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El festival que terminó con la era hippie, 4 muertos y un asesinato frente a Mick Jagger: la historia del trágico Altamont Speedway Free Festival

Diciembre de 1969. Los Rolling Stones cabalgaban la ola de su renacimiento. Un año atrás, la fiesta de lanzamiento del «Beggars Banquet» había sellado su regreso triunfal, y ahora cerraban su gira estadounidense en la cima. Woodstock había ocurrido apenas cuatro meses antes, estableciendo el modelo: paz, amor y música comunal bajo el sol. La contracultura parecía imparable. El verano del amor aún resonaba en la memoria colectiva, y la generación que creía poder cambiar el mundo con flores y canciones celebraba cada concierto como un pequeño acto revolucionario.

Un poster oficial del Altamont Speedway Free Festival en 1969.Un poster oficial del Altamont Speedway Free Festival en 1969.

Piensen en esa escena icónica de Forrest Gump cuando Jenny corre hacia él en el National Mall: cientos de miles de jóvenes con flores en el pelo, pancartas de paz, creyendo genuinamente que la música podía detener la guerra y transformar la sociedad. Esa era la energía de la época.

Los Stones querían su propia versión de ese éxito. Un «Woodstock del Oeste» gratuito, un agradecimiento a sus fans californianos tras las críticas por los precios excesivos de las entradas durante su gira por Estados Unidos. Sería épico, masivo, histórico. Mick Jagger lo había declarado públicamente: habría un gran concierto gratuito el 6 de diciembre. Santana, Jefferson Airplane, Crosby, Stills, Nash & Young, y los Grateful Dead compartirían cartel con ellos. Sería el broche perfecto para la década, la prueba definitiva de que el rock podía unir a las masas sin violencia policial ni control corporativo.

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Day 13 – Theme Park or National Park
Forrest Gump (1994)

What Forrest describes as the happiest moment of his life takes place in the National Mall, a park in Washington D.C. home to iconic monuments like the Lincoln Memorial and the Washington Monument pic.twitter.com/C6iitIhXLl

— Jack Frost (@thehollowhorn) July 13, 2025

Pero lo que sucedió en el Altamont Speedway ese sábado no fue Woodstock. Fue su inversión oscura, su pesadilla gemela. Fue el día en que la música murió, el momento preciso en que los ideales de paz y amor se ahogaron en sangre, caos y desilusión. Fue el día en que un joven afroamericano de 18 años llamado Meredith Hunter fue apuñalado hasta morir a veinte pies de Mick Jagger mientras la banda tocaba «Under My Thumb». Y nadie pudo salvarlo.

El caos logístico: 24 horas para armar un desastre

La primera señal de problemas llegó antes de que sonara una sola nota. El plan original era realizar el concierto en el Golden Gate Park de San Francisco, ese oasis verde perfecto para una celebración al aire libre. Pero la ciudad negó los permisos. Luego consideraron el Sears Point Raceway, pero conflictos de último minuto sobre derechos y dinero lo descartaron también. El 4 de diciembre, apenas dos días antes del evento, Dick Carter ofreció su Altamont Speedway en el este del condado de Alameda.

El lugar era terrible. Un autódromo desolado, desprovisto de árboles o vegetación, con el aspecto industrial de un terreno baldío. Peor aún, el escenario tuvo que construirse apresuradamente en el fondo de una pendiente, apenas un metro de altura, lo que permitiría que el público lo rodeara completamente. Edward Herbert Beresford «Chip» Monck, diseñador de escenarios de la gira, sabía que era un desastre esperando explotar, pero no había tiempo ni recursos para cambiarlo.

«En Altamont, era una agrupación completamente diferente. Era tan despreocupada, incluso en su cortesía, que siguió su propio camino. No sé cómo se formó ni por qué existió. No tengo ni idea. Lo que era algo agradable, después de que todo terminara, fue que la enfermedad de Altamont se quedó allí. Pareció convertirse en parte de la propiedad; no volvió a escaparse a las presentaciones en conciertos ni a las reuniones. Una nube permanente parece cubrir ese lugar», explicó Monck -posteriormente- en una entrevista.

