
El sonido del mar contra la costa es el protagonista de este viaje. Un vaivén profundo, casi pulmonar, que acomoda el cuerpo apenas te bajás del auto. Después llegan los demás, el roce del coirón, el chasquido de piedras bajo la suela, el llamado breve de un ave que atraviesa la marisma.
En esa orquesta mínima aparecen seis casitas bajas, alineadas frente al Golfo San Jorge. Son los Refugios de Mar, la propuesta que inauguró una nueva temporada, del 1 de noviembre al 15 de abril, dentro del Parque Provincial Patagonia Azul, una de las áreas naturales más extensas y menos exploradas de Chubut.
“Lo central es redescubrir y conocer el Parque”, resume María Mendizábal, coordinadora de Turismo, mientras señala el mapa que se abre sobre la Ruta Azul. Son dos bases que funcionan como puertas de entrada, la Isla Leones Camps, a 12 km al sur de Camarones, y Marisma Camps, en el portal de Bahía Bustamante, 90 km más abajo.

Seis casas por camp, 12 huéspedes en el primero, 15 en el segundo, y un equipo mínimo de cocina, guía y host. “La escala es chica a propósito”, explica. Una noche alcanza para tantear el pulso; con dos, el cuerpo incorpora la cadencia de la costa.
Las casas parecen simples por fuera, casi camufladas con la estepa. Adentro, priorizan lo esencial: somier firme, sábanas blancas de hotelería, toallas gruesas, agua caliente, lo justo y necesario para descansar después de un día largo. La mesa se sostiene con identidad local, cocina de Carola Puracchio (AmarAlgas), verduras de la huerta agroecológica Chispa, pescado artesanal de Camarones. Pan tibio, hierbas, bruma salina. La propuesta es integral, alojamiento, comidas y actividades.
Puertas afuera, la agenda la marca el paisaje. En Isla Leones, podés hacer senderismo, e-bikes y snorkeling con trajes de neoprén. El puerto natural de Bahía Arredondo permite embarcar con el operador local Viento Azul rumbo a la mítica Isla Leones y Caleta Hornos. A cinco minutos de caminata desde las casas, el embarque se siente como un paso más de la caminata matutina. A bordo, el oleaje apenas golpea el casco mientras lobos y aves costeras aparecen y se hunden.

En ambos camps, el corazón de la experiencia está en el agua, navegar entre islas e islotes, observar fauna silvestre, comprender la dinámica marina de la región. Se pueden ver especies endémicas, cuatro especies de ballenas, lobos marinos, toninas y delfines. En Marisma Camps, la marea organiza todo, piletones naturales en bajamar, pequeños acuarios a cielo abierto y flotada por la ría en pleamar. Se suman cabalgatas costeras, mountain bike y la visita a una casona restaurada que hoy funciona como centro de interpretación, con mapas, relatos y objetos que afinan lo visto en el terreno.
Conservación
La conservación no es una consigna; es un método. Paneles solares para energía limpia, biodigestores para los baños, compost y separación de residuos que viajan al centro de reciclado de Camarones. “La huella tiene que ser mínima”, subraya Mendizábal. El límite de visitantes, poca gente, mucha naturaleza, preserva ese silencio necesario. Cuando el viento amaina, el mar queda como una respiración extendida.
Los camps se integran a la Ruta Azul junto a Bahía Bustamante Lodge, Caleta Sara, Cabo Raso, Estancia La Antonieta y la vida cotidiana de Camarones, que aporta servicios, oficios, pescadores, artesanas y un puñado de historias.
La economía regional circula en mantenimiento, servicios, compras a productores y en la invitación, siempre insistente, a visitar el tour histórico, la pingüinera, y ALAS, el emprendimiento local de lanas.
Hay paisajes que se leen por oído, Patagonia Azul es uno de ellos y los colores completan la partitura: marrones intensos, azules densos, óxidos suaves. En esa paleta, las casas no irrumpen; se alinean. La propuesta no busca exclusividad por lujo, sino por sentido. “Permiten conocer de verdad el Parque”, resume Mendizábal.

Cómo llegar y reservar
Los aeropuertos de Trelew, Madryn y Comodoro Rivadavia sirven como base. La RP1 (Ruta Azul) acompaña acantilados y bahías; la RN3 y la RP30 conectan con Camarones. Los últimos tramos de ripio invitan a disminuir la marcha. La época de mayor movimiento va de fines de noviembre a mediados de febrero.
Capacidad: 6 casitas por camp; máx. 12 huéspedes (Isla Leones) y 15 (Marisma). Incluye: alojamiento, 3 comidas y actividades. La reserva es obligatoria, se trata de alojamientos agrestes y aislados. ([email protected] ; [email protected] ).
Con información de Agencia Ambiente



