De lavar copas a ser el barman de Messi y servir a los reyes de España: la historia de Ramiro Ferreri

Ramiro Ferreri comenzó a trabajar en un bar de su ciudad cuando aún era un niño. Pero no por placer, sino por la necesidad de ayudar a su familia.

Sin embargo, a medida que crecía, el trabajo relacionado con las copas le empezó a gustar y, a pesar de que intentó seguir una carrera universitaria, finalmente se convirtió en barman profesional.

Así, logró alcanzar un puesto alto en una compañía de eventos de Buenos Aires, donde manejaba la barra, pero luego renunció para apostar a un emprendimiento propio de tragos. Lo que jamás pudo ni siquiera pensar es que tendría tal éxito que su servicio sería contratado por Lionel Messi, los reyes de España y muchas otras celebridades.

Tanto ha crecido su empresa que, ahora, tiene filiales en Punta del Este y en Mallorca. Desde la capital de Argentina, donde pasa la mayor parte del año, Ramiro le contó los detalles de su historia a Clarín.

Sus inicios en Saladillo y las idas y vueltas a la gran ciudad

Ramiro Ferreri nació hace 40 años en Olavarría, pero se considera de Saladillo, ya que cuando tenía solo 3 años, su papá, quien era vidriero, vio una oportunidad laboral en esta ciudad y se mudó con la familia.

Ramiro Ferreri, de niño, junto a su hermana. Foto: Cortesía Ramiro Ferreri

Su infancia transcurrió normal hasta los 13, momento en el que, a causa de la separación de sus padres, tuvo que salir a buscar trabajo.

Como las oportunidades de empleo no abundaban, tomó lo primero que encontró: lavacopas en un bar.

En ese lugar, aunque no era el ámbito en el que soñaba trabajar, pasó mucho tiempo y desempeñó varios roles, ya que, debido a su desparpajo, era muy bueno para relacionarse con los clientes.

«En el bar laburé durante todo el secundario. Me perdí los cumpleaños de 15 y otras fiestas porque tenía que trabajar. Pero me iba bien, siempre era el que más vendía. De lavacopas pasé a la barra y también trabajé como mozo y organizador de salas», contó al iniciar la videollamada con Clarín Ferreri, a quien basta verlo unos segundos para comprobar su carisma.

En las noches, entonces, Ramiro se la pasaba entre botellas, copas y bandejas. De día, no obstante, aprovechaba su tiempo libre para asistir a clases de teatro, actividad que realmente le apasionaba.

«Mi verdadero sueño era ser actor», reconoce el hoy barman profesional, a la par que recuerda que Saladillo fue la primera ciudad en hacer cine con vecinos.

Ramiro Ferreri, de joven, junto a su madre. Foto: Cortesía Ramiro Ferreri

Así pasaron los años de adolescencia de Ferreri, hasta que llegó el momento en el que terminó el secundario y tenía que decidir qué hacer con su vida.

No le fue fácil tomar una decisión, pues las recomendaciones familiares estaban divididas. Mientras que su hermana mayor y su madre lo instaban a seguir una carrera, su padre, quien se había convertido en un importante empresario de la industria del vidrio, si bien no se oponía a que estudie, le decía que trabajando se podía llegar muy lejos.

«Mi viejo había empezado como lustrabotas y logró tener una distribuidora de vidrio muy grande. Siempre me contaba su historia para inspirarme, y me decía ‘con la caradurez y el trabajo se avanza‘», detalló Ramiro, quien claramente se vio reflejado en el caso de su papá.

En principio, terminó primando la opinión paterna, por lo que el joven se mudó a buscar trabajo a la Ciudad de Buenos Aires, donde vivió en la casa de unos amigos. Sin embargo, al no poder conseguir empleo y ante la insistencia de su hermana, finalmente se fue a La Plata para seguir la carrera de Periodismo.

