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La protesta contra la presidente mexicana, Claudia Sheinbaum, realizada en México el 15 de noviembre, ha tenido un impacto político importante, más allá del país. Por un lado, puede ser interpretada como una expresión del movimiento “One Piece” que ha expresado protestas sociales de la llamada Generación Z (los nacidos en la era digital), que en lo que va del año ha realizado este tipo de protestas en países como Indonesia, Timor Oriental, Marruecos, Nepal, Madagascar y Perú (en los últimos tres casos provocaron la caída de sus presidentes).
Diversas plataformas de redes sociales, y en particular Discord, que combina el acceso a juegos, han sido utilizadas para reunir, convocar, fijar objetivos y determinar blancos. Este tipo de protestas expresan ante todo malestar por la desigualdad social en sus diversas manifestaciones. Es un proceso coincidente pero que no parece tener un origen común en cuanto a conducción y organización. Es más bien un efecto de “imitación” que surge de la comunidad de las redes sociales. Pero todos ellos han adoptado un símbolo de unificación global: un animé de origen japonés con la bandera pirata como figura central.
En el caso de México, el intento de tomar el Palacio Presidencial fue el objetivo central. En el intento se registraron cien heridos, la mayoría de ellos policías, de acuerdo a lo informado por el Gobierno.
Pero el asesinato de un alcalde empeñado en la lucha contra el narcotráfico que no recibió asistencia del gobierno nacional al solicitarla, actuó como detonante en las generaciones mayores, que también se sumaron a la marcha.
En la primera vuelta de la elección presidencial chilena ganó la candidata oficialista de izquierda por sólo dos puntos, pero las tres fuerzas de derecha restantes han anunciado que votarán en conjunto en el balotaje. La candidata de izquierda, Jeanette Jara, que pertenece al partido comunista, irá a segunda vuelta el 14 de diciembre contra las tres fuerzas de derecha, cuyos candidatos han sido José Antonio Kast (al que enfrentará Jara), Johannes Kaiser (que sigue la línea de Javier Milei) y Evelyn Matthei (derecha moderada).
Hay un candidato populista que suele vivir la mayor parte del tiempo fuera del país, que obtuvo el tercer lugar y cuyos votos intentará captar Jara, pero ello no le resultará fácil (su lema es “Ni fachos ni comunachos”).
El resultado electoral es una nueva derrota en las presidenciales de la región para las fuerzas progresistas y un triunfo para las políticas de Trump en el hemisferio y las de Milei en la región.
El actual presidente, Gabriel Boric, ha sido derrotado, pese a que tenía diferencias con su candidata. Paraguay, Ecuador, Argentina, El Salvador y Chile muestran en sus últimas elecciones triunfos de la derecha y el centroderecha. La excepción es Uruguay, donde se impuso el Frente Amplio de centroizquierda, con varios períodos de gobierno en las últimas décadas.
El 30 de noviembre se realiza la elección presidencial en Honduras, en un proceso electoral conflictivo en el cual el centroderecha parece tener más posibilidades. En 2026 tendrán lugar tres elecciones presidenciales relevantes en América del Sur: Perú (marzo), Colombia (mayo) y Brasil (octubre).
El referéndum que tuvo lugar en Ecuador el 16 de noviembre mostró como excepción una derrota de la derecha. El presidente Daniel Noboa sometió a referéndum su proyecto de reforma constitucional. No es un hecho nuevo en el país, que en los últimos veinte años ha modificado diez veces el texto constitucional. Se proponían dos temas claves: endurecer la legislación contra los carteles de la droga y permitir el establecimiento de bases militares estadounidenses.
Las dos propuestas fueron rechazadas. No fue un resultado fácil de explicar para el presidente. Es que la población muestra en los sondeos una política favorable al endurecimiento de la lucha contra la droga e incluso aprueba el modelo del presidente Bukele para enfrentarla. En forma casi simultánea con el referéndum, se logró capturar al jefe del narcotráfico más importante de Ecuador. Ello no parece haber servido para influir en el referéndum.
En cuanto a las bases militares norteamericanas, el país las tuvo décadas atrás, antes de que llegara al poder el populista Rafael Correa, quien las prohibió en otra reforma constitucional. La base militar estadounidense había funcionado en la localidad de Mantra y se planificaba reabrirla. Simultáneamente trascendió que se analizaba conceder otra base en una de las Islas Galápagos, de soberanía ecuatoriana, en las aguas del Pacífico. El presidente Noboa deberá ahora reconstruir su estrategia política, dañada por la derrota electoral. El alineamiento con Trump y la mano dura contra el narcotráfico seguirán siendo el eje de su política.
En Venezuela avanza el despliegue militar estadounidense, mientras Maduro y Trump dan señales de disposición al diálogo. El presidente venezolano utilizó una canción de John Lennon para hacer una suerte de llamado al diálogo y plantear la importancia de la paz. Trump respondió diciendo que estaba dispuesto a conversar con Maduro, aunque éste haya hecho mucho mal a Venezuela y a los Estados Unidos.
Mientras tanto, la acumulación militar estadounidense se acentúa. Bajo el Comando Sur de las Fuerzas Armadas estadounidenses se agrupa ahora la Cuarta Flota y el segundo grupo de Marines. Esto representa, en conjunto, una decena de buques y más de cuatro mil hombres. Pero ahora se ha sumado el portaaviones Ford, considerado el más moderno del mundo.
Por Rosendo Fraga
Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría


