Nazareno Irsen -“Naza -, como lo llamaban quienes lo conocían— vivía con su familia en Villa Madero, en el partido de La Matanza. Tenía proyectos personales y un círculo que lo apreciaba profundamente. Tres semanas antes había festejado su cumpleaños número 21.
En la red social Visual Supply Company (VSCO), una plataforma donde los usuarios comparten fragmentos de su vida a través de imágenes, el perfil de Nazareno muestra una rutina marcada por momentos simples y gestos cotidianos.
En su galería aparecen distintas fotografías: postales con amigos riendo, retratos espontáneos en el colegio, días de verano en la playa, tardes en una plaza y fotografías con amigas tomando el té. En ese recorrido visual se ve a un chico corriente, con una vida común y un entorno que lo acompañaba.
Nazareno era aficionado al ciclismo. Había armado su propia bicicleta después de que se rompiera la que usaba habitualmente. En una entrevista con Radio Mitre, su madre, Edith, expresó: “Lo mataron por una bicicleta. Con esfuerzo la fue construyendo, no tenía mucho valor, pero para él sí. Quiero justicia para mi hijo, quiero que descanse en paz.”

Su papá, Daniel, sumó su recuerdo en diálogo con LN+, al describir la rutina que seguía su hijo cada día: “Iba al gimnasio, volvía a casa, comía algo y salía con la amiga de siempre. Era un pibe normal. Estaba anotado para estudiar locución.”
La noticia de su muerte se difundió rápidamente. El caso generó conmoción en redes sociales, grupos de exalumnos y entre sus amigos más cercanos, donde se multiplicaron expresiones de tristeza, indignación y reclamos de justicia por un hecho que su entorno considera inexplicable.
En diálogo con TN, Kiara, la amiga que presenció el ataque, lo recordó como alguien muy querido: “Era la persona más buena que podías conocer. La persona que lo conocía se encariñaba muy rápido; en el barrio todo el mundo lo quería. Siempre iba a estar para lo que necesites. La persona más segundera era él.”
El Instituto Hermanos Amezola—la escuela donde Nazareno estudió— también expresó su pesar. El comunicado que difundió en Instagram resonó con fuerza entre exalumnos y docentes: “La comunidad del IHA acompaña en el dolor a la familia Isern por la triste partida de nuestro exalumno. Lo abrazamos muy fuerte y elevamos a Dios nuestras oraciones por su eterno descanso.”
El ataque ocurrió el martes pasado a la altura del kilómetro ocho de la autopista General Pablo Ricchieri, en el municipio de Esteban Echeverría. Nazareno y su amiga Kiara regresaban a sus casas en bicicleta cuando, al tomar la colectora, fueron sorprendidos por dos hombres que se les acercaron a punta de pistola con la intención de robarles las bicicletas.
La secuencia fue rápida: los ladrones los amenazaron, intentaron reducirlos y, en medio del forcejeo, Nazareno cayó al suelo. En esa posición recibió dos disparos. Uno impactó en su cabeza, según consignó El Editor Platense.
Tras abrir fuego, los agresores escaparon corriendo por las calles linderas sin llevarse las bicicletas. La amiga de Nazareno, en estado de shock, llamó al 911 para pedir ayuda e informar lo ocurrido. Minutos después llegaron los primeros móviles policiales y una ambulancia, pero los médicos constataron que el joven ya había muerto a causa de la herida.
La escena quedó preservada por agentes de la Comisaría 3ª de Esteban Echeverría y por el departamento local de investigación criminal. Durante la noche realizaron relevamientos, tomaron declaración a la testigo y reunieron los primeros elementos para reconstruir la mecánica del crimen.
La causa fue caratulada como “homicidio en ocasión de robo” y quedó a cargo del fiscal Fernando Semisa, de la Fiscalía de Esteban Echeverría. Los investigadores trabajan con imágenes de cámaras de seguridad de la autopista y de las calles cercanas para identificar a los dos agresores, que continúan prófugos. También analizan el recorrido de las víctimas y la secuencia completa del ataque, desde la interceptación hasta la huida de los sospechosos.



