Dinamarca volvió a sorprender en Netflix con Mango, un drama romántico que, en pocos días, escaló al puesto 2 entre lo más visto de la plataforma. Dirigida por Mehdi Avaz, la película mezcla romance, paisajes luminosos y un conflicto emocional que conecta rápidamente con el público.
La historia sigue a Lærke, interpretada por Josephine Park, una estricta y ambiciosa directora de hotel enviada a Málaga para negociar la construcción de un nuevo resort. El proyecto la obliga a instalarse en una finca de mangos donde vive Alex (Dar Salim), un hombre profundamente unido a su tierra y marcado por un pasado doloroso. Aunque su objetivo inicial es convencerlo de vender, la convivencia abre una puerta inesperada: la posibilidad de replantear prioridades, sanar vínculos y construir algo verdadero lejos de la vida frenética que dejó en Dinamarca.

La llegada de Agnes, la hija adolescente de Lærke, agrega una capa emocional al relato. Lo que parecía un viaje laboral se convierte en una oportunidad para recomponer una relación desgastada por ausencias y exigencias laborales. Entre los campos, los atardeceres y los silencios de la vida rural andaluza, madre e hija encuentran un espacio para hablar, escucharse y volver a elegirse.
La película rescata la esencia de romances cálidos y luminosos como Bajo el sol de la Toscana, tal como remarcan varias críticas internacionales. Common Sense Media la describe como “una dulce historia que apela a las segundas oportunidades bajo el ritmo pausado de la naturaleza”, mientras que Decider destaca su “atmósfera agradable y actuaciones sólidas”. No faltaron opiniones más severas: para Ready Steady Cut, se trata de “una comedia romántica predecible”, aunque reconocen su atractivo visual y su elenco efectivo.

Además del romance, Mango explora temas actuales: la tensión entre el desarrollo turístico y la preservación del territorio, la búsqueda de nuevos modelos de vida y el valor de construir vínculos elegidos. Esto queda especialmente claro en el tramo final, cuando Lærke decide dar un giro completo a su vida. Vende su departamento, pide un préstamo y propone transformar la finca en un proyecto ecológico comunitario, lejos de los grandes resorts y cerca de la tierra.
Alex, conmovido por este acto de confianza, abandona la idea de vender su hogar a inversores y se une a ella para construir un nuevo futuro. Un año después, el film muestra que el proyecto avanza, mientras ellos, más que pareja, forman una familia simbólica con quienes los rodean.


