El Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) atrajo USD 15.700 millones desde su creación, pero las pequeñas y medianas empresas siguen con alta presión fiscal, dificultades de financiamiento y menor acceso a cadenas de valor. Expertos proponen un “RIGI PyME” para equilibrar oportunidades.
El Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), implementado por el gobierno argentino en julio de 2024, se consolidó como una herramienta clave para atraer capitales extranjeros. El programa ofrece beneficios fiscales, aduaneros y cambiarios excepcionales, con estabilidad normativa garantizada por 30 años, orientados a proyectos de gran envergadura, principalmente en energía y minería.
Desde su lanzamiento, el RIGI permitió aprobar inversiones por más de USD 15.700 millones, con reducciones en el impuesto a las ganancias (del 35% al 25%), exención gradual de derechos de exportación, eliminación de aranceles para bienes de capital y libertad para disponer de divisas. Según Damián Di Pace, director de Focus Market, “el régimen busca no solo captar capital financiero sino también generar un efecto multiplicador sobre la economía real”.
La brecha con las PyMEs locales
Mientras las corporaciones internacionales gozan de estas facilidades, las PyMEs representan el 99% del tejido empresarial argentino y generan más del 60% del empleo formal, pero enfrentan un escenario distinto:
- Presión fiscal efectiva de 45%.
- Alta burocracia: 4.496 horas para abrir una empresa y 2.156 horas al año para mantenerla.
- Dificultades de financiamiento: solo 62.116 PyMEs accedieron a crédito con respaldo de SGR y fondos públicos en 2025, frente a más de 600.000 firmas registradas.
- Costos industriales elevados, como energía promedio de 96 USD/MWh.
- Rigidez de convenios colectivos y limitaciones para expandirse.
El contraste entre RIGI y las PyMEs se refleja en aspectos como acceso a crédito, carga fiscal, disponibilidad de divisas y capacidad de crecimiento, evidenciando una desigualdad estructural significativa.
Hacia un RIGI PyME
Para equilibrar esta brecha, se propone el proyecto RIMI, que contempla incentivos para micro, pequeñas y medianas empresas:
- Amortización acelerada y devolución anticipada del IVA.
- Exención temporal de derechos de exportación y reducción del IVA energético para agroindustria.
- Participación en cadenas de valor de grandes proyectos.
Expertos destacan cinco pilares fundamentales para un RIGI orientado a PyMEs: simplificación tributaria, estabilidad fiscal por 10 años, acceso real al crédito, beneficios por reinversión y estímulo a exportaciones y encadenamiento con proveedores locales, además de apoyo a digitalización y capacitación.
Según Di Pace, “un fraccionamiento conservador de solo el 5-10% del ahorro privado inactivo en Argentina podría generar entre 12.000 y 25.000 millones de dólares de inversión productiva local, fortaleciendo empleo y competitividad”.
Conclusión
La experiencia del RIGI demuestra que los incentivos bien diseñados atraen capital y generan desarrollo económico. La creación de un RIGI PyME permitiría trasladar esta lógica al sector productivo local, reduciendo la brecha entre grandes inversores y pequeñas empresas y movilizando recursos ociosos hacia inversión, empleo y crecimiento sostenible.