No había baños suficientes, aproximadamente una sexta parte de los necesarios para una multitud de ese tamaño. No había carpas médicas adecuadas, ni comida, ni agua. El autódromo estaba junto a la autopista Interstate 580 de ocho carriles, cuyo rugido contaminaría la música todo el día. Los vecinos del lugar no fueron notificados y resultaron hostiles con los fans melenudos que invadieron su propiedad. Y para colmo, muchos consumían libremente LSD adulterado mezclado con vino Red Mountain.

Los Hells Angels como «seguridad»: una decisión fatal

Los Stones querían evitar la presencia policial. Tenían sus razones: una serie continua de arrestos por drogas y la creencia de que los policías arruinarían el ambiente contracultural. Necesitaban seguridad alternativa, y alguien sugirió a los Hells Angels. El capítulo de San Francisco había manejado seguridad en eventos anteriores, incluyendo el legendario Human Be-In de enero de 1967. Funcionaba como folclore: guardianes forajidos protegiendo a su propia gente.

Pero el capítulo que llegó a Altamont era diferente. Más joven, más volátil, más violento. Y la compensación propuesta era ridícula: 500 dólares en cerveza. Para cuando comenzó el concierto, aproximadamente 100 Hells Angels rodeaban el escenario bajo, muchos ya borrachos, armados con tacos de billar recortados con peso añadido para golpear.

Los Hells Angels antes de los Rolling Stones aparecieron en el Altamont Speedway para el concierto gratuito que encabezaron en 1969. Foto: William L. RukeyserLos Hells Angels antes de los Rolling Stones aparecieron en el Altamont Speedway para el concierto gratuito que encabezaron en 1969. Foto: William L. Rukeyser

El día amaneció frío, se calentó al mediodía, y volvió a congelarse cuando cayó la tarde. Las 300.000 personas que llegaron al lugar se apretujaban hombro con hombro en las colinas, sin estructura, sin orden, sin supervisión real. Grace Slick de Jefferson Airplane lo recordaría después: «Las vibras eran malas. Algo era muy peculiar, no particularmente malo, solo muy peculiar. Era ese tipo de día brumoso, abrasivo e inseguro. Esperaba las vibras amorosas de Woodstock, pero eso no me llegaba«.

Violencia desde el primer acorde: cuando la música se detuvo

Santana abrió el show ante una multitud ya caótica. Los Hells Angels, borrachos y drogados, peleaban con fans, a veces conduciendo sus motocicletas directamente hacia la gente. Cuando Jefferson Airplane subió al escenario, el cantante Marty Balin intentó detener una pelea y fue golpeado hasta quedar inconsciente por uno de los motociclistas. La banda se detuvo, el público gritaba, el caos escalaba.

Durante el set de Crosby, Stills, Nash & Young, Stephen Stills fue repetidamente apuñalado en la pierna con un rayo de bicicleta afilado por un Hell Angel frenético. Los Grateful Dead, principales organizadores del evento gratuito junto con los Stones, tomaron la decisión más sabia del día: se negaron a tocar. Jerry García y compañía presenciaron el caos, vieron la paliza a Balin, y simplemente se marcharon.

Los Hells Angels pelean con tacos de billar,  ppuños y cuchillos durante el Altamont Speedway Free Festival, el 6 de diciembre de 1969. Foto: John Springer/CorbisLos Hells Angels pelean con tacos de billar, ppuños y cuchillos durante el Altamont Speedway Free Festival, el 6 de diciembre de 1969. Foto: John Springer/Corbis

Para cuando los Rolling Stones finalmente aparecieron al anochecer, la atmósfera era tóxica. Mick Jagger, deslumbrante en su camisa con alas de murciélago, había sido golpeado en la cabeza por un fan segundos después de aterrizar en helicóptero. Visiblemente intimidado, urgió a la multitud: «Solo mantén la calma ahí adelante, no empujes». La banda comenzó con «Jumpin’ Jack Flash», luego intentó «Sympathy for the Devil», pero tuvieron que detenerse cuando estallaron peleas al pie del escenario.

