A pocas semanas de su salida de MasterChef Celebrity (Telefe), Luis Ventura abre las puertas de su intimidad y repasa, sin filtros, los temas que marcaron su presente: la paternidad, los miedos que le dejó su duro episodio de salud, su vínculo con Wanda Nara dentro del programa y la distancia irreversible con Jorge Rial.
En un mano a mano con GENTE, Ventura habla de los temas más importantes de su vida. Además, confiesa cuál es el pendiente laboral que tiene luego de 5 décadas de trayectoria en los medios de comunicación.
Luis Ventura habló sobre su relación con sus hijos
En el tramo de la charla, Luis Ventura se detiene en un tema que atraviesa toda su vida: la paternidad. “Los pibes son mi conexión con la actualidad y con la inercia que tiene este tiempo y esta generación”, dice.
Sobre sus hijos -Facundo, Nahuel y Antonio-, dice con orgullo: “Tengo uno de 35, 33 y 11. Los dos mayores están en el medio. El mayor está en TV en producción y el otro es director de fotografía en el Diario Crónica”. Con la honestidad que lo caracteriza, agrega que muchas veces sus hijos lo sorprenden: “Me sacan temas que a ellos les interesa y me doy cuenta que me escarban para utilizarlo”.
Cuando se le pregunta si se considera un padre presente, Ventura no duda: “Trato. Trato de estar cerca de ellos. Uno se predestina para hacer tal cosa y no siempre lo que creés que va a ser lo mejor del mundo para ellos es bueno. Una cosa es lo que uno piensa y otra cosa es lo que reciben los hijos”. Y asegura que su motor siempre fue el mismo: “Todo lo que hago es por ellos, eh. Educación, presencia, espíritu, transparencia, familia…”.
El periodista recuerda el mal momento de salud que vivió y la enseñanza que le dejó
Ventura admite que su familia es la primera en advertirle que reduzca el ritmo: “Todo el tiempo. Les preocupa mi salud. El último golpe durísimo fue aquella neumonía bilateral que casi me manda para el otro lado”. Ese episodio, que lo obligó a replantear hábitos, marcó un antes y un después: “Después de eso cambié la medicación, me cuido mucho, como más sano. Dejé de comer en la glotonería y empecé a comer hasta lo que me pide el estómago”.
Al revivir ese cuadro, no oculta el miedo que sintió en ese momento: “Pensé que me moría. En un momento cuando me faltaba el oxígeno me habían hecho soplar un aparatito con tres pelotitas de telgopor. Mi soplada no levantaba una de las tres bolitas”.
En esa línea, recordó una imagen que todavía lo impacta: “Me llevaron primero a un centro nuclear y cuando llegué estaban todos los empleados vestidos con delantales de plomo. Me dijeron que me iban a dar una jarra de una naranjada radioactiva. Viendo todo eso me pregunté: ‘¿no me habré muerto y habré llegado a un lugar donde me van a juzgar?’. Era todo muy grotesco”.
Esa situación lo enfrentó a una posibilidad devastadora: “Ahí me di cuenta que estaban buscando algo. Los médicos creían que tenía un tumor cancerígeno en uno de los pulmones. Hasta que terminó el estudio estuve cortando clavos. Tenía los huevos en la garganta. Estaba suplicando no tener lo que me estaban diciendo”.
Cuando se le consulta qué fue lo que más lo angustiaba, dice: “Mi familia. No le tengo miedo a la muerte, pero sí al sufrimiento y a la pérdida del ser querido”.
Hoy, a distancia de ese episodio, siente que tiene otra perspectiva: “Tengo las cosas más sabidas. Conozco más. La vida me ha pasado por arriba de este cuerpo. Mucha gente no cree que tengo 69 años. La gente me suele ver más joven y con vitalidad. Soy muy emprendedor y empujador… Mi voz siempre se escucha. Mi liderazgo no es autoritario ni forzoso”.
Y reconoce que esas características también vive en sus hijos: “Mirá, los dos grandes tienen muchas cosas mías en cuestión del liderazgo. Antoñito para mí es la reeducación de la paternidad dentro mío. Con él conocí nuevas maneras de vivir, comunicarme y de ver la vida. Me hizo descubrir lo que es el universo neurológico. Es una reinvención”.
Con ternura, suma una reflexión sobre su paternidad tardía: “Fui padre ya en una altura de mi vida donde uno suele estar más cerca de ser abuelo que padre… Muchas veces en joda digo que soy el abuelo de mi hijo. No tengo una cosa con la edad, igual…”.
