04 Dic, 2025 05:52 p.m. Actualizado: 04 Dic, 2025 05:54 p.m. ES
Un informe nacional de Cruz Roja Argentina revela que la práctica de las apuestas online adolescentes está ampliamente extendida. La Patagonia se suma a la tendencia, con un alto porcentaje de jóvenes motivados por la promesa de «ganar dinero rápido».
El fenómeno de las apuestas online adolescentes se ha consolidado como una problemática de alto riesgo psicosocial en Argentina. Un estudio de alcance nacional, realizado por el Observatorio Humanitario de Cruz Roja Argentina, reveló que seis de cada diez jóvenes escolarizados/as en el nivel secundario están expuestos/as al juego digital, ya sea por participación directa (16%) o por vínculos cercanos que apuestan (45%). Esta preocupante realidad se registró entre agosto y octubre de 2025 en 231 escuelas de 16 provincias, incluyendo Chubut y Tierra del Fuego, confirmando la circulación social extendida de esta práctica en la Patagonia.
El relevamiento, que contó con la colaboración de la filial de Comodoro Rivadavia y la subsecretaría de Instituciones Educativas del Ministerio de Educación de Chubut, detalla que las motivaciones de los jóvenes para iniciarse en el juego online combinan factores recreativos y económicos.
En la región de la Patagonia, el 87% de los jóvenes encuestados con experiencia directa en la práctica lo hace por curiosidad o entretenimiento. Sin embargo, el incentivo de ganar plata fácil, rápido y sin esfuerzo es citado por un 59% de los adolescentes en la región. Este valor subraya una fuerte atracción por el dinero rápido que intensifica la vulnerabilidad social.
La normalización social de la práctica es clave. Las amistades y pares son la principal vía de iniciación y acceso al juego online (57% a nivel nacional). Además, la influencia de adultos cercanos también contribuye a la aceptación de las apuestas, siendo referida por el 40% de los jóvenes de la Patagonia que apuestan.
Alarma nacional: Inicio temprano y riesgo en la salud mental
A nivel país, el estudio subraya que el vínculo con las apuestas online adolescentes comienza tempranamente, alrededor de los 13 o 14 años. Esta precocidad se facilita por la falta de controles efectivos y la exposición constante al ecosistema digital.
Brecha de género y acceso fácil
Existe una marcada brecha de género en la práctica, ya que los varones apuestan tres veces más que las mujeres (24% frente a un 8%) y presentan mayor intensidad de juego. Para acceder a las plataformas, el 83% de quienes apuestan utiliza billeteras virtuales y medios de pago digitales, una vía que revela limitaciones en los controles de edad para menores.
El impacto psicosocial
Los riesgos para la salud mental son innegables. El 79% de los jóvenes que apuestan reconoce el riesgo de adicción. Además, el 69% reporta ansiedad y malestar, y cerca de la mitad indica una afectación en los hábitos de sueño (47%) y en el rendimiento escolar (49%). Un dato particularmente alarmante es que uno de cada ocho adolescentes con experiencia directa en apuestas quedó endeudado (12%).
A pesar de que el acceso a las apuestas está legalmente prohibido para menores de 18 años, ocho de cada diez adolescentes consideran que las medidas de regulación actuales son insuficientes o no funcionan para impedir su ingreso.
En este marco, la prevención se presenta como una necesidad urgente. Los adolescentes piden controles más estrictos sobre las plataformas y solicitan talleres y campañas educativas. Los temas prioritarios de interés son conocer los riesgos, comprender cómo operan los algoritmos de captación de las plataformas y recibir información sobre dónde pedir ayuda.
La expansión de las apuestas online no solo pone en riesgo el desarrollo saludable de las adolescencias, sino que intensifica las desigualdades sociales y vulnerabilidades preexistentes. Ante este panorama, el enfoque debe centrarse en la prevención y el acompañamiento, promoviendo espacios de alfabetización digital crítica en las escuelas y fortaleciendo el diálogo en el hogar, sin caer en discursos estigmatizantes y siempre respetando la perspectiva de género y los derechos humanos, tal como lo promueve la Cruz Roja.