El asesinato de Meredith Hunter: 18 años, un traje verde lima y toda una vida por delante

Meredith Hunter había llegado al concierto con su novia, Patti Bredehoft, en el Mustang beige champagne del novio de su madre. Era un joven afroamericano de 18 años de Berkeley que amaba a los Stones. Ese día vestía un traje verde lima pálido y sombrero. Durante la tarde, la pareja había sido atemorizada por la presencia de los Hells Angels. Fueron incontables las veces que debieron huir de los motociclistas que hacían rugir sus Harley-Davidsons en el festival.

Meredith Hunter, con su traje verde lima pálido, momentos antes de ser asesinado por Alan Passaro y otros Hell Angels en el Altamont Speedway Free Festival. Foto: Rolling Stones (Gimme Shelter)Meredith Hunter, con su traje verde lima pálido, momentos antes de ser asesinado por Alan Passaro y otros Hell Angels en el Altamont Speedway Free Festival. Foto: Rolling Stones (Gimme Shelter)

En algún momento de la tarde, Hunter volvió al auto y sacó una pistola calibre .22 Smith & Wesson de cañón largo con tambor azul acero del maletero. «Es solo para protegerme. Se están poniendo muy malos», le dijo a Patti, refiriéndose a los Hells Angels. «Están empujando gente fuera del escenario y golpeando a la gente». Antes le había dicho a su hermana Dixie: «Ya sabes lo que les pasa a las personas que se ven como nosotros».

Durante «Under My Thumb», Hunter intentó acercarse al escenario con otros fans. Un Hells Angel lo agarró de la oreja y el cabello, riendo a carcajadas porque las acciones de Hunter le parecían ridículas. Lo arrancaron del parlante y lo tiraron al suelo. Cuando intentó levantarse, el motociclista lo golpeó en la boca. Hunter trató de escapar hacia la multitud. Varios Hells Angels saltaron del escenario y lo persiguieron, rodeándolo. Lo golpearon, lo patearon en la cabeza múltiples veces.

Fue entonces cuando Hunter sacó el revólver y lo levantó en el aire. Patti gritaba que no disparara. El Hells Angel Alan Passaro, de 21 años, lo apuñaló en la espalda. Luego otros se unieron. Lo apuñalaron en el cuello, en la cabeza, de nuevo en la espalda. Le arrancaron la pistola de las manos. Todo ocurrió a veinte pies del escenario, iluminado por las luces del show, capturado por las cámaras de los hermanos Maysles que estaban filmando la gira.

Meredith Hunter fue declarado muerto en el lugar. Tenía 18 años.

Tres muertes más y 850 heridos: el recuento final de un trágico festival

El asesinato de Hunter no fue la única tragedia de ese desgraciado día. Dos jóvenes de Berkeley fueron atropellados y muertos por un conductor que huyó mientras estaban sentados junto a una fogata al costado de la carretera después del concierto. El conductor nunca fue identificado. Un hombre se ahogó en un canal de riego después de consumir LSD y lanzarse por un tobogán improvisado a pesar de las advertencias.

El recuento final de heridos es desconocido, pero se estima en más de 850. Los Hells Angels golpearon a docenas con sus tacos de billar, muchos sufrieron fracturas de cráneo. Una chica sufrió una fractura craneal casi fatal por una lata llena de cerveza arrojada por alguien en la multitud. Cientos de autos fueron abandonados, muchos robados y luego dejados cuando se quedaron sin gasolina durante el atasco de tráfico de seis horas después del concierto.

Mick Jagger y los Rolling Stones durante el Altamont Rock Festival en Livermore, California, mientras los Hells Angels cruzan el escenario durante una pelea para ayudar a sus compañeros motociclistas. Foto: APMick Jagger y los Rolling Stones durante el Altamont Rock Festival en Livermore, California, mientras los Hells Angels cruzan el escenario durante una pelea para ayudar a sus compañeros motociclistas. Foto: AP

Los Rolling Stones completaron su set sin saber que alguien había muerto. Keith Richards sería relativamente optimista sobre el show después, llamándolo «básicamente bien manejado, pero mucha gente estaba cansada y algunos temperamentos se alteraron». Pero la realidad era innegable: Altamont había sido una catástrofe de planificación, ejecución y humanidad.

