Pocas series de Netflix generaron un impacto tan inmediato como Estado de fuga 1986, la miniserie colombiana que se convirtió en furor apenas llegó al catálogo global. Su recepción se explica en gran medida por el modo en que rescata un episodio histórico que muchos no conocían en detalle, pero cuya sombra quedó marcada para siempre en la memoria de Bogotá.
La ficción toma como punto de partida la masacre ocurrida el 4 de diciembre de 1986, protagonizada por Campo Elías Delgado, un veterano de guerra que, atravesado por trastornos mentales no diagnosticados, asesinó primero a su madre y luego a más de 20 personas en el restaurante italiano Pozzetto. Ese día, Colombia se enfrentó a una violencia distinta a la del conflicto armado: una violencia íntima, individual y devastadora, que los medios de la época jamás exploraron en profundidad.

Décadas después, Netflix reabre ese capítulo olvidado, no con una reconstrucción literal, sino con una mirada que se anima a explorar zonas grises, silencios y huellas emocionales. Estado de fuga 1986 se sumerge en la psique de los protagonistas y en las tensiones que atraviesan a quienes, de un modo u otro, quedaron atrapados en el círculo del horror.
Cómo es la miniserie y qué propone
Diciembre llegó con una de las historias más crudas que marcó a Colombia. Estado de fuga 1986 —inspirada en la masacre de Pozzetto— cuenta con siete capítulos dirigidos por Carlos Moreno y Claudia Pedraza. La producción ejecutiva está a cargo del escritor bogotano Mario Mendoza y de Rodrigo Guerrero, mientras que el guion, escrito por Ana María Parra junto al propio Mendoza, profundiza en la fragilidad de la razón y en la fascinación por el mal. El resultado es un relato que combina thriller psicológico, drama y true crime desde un enfoque más humano que policial.

La ficción recrea el ataque del 4 de diciembre de 1986 a través de la historia de Jeremías, un veterano de la Guerra de Vietnam que mató a 29 personas e hirió a otras 15 en diferentes puntos de Bogotá. Sin embargo, la serie toma un rumbo propio al introducir a Camilo León (José Restrepo), un joven aspirante a escritor que desarrolla un vínculo complejo con Jeremías Salgado, el personaje inspirado en Delgado. Ese lazo es el que permite a la trama moverse entre realidad y delirio, y llevar al espectador dentro de la mente de un protagonista que no puede recordar qué ocurrió en los días previos al crimen.
Una interpretación que estremece
Andrés Parra —conocido por Escobar: el patrón del mal y Los protectores— interpreta a Jeremías con una potencia inquietante. Esta es su tercera colaboración en una obra de Mendoza llevada a la pantalla, tras Los iniciados (2023) y Los iniciados: El diario de las sombras (2024). Aquí vuelve con un personaje oscuro, contradictorio y perturbador, y su trabajo promete dejar un nudo en la garganta a más de un espectador.
El elenco incluye también a Carolina Gómez, Camila Jurado, Jorge Enrique Abello, Paulina Díaz Granados, Ernesto Benjumea, Consuelo Luzardo, Marcela Benjumea y Christian Tappan. En la ficción, el restaurante donde ocurre la masacre lleva el nombre de San Marzino, un guiño que permite tomar distancia narrativa sin perder la esencia de los hechos reales.

