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Patagonia Azul amplía la observación de aves marinas con un innovador sistema de cámaras remotas

instalación de cámaras remotas

instalación de cámaras remotas

El Parque Provincial Patagonia Azul abrió una nueva forma de mirar la vida silvestre gracias a un sistema de cámaras remotas que registra, en tiempo real, la rutina reproductiva de pingüinos, petreles y cormoranes. La iniciativa combina energía solar, conectividad satelital y trabajo científico para observar a las especies sin intervenir en colonias sensibles, instaladas en las islas del Golfo San Jorge, un escenario donde la presencia humana debe reducirse al mínimo para evitar alteraciones.

El proyecto fue impulsado por el equipo de Especies del Proyecto Patagonia Azul, junto al investigador superior del CONICET Flavio Quintana, y propone un enfoque que evita visitas frecuentes a lugares de difícil acceso. “Necesitamos monitorear y vigilar las colonias de aves marinas sensibles que nidifican en sitios de difícil acceso, evitando ingresos repetidos durante la temporada reproductiva”, explicó Ignacio “Nacho” Gutiérrez, coordinador de la iniciativa, al detallar la importancia del sistema en un contexto de creciente presión ambiental.cormoranes


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Las cámaras, diseñadas para resistir el clima patagónico, se activan al inicio del ciclo reproductivo y funcionan sin interrupciones durante meses. El equipo logra registrar tormentas que golpean la costa, recambios entre adultos, eclosiones y la presencia ocasional de depredadores, escenas que suelen pasar inadvertidas incluso para quienes trabajan en monitoreo de fauna. La posibilidad de ver estos comportamientos sin alterar los nidos representa un avance notable para la conservación.

El sostén técnico del sistema exige una logística precisa, ya que paneles solares, baterías y antenas deben operar en islas remotas expuestas a vientos intensos y ambiente salino. Gutiérrez reconoció que el internet satelital alivió barreras históricas, aunque mantener energía y conectividad continúa siendo una tarea exigente, un desafío que el equipo enfrenta desde hace tres temporadas con resultados cada vez más estables.


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Una de las grandes novedades de este año fue la alianza con explore.org, la plataforma de cámaras de fauna más reconocida a nivel global. La colaboración multiplicó la audiencia y sumó espectadores que observan, comentan y reportan conductas en tiempo real, una dinámica que potencia el rol educativo del proyecto y mejora la capacidad de vigilar cambios repentinos en los nidos. “La plataforma está pensada para que cualquiera pueda observar y participar… Esa conversación nos permite vigilar mejor y aprender junto a la gente”, agregó Gutiérrez.

Las transmisiones más vistas provienen de Isla Tova, donde nidifican unas 36.000 parejas de pingüino de Magallanes, y de los nidos de petrel gigante del sur y cormorán imperial en Isla Gran Robredo e Isla Tovita. El período de eclosiones convierte cada cámara en una ventana al comportamiento de los adultos, que alternan viajes al mar para alimentar a los pichones recién nacidos en días de actividad constante.

El monitoreo continuo no solo ofrece imágenes impactantes, sino que además permite obtener datos esenciales para comprender la etapa reproductiva. Los registros aportan información sobre frecuencia de alimentación, tiempos de viaje y factores que explican fallas en los nidos, indicadores clave para evaluar la salud del mar en una región donde cualquier alteración puede afectar a miles de aves. Según los especialistas, las últimas tres temporadas no mostraron señales preocupantes, aunque reconocen que el sistema permite encender alertas tempranas si la situación cambiara.


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La reacción del público fue inmediata y creció de forma sostenida. Audiencias de distintos países comentan capturas, consultan por especies acompañantes —como skúas o palomas antárticas— y reportan movimientos que observan en pantalla. “Uno no puede proteger lo que no ama, y no puede amar lo que no conoce”, sintetizó Gutiérrez, al destacar el valor educativo de un proyecto que acerca la ciencia al público general.

Lo que comenzó como un experimento arriesgado en un archipiélago ventoso hoy se consolida como un modelo replicable que une tecnología, conservación y participación ciudadana. En Patagonia Azul, cada nido puede seguirse minuto a minuto, una experiencia que antes solo era posible para equipos científicos especializados. Ahora, cualquier persona puede vivirla desde cualquier rincón del mundo.

Redacción

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