Cuántos años pasaron desde ese 30 de noviembre de 1778, fecha en la cual nació Andrés “Andresito” Guacurarí, uno de los caudillos federales más reconocidos de la Argentina no centralista. Reconocido en la región y hasta recordado en tierras uruguayas pero también invisibilizado por el porteñocentrismo que tantas inequidades tiene en su haber. Su legado, entre otras cosas, ha valido la fecha de la bandera de Misiones.
Roja, azul y blanca
La bandera de Misiones tiene su día en concordancia con el natalicio del gran Andres Guacurarí como ya se dijo antes. Instituido como día en el año 1992, cada 30 de noviembre, la tierra colorada respira el olor de su propia patria.
La inspiración viene, en realidad, de los suspiros y pensamientos revolucionarios de José Gervasio Artigas. Ese magno caudillo que encabezó la Liga de los Pueblos Libres en la era post Revolución de Mayo, fue quien apadrinó a Andrés Guacurarí, dotándolo, por supuesto, de amplias herramientas políticas, culturales y militares al héroe histórico guaraní.
Se afirma que los colores elegidos por Artigas responden al rojo por la sangre derramada por la libertad, el azul por la decisión de ser una República y el blanco por la distinción y la grandeza. También existe la presunción que los colores azul y blanco, fueron elegidos en conmemoración a la bandera de Belgrano, estableciendo cierta semejanza.
Teóricamente, la primera bandera instituida por Artigas era muy parecida a la de Belgrano, con la única salvedad que además de las distintivas líneas celeste y blanca, tenía una franja roja que la cubría de manera diagonal. De hecho, esta versión fue izada en los Pueblos Libres el 13 de enero de 1815.
La bandera misionera ha visto una incontable cantidad de sucesos. Desde ser partícipe de las guerras independentistas en esta zona de Argentina, hasta ser motivo de pleito fronterizo con bandeirantes del lado brasileño y con pujas de poder con los paraguayos. De acuerdo a lo último, el territorio misionero pasó por ocupación correntina, ocupación paraguaya, Guerra de la Triple Alianza, conformación del Territorio Nacional de Misiones, delimitación de las fronteras nacionales incluyendo el Laudo de Cleveland donde se pierde una porción importante del espacio geográfico de ese entonces, pasando a la provincialización ya en el siglo XX, sobreviviendo además a todas las dictaduras militares y a los duros años 90 neoliberales. La bandera siempre estuvo, hasta hoy en día en la época de la tecnología de avanzada donde Misiones dice presente. Fue un distintivo en contexto de conflicto para transformarse en una insignia única de la cual todos formamos parte.
Andrés: ayer y hoy
Guacurarí es un personaje emblemático, sin lugar a dudas, aunque también su presencia de hace más de 200 años continúan teniendo componentes del ser misionero actual.
La condición de Andresito era única. Fue un caudillo proveniente de pueblos originarios, en su caso guaraní de pura cepa. Con una formación excelsa en términos militares y una facilidad para la diplomacia, es un fiel ejemplo de lo que actualmente sigue siendo el misionero: un ciudadano de formación, valores y con clara reminiscencia a sus orígenes.
La presencia de Guacurarí en la región fue clave para mantener a tiro la soberanía de la entonces Liga de los Pueblos Libres y la pretensión de formación de un proyecto político que distaba de las pretensiones centralistas (ya en esos años) del puerto de Buenos Aires. La comprensión de la idiosincrasia y las particularidades de la región hacían de Guacurarí un líder hecho a medida.
Algunos hitos militares incluyen victorias épicas como la defensa de Candelaria y Corpus en 1811, mismo año dónde ejecutó otro triunfo estratégico en la Batalla de San José. En 1816 tuvo lugar la victoria contra los invasores portugueses en la famosa Batalla de Candelaria, y un año más tarde (1817) el triunfo en la Batalla de Apóstoles. Su último bastión medianamente victorioso fue la defensa de Posadas y Candelaria con una resistencia prolongada.
Entre triunfos y derrotas, cómo la vida misma, las últimas fueron determinante para su vida política y su vida física. La grave derrota en la Batalla de Cambay, en el año 1818 en las Misiones Orientales le sirvió de antesala para su caída definitiva. En 1820 se da su última campaña en territorio de las Misiones Orientales, en la región de Santo Angelo para ser preciso, en donde se da su máxima derrota con su posterior captura y desaparición. Hasta el día de hoy es una incógnita cómo fue la vida de Andrés Guacurarí luego de este hecho y también dónde podrían descansar sus restos.
El derrotero histórico de la participación bélica de Andrés Guacurarí en Misiones representa un ítem que se mantiene hasta el día de hoy: la internacionalización de la provincia. Andresito luchaba contra invasores portugueses y paraguayos con el afán de mantener el control de Misiones en la Liga de los Pueblos Libres. Eso desnuda lo que aún hoy pasa pero con otros atisbos. Misiones sigue siendo una tierra de profunda influencia internacional como un enclave geopolítico. Con 90% de sus fronteras compartidas con dos países, es el último bastión de la patria argentina en el norte. Los desafíos hoy en día no son bélicos, ya que la conformación del Estado Nacional se encargó de purgar esas disputas a fuerza de sangre. Hoy las complicaciones vienen por la economía. Puentes que van y vienen de un lado a otro según varíe el momento económico y según convenga. Misiones tiene la ardua tarea de subsistir entre dos gigantes cuando el país central queda a 1000km de distancia pero más aún en cuanto al desinterés que históricamente demostró Buenos Aires. En el medio nosotros, los misioneros, aquellos que en el país central nos dicen paraguayos y que piensan que vivimos en el medio de la selva. Al igual que en la época de Andresito, uno de los desafíos que aún se mantienen es el de mantenerse firme y no dejarse pisotear por quien viene de afuera.
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Docente, divulgador e investigador en proceso



