En el corazón oscuro del barrio El Raval, a fines del siglo XIX, una figura se convirtió en sinónimo de horror. Se llamaba Enriqueta Martí, pero el pueblo la Bautizó como «la vampira de Barcelona». Su nombre quedó marcado entre los casos más macabros de la historia española.
Durante años, las calles del Raval fueron escenario de desapariciones, rumores y miedo. Nadie sabía con certeza qué pasaba con los niños que desaparecían sin dejar rastro. Detrás de las se encontraba una mujer que vivía una doble vida.
Lo que empezó como un rumor se transformó en un relato escalofriante: una niñera que se convirtió en proxeneta, curandera y presunta asesina. Entre la miseria y el lujo, Enriqueta Martí tejió una red de secretos que involucraban a las élites barcelonesas.
Una doble vida entre miseria y lujo
Enriqueta Martí Ripollés nació en 1868 en Sant Feliu de Llobregat, un pequeño pueblo cercano a Barcelona. A simple vista, nada en su infancia daba indicio del oscuro destino que la esperaba. Sin embargo, al mudarse a la gran ciudad su vida tomó un rumbo inesperado.
Comenzó trabajando como niñera, pero al poco tiempo se adentró en el mundo de la prostitución y en los ambientes marginales del puerto barcelonés.
Se casó con el pintor Juan Pujaló, pero su matrimonio fue una rueda sin fin de idas y vueltas. Su esposo la describió como una mujer impredecible, de carácter extraño y una amante de la vida nocturna.
El portal de Santa Madrona uno de los lugares donde Enriqueta se prostituía. Foto: Pinterest @cisnesinlagoDe día, Enriqueta mendigaba por las calles vestida con harapos, fingiendo extrema pobreza. De noche, se transformaba: lucía prendas de lujo, usaba pelucas y asistía a teatros y casinos en donde se reunía la élite de la ciudad.
Su doble vida escondía algo más que un deseo de aparentar. Las investigaciones revelaron que en esos círculos de poder ofrecía un «servicio» tan perturbador como impensado: tráfico de niños.
A pesar de las denuncias y los rumores, Enriqueta contaba con poderosos contactos que la mantenían a salvo. En una de sus primeras detenciones, toda la evidencia en su contra desapareció misteriosamente.
El secuestro que desmanteló su red del horror
El 10 de febrero de 1912, Enriqueta secuestró a Teresita Guitart Congost. La pequeña fue vista por una vecina, Claudia Elías, que alertó a las autoridades de notar algo extraño en el departamento de Martí.
Gracias a su atención, la policía descubrió a Teresita y a otra niña, Angelita, en condiciones precarias dentro la casa.
Pero no era la primera vez. Años antes, Enriqueta había secuestrado a su propia sobrina, la hija de su cuñada, María Pujaló. Le hizo creer a la mujer que el bebé había muerto para quedárselo. Esa niña creció bajo su cuidado, aislada. Se cree que esta niña es Angelita.
Teresita junto a los policías que la rescataron de la casa de Enriqueta. Foto: Pinterest @triplearrobaTeresita declaró que Enriqueta la había engañado con caramelos para secuestrarla, una vez que llegaron a la casa le cortó el pelo y le cambió el nombre por «Felicidad». Angelita, por su parte, confesó haber presenciado el asesinato de un niño llamado Pepito en la cocina.
Durante el allanamiento, la policía encontró ropa infantil manchada de sangre, algunos cuchillos deshuesador y recipientes con huesos humanos en polvo.
En una habitación cerrada, encontraron frascos y baldes con grasa convertida en manteca , cabello, esqueletos de manos y sangre coagulada. Con estos restos, Enriqueta elaboraba ungüentos, pomadas y filtros que vendía como «curas milagrosas» para enfermedades incurables como la tuberculosis.
Sus clientes, en su mayoría miembros de alta sociedad, pagaban altas sumas de dinero por estos remedios. Martí aseguraba que sus fórmulas combinaban hierbas, grasa humana y sangre fresca. lo que -según su propio testimonio- «revitalizaba la piel y prolongaba la vida». Aquellos productos se vendían en secreto, envueltos en frascos de vidrio con etiquetas falsas.
El misterio nunca se pudo resolver
Enriqueta fue encarcelada en la prisión Reina Amalia de Barcelona. Intentó quitarse la vida en varias ocasiones antes de enfrentar un juicio que nunca llegó. El 12 de mayo de 1913 fue hallada muerta en su celda.
Oficialmente se dijo que falleció a causa de una enfermedad prolongada, probablemente cáncer de útero, pero la versión popular asegura que fue linchada por otras presas.
Su muerte prematura selló el misterio. Nunca se revelaron los nombres de sus supuestos clientes ni se esclarecieron todos los crímenes. Fue enterrada en una fosa común, y su historia se convirtió en un mito urbano, alimentando el imaginario colectivo.
La muerte de Enriqueta Martí selló el misterio y nunca se pudo llegar a la verdad. Foto: WikipediaAños después, el escritor Jordi Corominas reabrió el caso en su libro «Barcelona 1912». Según su investigación, la prensa de la época magnificó la figura monstruosa de Enriqueta.
Corominas plantea una versión aún más trágica: una mujer marcada por la muerte de su hijo, afectada por un profundo trastorno emocional y físico. Sugiere que los huesos encontrados podrían provenir de cementerios o animales, y que la sangre encontrada sería consecuencia del cáncer de útero.





