flete tiene una incidencia importantísima”, insistió.
Costos locales más altos: servicios, abasto y estructura
Además del transporte, Anglesio enumeró una serie de factores que empujan el precio hacia arriba una vez que la carne llega a la Patagonia: los costos operativos de los comercios locales. “El costo de vida que tiene el carnicero en Comodoro seguramente es muy superior al de un carnicero en el norte por costo de servicio y demás. Todo eso influye en el precio final”, explicó.
En la Patagonia, en cambio, el mercado es más chico y menos diversificado, lo que tiende a sostener valores más altos.
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A esto se suman los gastos de abasto, logística interna, alquileres y tarifas más elevadas que en otras regiones del país. “Son costos asociados a los lugares, al abasto y demás, que también van sumando”, describió.
El referente rural remarcó que se trata de una cadena de costos acumulativos: desde el productor, pasando por el transporte, hasta llegar a la carnicería y luego al consumidor. Cada eslabón agrega un porcentaje que, en un territorio tan extenso y con distancias tan grandes, termina generando una diferencia considerable respecto de las provincias del centro y norte argentino.
La barrera sanitaria ya no explica la diferencia
Durante años, la llamada “barrera sanitaria” que separaba a la Patagonia del resto del país funcionó como argumento habitual para justificar precios más altos. La restricción impedía el ingreso de carne con hueso desde zonas donde existía riesgo de aftosa, y eso obligaba a trabajar con oferta más limitada.
Sin embargo, Anglesio fue claro: hoy ese argumento no tiene sustento.
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“La barrera está prácticamente levantada. La carne ingresa. La carne sin hueso ya ingresaba antes sin restricciones, y la carne con hueso –lo que es asado y demás– ingresa sin restricciones. Así que hoy deberíamos tener el mismo precio que el norte, sin embargo eso no está ocurriendo”, afirmó.
El referente sostuvo que, pese a la apertura sanitaria, factores como el flete y los costos locales siguen marcando diferencias profundas y explican por qué los precios no se alinean con los del resto del país.
Competencia y estructura productiva: otra diferencia con el norte
Aunque Anglesio no profundizó en este punto, dejó entrever otro aspecto que influye en los precios: la escala y la competencia. En el norte del país la cantidad de frigoríficos, mataderos, productores y distribuidoras es mucho mayor, lo que genera mayor competencia y presión para bajar los precios. En la Patagonia, en cambio, el mercado es más chico y menos diversificado, lo que tiende a sostener valores más altos.
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La Patagonia sigue enfrentando un problema estructural: el costo logístico.
Un problema estructural que se repite año tras año
Mientras el consumo cae en gran parte del país por la pérdida del poder adquisitivo, la Patagonia sigue enfrentando un problema estructural: el costo logístico. En una región atravesada por miles de kilómetros entre origen y destino, cada movimiento tiene un precio.
La conclusión de Anglesio fue directa: el transporte, los servicios y los costos operativos locales son hoy los factores que más encarecen la carne en la región, por encima de cuestiones sanitarias o de producción.
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Con la barrera sanitaria prácticamente sin restricciones, y con una demanda que se ajusta según la economía familiar, la discusión vuelve siempre al mismo punto: vivir lejos sale más caro, y la carne es uno de los rubros donde esa realidad se siente con mayor fuerza.





