La inauguración del monumento al líder sindicalista Francesc Layret tuvo efecto el 19 de abril de 1936. El acto conmovió al gentío que inundaba la plaza Goya, no por ser fiesta dominical sino por la categoría de la persona y su trágica muerte. El respetado abogado laboralista, entregado a defender los obreros que militaban en la reivindicación de sus libertades, padecía una parálisis infantil que ya le obligó a permanecer aferrado a las muletas; no resultó un impedimento para su labor, sino que incluso le aportó un afán de superación y de combate, ni que fuera por otro camino.
En 1920 y al salir de su casa para interesarse por los relevantes luchadores sindicalistas detenidos Companys, Salvador Seguí y Martí Barrera, fue tiroteado mortalmente por los pistoleros contratados por la patronal. El asesinato provocó una consternación enorme.
Estaba en construcción pero lo derribaron y, ya inaugurado, el franquismo lo condenó al almacén
Pronto se formó una comisión para dedicarle un gran monumento por subscripción popular. Se recogieron más de 50.000 pesetas. El artista Frederic Marès fue encargado de modelar un conjunto escultórico de dimensión que estuviera a la altura de las circunstancias.
Los oradores vibraron de emoción al evocar en la ceremonia el combativo y generoso Layret: Ángel Pestaña, del Partido Sindicalista; el socialista Manuel Serra i Moret, amén del presidente y amigo personal Lluís Companys.
La inauguración de la obra del escultor Marès revistió la expectación merecida
PÉREZ DE ROZAS / IMAGEN CEDIDA POR EL ARXIU FOTOGRÀFIC DE BARCELONA
Si el abogado Layret se había distinguido siempre en luchar y sortear las contrariedades, el destino en el terreno público barcelonés también aportó no pocas incidencias y de bien distinto signo.
Para empezar, cuando ya habían comenzado las obras en la plaza para alzar el monumento, el levantamiento político del 6 de octubre de 1934 acarreó como consecuencia inmediata no solo el parón constructivo sino también su derribo.
En 1939 corrió la misma suerte que otras esculturas públicas: el ordeno y mando de la autoridad militar franquista para eliminar las de determinado signo político.
En 1977 el alcalde Josep Maria Socias, siempre tan sensible en estos temas, no dudó en reponerla de inmediato. Se mantuvo el nombre de plaza Goya, pese a que la moderna y mediocre escultura del pintor ( ens farà patir , alertó con acierto el combativo Oriol Bohigas) tuvo que ser plantada sin remedio en la calle Aragó.



