Más de un millón de jubilados argentinos continúan trabajando —en blanco o en negro—, impulsados por haberes insuficientes y el deterioro del nivel de vida. El empleo registrado entre mayores creció con fuerza, pero la informalidad sigue predominando.
En los últimos diez años aumentó hasta un 60% la cantidad de jubilados que trabajan en la Argentina. Según los datos oficiales del sistema de Seguridad Social, más de un millón de personas en edad jubilatoria mantienen algún tipo de actividad laboral, ya sea registrada o informal, en un contexto marcado por ingresos previsionales bajos y un creciente deterioro de las condiciones de vida.
La mayoría de los jubilados que trabajan lo hacen de manera informal: más de 600.000 lo hacen “en negro”, un número que supera con amplitud al de quienes continúan en el mercado laboral registrado.
No obstante, en la última década también creció con fuerza la cantidad de jubilados que mantienen actividad con aportes. Según cifras de junio de 2025, son 433.525 los beneficiarios del sistema previsional que figuran con contribuciones activas. De ese total, 89.531 trabajan en relación de dependencia, 33.596 en Casas Particulares, 87.533 como autónomos y 212.865 como monotributistas.
El incremento es notorio si se observa la evolución histórica: en 2010 eran 176.153, en 2015 ascendían a 275.431, en 2023 a 368.458 y en 2025 superaron los 433 mil. El mayor crecimiento se dio entre los monotributistas, que pasaron de 122.356 en 2015 a más de 212.000 en 2025, un aumento del 74%.
A su vez, el INDEC informó que en 2024 la tasa de empleo entre la población en edad jubilatoria fue del 17,1%, equivalente a 1.070.030 personas, cifra que se estima aún mayor en 2025.
Los especialistas señalan que este fenómeno está directamente ligado al deterioro del poder adquisitivo de las jubilaciones. Según la ANSeS, entre los 6,2 millones de beneficiarios del SIPA (sin contar Pensiones No Contributivas), el 48% cobra un haber mínimo, el 16% entre una y dos mínimas y solo el 36% supera ese nivel. En noviembre, los jubilados que perciben el haber mínimo cobran $333.085,39, más un bono de $70.000.
El marco legal permite que tanto hombres como mujeres se jubilen a los 70 años y trabajen de manera registrada aun después de acceder al beneficio. En estos casos, aportan el 11% al sistema, aunque esos pagos no mejoran el haber previsional: van al Fondo Nacional de Empleo.
Para los especialistas, trabajar después de jubilarse puede tener efectos positivos cuando es una elección, pero advierten que la mayoría lo hace por necesidad, en empleos de baja calidad y con mayor desgaste físico. “Cuando el trabajo es forzado por la insuficiencia del haber, los efectos sobre la salud suelen ser adversos”, concluyen.



