“Esta casa construida en 1913 por Julia Pellegrini -hermana del ex presidente Carlos Pellegrini y abuela de Tomás Vallée Meyer– fue durante más de un siglo un verdadero refugio familiar. Aquí él, a quien todas llamaban Tomasito, vivió toda su vida, hasta cumplir 101 años, cuidando y preservando la memoria de su linaje. Hoy, en ese mismo espacio que guarda tantos recuerdos, funciona Muyè: un restaurante que honra aquella historia transformándola en hospitalidad, sabores y encuentros que invitan a seguir escribiendo nuevas memorias”.
Con tal texto se encuentran los comensales apenas abren la carta de este local gastronómico en el barrio porteño de Recoleta. “El objetivo de Muyè, desde su concepción misma, siempre fue honrar la historia. Por eso logró cautivar el corazón de los vecinos”, afirma a Revista GENTE Marcelo Böer, uno de sus socios.


“Encontramos la historia de una persona que cuidó la casa como si fuese un museo, honrando los antepasados. Entonces nosotros mismos nos vimos en la necesidad de cuidar los máximos detalles posibles. Pronto pensamos que era importante darle vida al jardín, el corazón del lugar, desde donde se puede admirar todo el interior de la estructura”, explica Böer.

Respecto a la composición del lugar, las palabras se quedan cortas apeneas ver en vivo un pequeño oasis en medio de la jungla de cemento. Porque apenas al entrar de la puerta ubicada en la calle Ayacucho se puede ir atravesando distintos estados hasta llegar a ese patio central: una joya oculta con plantas, caminitos recubiertos y galerías que invitan a disfrutar de las tardes de primavera y de las brisas de las noches de verano.

“A través de nuestro restaurante decidimos contar la historia de quienes lo formamos, involucrando nuestro conocimiento gastronómico del pasado y gestión de diferentes emprendimientos que encaramos”, cuenta el mismo Marcelo.
¿Cómo un acaí bowl o una moqueca de Camarão puede convivir en una misma carta con un plato de milanesas de bife de chorizo con puré? Son simples ejemplos de la carta de un espacio gastronómico que empezó a transformar la sinergia de una de las zonas más clásicas de Recoleta. Y la pregunta tiene respuesta: todo nace de la conjunción de las raíces de dos amigos, justamente de Marcelo Böer -reconocido empresario argentino- y su amigo brasileño Fernando Bertuol.

“Cuando nos juntamos a armar este proyecto el respeto era un pilar importante para poder valorar el edificio donde íbamos a montar el restaurante. Queríamos tenerlo en cuenta, tanto en la disposición del lugar como el diseño de los platos. Tenemos un toque ‘de Brasil’ por nuestro socio, que es de allí, y un toque saludable por el background de otro socio que hizo emprendimientos plant based, y sobre todo mucho sabor de todas las experiencias anteriores”, cuenta al Böer respecto.
Los sabores vibrantes de los platillos pueden maridarse con jugos de frutas frescas (mango, ananá, lima, uvas), limonadas de coco o licuados de acaí combinados con frutos rojos. También con un exquisito vino orgánico de Mendoza. Todo el tiempo la celeste y blanca se mezcla con la verdeamarela. “Buenos, somos socios de Brasil y Argentina y queríamos sentirnos en casa volcando un poco de ambos países en la carta”, reconoce.

“Para armar la carta contratamos Ayelén Jaquenod, una chef que podía ayudarnos a volcar las ideas que teníamos. Estuvimos meses probando diferentes platos hasta que logramos los sabores con los que nos sentimos identificados… Y como decimos arriba -repite-, tenemos el toque saludable, otro de Brasil y sobre todo mucho sabor que nos define”.
Las joyas de la carta de Muyé y sus precios

Buenos sabores, platos abundantes de buena calidad y precios justos y razonables. La pesca del día, la moqueca, las girgolas y la torta estilo vasca, que es una verdadera explosión para el paladar, son las grandes insignias.

Menú all-day
- Huevos Revueltos (Toast de Pan de Masa Madre. Adicional: Palta): $8.200.
- Tapioca Caprese (Tapioca de Queso y Tomate): $8.900.
- Huevos Turcos (Yogur Griego, Huevos Mollet & Aceite de Chiles. Toast de Pan de Masa Madre): $12.500.
Entradas
- Zanahorias Orgánicas Especiadas & Asadas (Hummus de Zanahoria & Calabaza. Granola Salada): $16.800.
- Trucha Patagónica Curada (Pan de Queijo, Crema Agria de Limón & Albahaca): $17.200.
- Provola Ahumada (Miel de Jalapeños, Maní & Chimi de Hierbas): $17.500.
Principales