Luis Ventura y su íntimo vínculo con su hijo Antonio, el menor del clan
Cuando habla de Antonio, su hijo menor, Ventura cambia el tono: se vuelve más suave. “Me da un cariño distinto transmitido desde otros lugares y formas. Me hace estar más perceptivo”, explica, dejando ver que ese vínculo tiene un lenguaje propio.
“Al no hablar, mi comunicación con él no es de palabra sino que es de acción. Nosotros nos conectamos con las miradas. Ahí es cuando comienza un diálogo distinto y superlativo”, resume.
Describe ese intercambio casi como algo físico, palpable: “Cuando nos cruzamos y nos ponemos cara a cara siento que hay una corriente eléctrica entre él y yo”.
Al consultarle si sus hijos mayores tienen relación con Antonio, Ventura responde con cautela: “No me voy a meter en el ensamble de mi familia. Cada uno hace lo que puede. Hay condiciones de relaciones internas en la familia que cada uno las conoce y sabe hasta dónde. Después la vida decidirá”.
Su paso por MasterChef y su conexión con la cocina
Al recordar su experiencia en el certamen culinario, Ventura responde si disfrutó la experiencia: “Sí y no. Sí en el desafío de lo distinto… Cuando me llamaron me gustó”. Aun así, entró con una idea muy marcada sobre su relación con la gastronomía: “Entré con un preconcepto porque yo cocino lo que entiendo. Si me traés un plato y no entiendo lo que me cocinaste, no lo como. Tengo que entender mi comida”.
Esa manera tan personal de concebir la cocina chocó de frente con las exigencias del programa: “Me pasó que frente a los pedidos y exigencias de nuevas fórmulas de comidas me encontré con platos que nunca hubiera imaginado o comido”. Fiel a su estilo, defiende sus preparaciones: “Yo armé mis platos desde el criterio comilón que tengo de hacer platos desbordados y todos los huevos…”.
Sin embargo, ese enfoque no siempre convenció al jurado, especialmente a Germán Martitegui: “Me comía los sopapos de Martitegui. Él seguramente debe tener toda la razón del mundo… Él es duro y yo no soy blando…”.
Cómo ve a Wanda Nara en el rol de conductora
Ventura no esquiva hablar de Wanda Nara, una figura con la que compartió un pasado profesional intenso. “Nos habíamos dejado de ver y de comunicar. No me preguntes el motivo ni si hay culpables. Pasó… Ella estuvo afuera muchos años”, relata.
Enseguida reconoce el vínculo que los unió desde los inicios: “Seguí cada uno de sus pasos y creo que tengo mucho que ver con su carrera. No digo que la inventé o que ella no se haya ganado nada por ella, eh. Yo la mostré desde un lugar definitivamente genuino. La Wanda que yo publiqué es la que es y el tiempo me lo demostró”.
Sobre el presente de la conductora, es claro: “Me pone contento que le vaya bien”. Al analizar su desempeño al frente de MasterChef, Ventura destaca algo más que la conducción: “Me pareció más que una conductora. Ella está siempre acotando y corrigiendo… Me parece que le pone la impronta de un líder. Le veo imagen de cacique”.
Además, analiza la impensada participación de su primer marido en el programa: “Tiene sentido del humor y me parece que aprendió a reírse de sus cosas. Me parece que eso le permite convivir hoy por hoy en una misma pantalla con Maxi López después de todo lo que se dijeron. No descartaría que el día de mañana pasara lo mismo con Mauro Icardi”.
Luis Ventura sobre su relación con Jorge Rial y el pendiente laboral que tiene
Al reflexionar sobre los 25 años de Intrusos, Ventura conecta esa etapa con el orgullo por su trayectoria: “Me pone contento como me pone contento que después de 52 años todavía siga escribiendo en un diario de papel como Crónica. Lo siento como una medalla en el pecho”.
El tema inevitable es su vínculo con Jorge Rial, con quien comparte una historia laboral tan intensa como conflictiva. Consultado sobre la posibilidad de un reencuentro, Ventura responde sin rodeos: “No es un tema mío. Yo siempre estuve en el mismo lugar. El que recibió todos los piedrazos y deshonras fui yo. Entonces, ya está para mí. Solté hace años. Veo que él no”.
Sobre lo que marcó la ruptura definitiva, dice: “Yo quiero ser honesto. La última referencia que tuve sobre este señor fue una denuncia por aprovechamiento psiquiátrico de una familiar de él. Yo lo único que había hecho con esa familiar era ayudarla. Por pedido de ellos no los nombro ni considero. Que hagan su vida y ojalá sean lo más felices del mundo”.
Antes del cierre, sorprende revelando cuál es el mayor pendiente laboral que aún guarda después de cinco décadas de carrera. Su respuesta es tan directa como simbólica: “Una nota con Dios y otra con el diablo”.
Video y fotos: Candela Petech.