El propio Ramiro reconoció que esta decisión estuvo motivada por sus ganas de vivir una experiencia distinta más que por sus deseos de estudiar. Este hecho, sumado a una fea situación que vivió, lo hizo regresar a Saladillo antes de lo imaginado.

«Duré dos semanas, porque, además de que no me gustaba el estudio, un compañero de la pensión me robó todas mis cosas», explicó entre risas el protagonista.

Por tanto, cuando todavía tenía 18 años, Ramiro volvió a su ciudad. Allí, siempre acordándose del consejo de su papá, comenzó a trabajar en un servicio de gestoría que tenía su mamá. A la noche, como antes, se desempeñaba en la barra de un bar.

Además, por si lo anterior fuera poco, aprovechando su facilidad para relacionarse con la gente, vendía viajes de egresados. Y menos mal que también se dedicó a ello, pues gracias a ese trabajo conoció a alguien que lo impulsaría a mudarse de vuelta a la capital, donde le esperaba un destino inimaginable.

Los comienzos como barman en Buenos Aires

En las reuniones por su empleo de vendedor de viajes para chicos, Ramiro Ferreri se hizo amigo de una persona de Buenos Aires que lo invitó a trabajar en boliches de la Capital.

Ramiro Ferreri comenzó trabajando en boliches de CABA. Foto: Cortesía Ramiro Ferreri

Sin pensarlo, quizás respondiendo a su tipo de personalidad, el joven aceptó la propuesta y volvió a a la gran ciudad.

Allí, empezó a trabajar en distintas discotecas, y pronto se enamoró de la noche porteña. «Me parecía que estaba en Hollywood», recordó a Clarín.

Asimismo, contó que en esas barras fue cuando realmente aprendió la profesión en la que se destaca actualmente. «Me di cuenta de que, en realidad, no sabía nada de tragos, de que existían muchas clases de bebidas. Ahí aprendí qué era ser barman«.

Sin embargo, nuevamente, pegaría un volantazo en su vida, ya que al poco tiempo renunció a sus trabajos en boliches para irse un mes a Uruguay con su entonces novia.

Al volver, por supuesto, las barras de los clubes nocturnos ya no lo estaban esperando. Pero la experiencia adquirida en ellas le permitió que una importante empresa de eventos lo contratara para un acontecimiento en el que cantó Ricky Martin.

Llegada la fecha, Ramiro fue a trabajar a aquella fiesta, a la que recuerda haber asistido con zapatos prestados, pues no tenía propios. Poco importó esto último: su labor fue tan buena que la compañía volvió a requerir sus servicios en seis oportunidades más.

Finalmente, una cuota de azar lo iba a ayudar de nuevo. En uno de esos eventos, el encargado de la empresa se ausentó y Ferreri, siempre propositivo, se ofreció a ocupar el rol. La jefa de la organización se lo permitió y, tras ello, otra vez, quedó sorprendida por cómo había trabajado, por lo que decidió contratarlo de manera fija.

La historia del saladillense volvería a escribirse. Se mantuvo a cargo de la barra por varios años, durante los que aprendió muchas cosas y terminó por decidir que ser barman era lo suyo, a pesar de sus sueños de adolescente.

«Cuando empecé, armaba los tragos, hacía los pedidos, convocaba a los equipos de trabajo, etcétera. Y todavía me faltaba una banda, no sabía qué era una caipiriña, pero por suerte siempre me explicaron. No pensaba que iba a dedicarme a eso, mi sueño seguía siendo ser actor», le dijo a Clarín Ramiro, quien además recordó que hacia tragos con nitrógeno, por lo que tuvo que tomar clases de química.

Antes de fundar RF, Ramiro Ferreri trabajó como jefe de barra en un otra empresa. Foto: IG (ramiro_ferreri)

Con el paso del tiempo, y a pesar de que nunca estudio nada relacionado con la profesión, la habilidad y el desenvolvimiento de Ferrari lo convertirían en un barman profesional, muy reconocido dentro de la compañía.