- Milanesa de Bife de Chorizo (Al Horno, con Puré Cremoso de Papas & Maíz): $25.600.
- Pesca del Día (A la Plancha. Puré de Arvejas & Manteca de Alcaparras): $25.600.
- Orange Chicken (Suprema Marinada en Salsa de Ostras, Naranjas, Arroz Salvaje y Criolla de Mango): $22.000.
Postres

- Macedonia (Macedonia de Frutas de Estación & Sorbete de Mango): $9.900.
- Torta Estilo Vasca (Compota de Fruta de Estación & Crema Inglesa): $12.000.
- Cremoso de Chocolate (Con Aceite de Oliva & Sal Marina): $9.900.
Jugos fríos y coctelería

- Mandarinada (Mandarina, Lavanda & Limón): $9.500.
- Togarashi, Zanahoria, Jenjibre y Naranja: $9,500.
- Kale, Manzana, Verde, Uvas, Lima y Apio: $9,500.
- Açaí & Frutos Rojos: $9,500.
- Limonada de Coco y Menta: $9,500
- Acto de Otoño (Jack Daniel’s Whiskey Tennesse de Caqui & Zanahorias Asadas, Almíbar de Nueces Tostadas & Baharat. Angostura): $13,000.
- Cielo Carmesí (Aperol, Hibiscus & Espumante. Sal de Hibiscus): $13,000.
Un guiño a la historia argentina
Fernando Bertuol, otra de las cabezas de Muyè, habla de como se reconvirtió este espacio: “En los últimos años de Tomasito, tuve la oportunidad de compartir con él algunos momentos de té en el jardín de esta casa”.

“Fueron encuentros breves, pero cargados de sentido. De esas charlas tomé algo más que recuerdos: entendí que parte del encanto de este lugar es respetar, cuidar y compartir la memoria desde la hospitalidad y la calidez”, comparte.


Y cierra: “Donde antes había un archivo familiar, hoy hay mesas llenas de vida, sabores de estación, recetas con raíces y mirada contemporánea. Donde antes Tomás leía junto a los arbustos del jardín, hoy vos podés conversar, brindar, o simplemente crear recuerdos nuevos. Y sin querer, te convertís en parte de esta historia”.

Una casona que revive el esplendor de la Belle Époque porteña de la Recoleta
Durante las últimas décadas del siglo XIX y los primeros años del XX, Buenos Aires vivió una transformación urbana que dejó una huella profunda en su arquitectura y en la identidad de muchos de sus barrios.
La Belle Époque porteña coincidió con un período de fuerte inmigración europea, prosperidad económica y un deseo de la élite local de convertir a la ciudad en un espejo de las grandes capitales del mundo. Esta ambición se materializó en avenidas amplias, palacetes eclécticos y casonas que mezclaban influencias francesas, italianas y art nouveau.

En ese contexto, surgieron barrios cuyo paisaje quedó definido por estas residencias majestuosas. Las familias adineradas levantaron casas con jardines internos, vitrales, molduras delicadas y carpinterías artesanales, espacios concebidos tanto para la vida familiar como para la sociabilidad, donde los salones eran escenario de tertulias, música y cenas formales. Cada detalle arquitectónico hablaba de época: pisos de roble de Eslavonia, mármoles importados y herrería forjada a mano.


Con el paso del tiempo, muchas de estas casonas debieron adaptarse a nuevas dinámicas urbanas. Algunas fueron fraccionadas, otras convertidas en oficinas o centros culturales, y varias sufrieron el deterioro inevitable que trae el abandono. Sin embargo, todavía sobreviven ejemplos notables que conservan la memoria de aquellos años de esplendor, silenciosos testigos de un período que marcó la estética porteña para siempre.
La revalorización de estas construcciones históricas es hoy una tendencia creciente. Proyectos de restauración respetuosa buscan recuperar su espíritu original sin perder funcionalidad contemporánea. En ese proceso, la gastronomía ha ocupado un rol central: restaurantes, cafés y bares se han instalado en antiguas residencias, resignificando espacios que antes pertenecían a la vida privada y devolviéndolos al uso público.

Muyè se inscribe justamente en esa corriente. Al reconvertir una casona de la Belle Époque en un espacio gastronómico, no solo pone en valor la arquitectura del barrio: también reactiva su memoria cultural. Cada moldura, cada arco y cada piso restaurado se vuelve parte de una experiencia que conecta presente y pasado, invitando a los comensales a vivir la ciudad de otra época sin renunciar a la creatividad y el pulso contemporáneo de su propuesta culinaria.
Agradecemos a Alejandra Sosa de Gastronomique Prensa y Comunicación