El documental, el juicio y las consecuencias

Las cámaras de Albert y David Maysles habían capturado todo. El documental «Gimme Shelter», estrenado en 1970, hace chocar el idealismo de Jagger antes del show («Esto podría ser realmente algo hermoso») contra el caos y la carnicería que realmente ocurrieron. La película muestra a Jagger viendo el metraje del asesinato en una sala de edición meses después, su rostro retorciéndose en incomodidad visible.

Alan Passaro fue arrestado y juzgado por asesinato en 1971. Después de 17 días de testimonio, un jurado de ocho hombres y cuatro mujeres deliberó durante 12.5 horas. Passaro fue absuelto por defensa propia después de que el documental mostrara a Hunter levantando el revólver. Nunca se mencionó que Hunter había sido brutalmente golpeado y perseguido antes de sacar el arma, ni que era un joven afroamericano rodeado por motociclistas blancos en 1969.

De izquierda a derecha: Los miembros de los Rolling Stones Bill Wyman, Charlie Watts, Mick Jagger, Mick Taylor y Keith Richards el 7 de mayo de 1969. Foto: PA WireDe izquierda a derecha: Los miembros de los Rolling Stones Bill Wyman, Charlie Watts, Mick Jagger, Mick Taylor y Keith Richards el 7 de mayo de 1969. Foto: PA Wire

La revista Rolling Stone publicó cuatro artículos devastadores sobre Altamont entre enero y abril de 1970, describiendo el evento como una mezcla de «egoísmo diabólico, hype, ineptitud, manipulación de dinero y una falta fundamental de preocupación por la humanidad». Lo llamaron «el peor día del rock and roll de todos los tiempos».

Los Stones, a través de un abogado, enviaron a la familia Hunter diez mil dólares varios meses después, lo que la hermana de Meredith, Dixie Ward, describió como «una suma muy nominal». Hasta el día de hoy, los Stones nunca han hablado con la familia Hunter. El nombre de Meredith nunca se dice en voz alta en «Gimme Shelter».

El fin de los sesenta: cuando el sueño se convirtió en pesadilla

Altamont fue todo lo contrario a Woodstock. El lugar donde se buscaba la paz y libertad, terminó siendo gobernado por el caos y al locura. Expuso el mito de la hermandad contracultural, revelando líneas de falla de violencia, tensión racial, fricción de clase y arrogancia fallida. El fotógrafo de TIME, Ethan Russell, presente en medio del terror, lo llamó después «el toque de muerte del sueño de paz y amor».

Don McLean lo inmortalizaría en su canción «American Pie» de 1971, refiriéndose al evento en uno de sus versos: «Y mientras lo veía en el escenario / Mis manos estaban apretadas en puños de rabia / Ningún ángel nacido en el infierno / Podría romper ese hechizo de Satanás… El día que murió la música».

El festival reunió alrededor de 300.000 personas. Sin embargo, lo que comenzó como una fiesta musical terminó en toda una tragedia. Foto: William L. RukeyserEl festival reunió alrededor de 300.000 personas. Sin embargo, lo que comenzó como una fiesta musical terminó en toda una tragedia. Foto: William L. Rukeyser

El festival sirvió como una advertencia: los sueños utópicos del rock exigían mucho más que fe, requerían estructura, previsión, humanidad y respeto por la multitud. Los años sesenta no terminaron con una flor detrás de la oreja. Murieron bajo la sangre manchada, los ideales golpeados y el optimismo fracasado de Altamont. Un joven de 18 años en traje verde lima fue a un concierto de rock y nunca volvió a casa. Y con él murió algo más grande: la ilusión de que la música por sí sola podía salvar al mundo.

Redacción

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