Leena y Matti Heinonen dictaron su última clase de idioma finés para una decena de alumnos que supieron aprovechar la oportunidad y la actitud generosa de este matrimonio de jubilados finlandeses, residente en Helsinki, que concluyen su visita de dos meses a Oberá. Llegaron a la tierra colorada motivados por una nota sobre la Picada Finlandesa que leyeron en el diario Helsingin Sanomat, cuya autora es Salla Rajala. Se contactaron con la periodista y comenzaron a pergeñar el viaje a Sudamérica – solamente conocían Perú-.
Una vez aquí, participaron en el desfile inaugural de los inmigrantes y asistieron a seis noches de fiesta, recorriendo todas las casas típicas del Parque de las Naciones. “Fue una coincidencia. Nunca pensamos que en una ciudad tan pequeña pudiera pasar algo tan grande. No sabíamos que Oberá era la capital de los inmigrantes en todo el país. Fue raro ver a toda la gente con sus costumbres, son argentinos, pero con una mentalidad de sus abuelos y bisabuelos. Los descendientes de finlandeses tienen el pelo rubio, ojos azules, pero no hablan finés y eso nos resulta un poco confuso. Fue sorprendente y maravilloso”, manifestó Matti (71), que tiene una formación económico empresarial.
Leena (71), que fue florista e integra un coro, agregó que “oímos que la gente prepara la fiesta todo el año, cuando termina una edición comienza con la otra. Por las lluvias, fuimos solo seis días. Vimos los bailes, probamos comidas en las casas de diferentes naciones, encontramos una mini Europa”.
Confió que le gustó ver las chacras con cultivos y “me resultó interesante saber cómo crecen el té y la yerba. Hugo Sand nos contó sobre el proceso y, en Ruiz de Montoya, visitamos la cooperativa. Ahora sabemos cómo se procesa en el secadero. Me impactaron las Cataratas del Iguazú y las explicaciones de los guías de las Ruinas Jesuíticas que visitamos. No pensamos que el área de Parques Nacionales fuera tan grande y tan hermoso para caminar, para ver, para fotografiar”.

Annette Gradeneker fue la anfitriona del matrimonio en la Capital del Monte desde su llegada, el 2 de septiembre. Aseguró que “la experiencia fue única. Aprendí con ellos no solo el idioma, sino la manera en que viven y como se manejan. Voy a valorar siempre el haber dicho que había un lugar en mi casa, porque tener clases es una cosa, pero compartir todos los días es otra”.
Además de contactar con sus paisanos, Leena y Matti se llevan una “muy buena impresión de la gente, que es muy amable y cercana a la naturaleza, tiene su chacra y la cultiva”. Reconocieron que “aprendimos mucho de la sociedad argentina”. Aquí, también leyeron muchos libros en finés, facilitados por Graciela Niskanen, que contienen mucha información sobre la inmigración. “Creemos que conocemos la historia local de los finlandeses mejor que los que viven en estas tierras”, señalaron.