Sin embargo, la estabilidad no parecía ser lo suyo, ya que, al quinto año como empleado, decidió dejar el puesto y apostar todo a un proyecto personal.

Una apuesta arriesgada: el nacimiento de su empresa

Luego de dejar la empresa de eventos, junto a otros exempleados de esta, Ferreri formó su propio emprendimiento de barra de tragos.

Todos estos bármanes, y en especial Ramiro, eran muy buenos en lo que hacían, y además les habían quedado los contactos de los clientes que conocieron en la compañía. Sin embargo, tenían el problema de que no estaban registrados como una sociedad, por lo que a los interesados les costaba confiar en ellos.

Fue la caradurez de Ferrari, de nuevo, la que impulsaría el crecimiento del grupo. Un amigo que vivía en México precisaba adquirir buena ropa argentina para revender en aquel país, y le pidió ayuda a Ramiro. Él, que no tenía contactos en ese ámbito pero que sí se animaba a hacerlos, fue a hablar con el dueño de una famosa marca de indumentaria.

Por esas cosas inexplicables del destino, mientras Ferreri intentaba persuadir al empresario para el negocio, la mujer de este le comentó que se iban a casar. En ese instante, el saladillense no perdió el tiempo y le dijo que tenía un emprendimiento que podría servirles para la ocasión.

Luego de ver el presupuesto, el futuro matrimonio aceptó que Ramiro y sus amigos se hicieran cargo de la barra del evento, que se desarrollaría en un lujoso hotel. Como en toda oportunidad que había tenido hasta el momento, Ferrari dejó encantados a todos los asistentes de la fiesta y, a partir de allí, su servicio se volvió muy requerido.

Dos semanas después, fueron contratados como barra permanente de otro prestigioso hotel, donde se mantuvieron por 7 años. En 2013, finalmente, junto a un socio, Ramiro constituyó legalmente la empresa, a la que le colocó su nombre y que hoy es conocida como RF.

Ramiro Ferreri junto a su equipo de trabajo. Foto: IG (ramiro_ferreri)

A partir de entonces, el grupo empezó a ofrecer un servicio completo, que incluía desde bármanes hasta bacheros, lo que lo distinguía de otras compañías.

«Lo que diferencia a mi empresa es la puesta en escena, los detalles: hielos de distinto tipo, vasos elegantes, flores. Nos comparamos con organizaciones internacionales que se dedican a lo mismo y nos damos cuenta de que no tienen un servicio tan variado como el nuestro», explicó Ferreri.

Por este motivo, el emprendimiento de amigos tuvo un rápido crecimiento, aunque estos jamás se imaginaron las sorpresas que el futuro les depararía.

La expansión internacional y un casamiento inesperado

En 2015, cuando su compañía ya era bastante conocida, su dueño decidió ir a veranear a Punta del Este para conocer el lugar y tratar de abrirse puertas allí.

Tantos contactos se trajo que, al año siguiente, su empresa fue contratada para manejar la barra en eventos de famosos, entre ellos Ezequiel «Pocho» Lavezzi y Marcelo Tinelli.

«A partir de entonces, todos los veranos nos vamos a Punta del Este, donde tenemos una sede, para servir en fiestas en Navidad, Año Nuevo y en las primeras semana de enero», le contó Ferreri a Clarín, para explicar como aprovechó las oportunidades en el país vecino.

Ramiro Ferreri prestó servicios de barra para evento de «Pocho» Lavezzi. Foto: Cortesía Ramiro Ferreri

Cuando parecía que no podía irle mejor, la compañía sería contratada para una fiesta que, esta sí, sería difícil de superar.

A principios de 2017, una organizadora de eventos le pidió presupuesto para un evento que se realizaría en Rosario, pero no le reveló quienes serían los protagonistas. Como ya era costumbre, Ramiro pasó lo que pretendía cobrar, se lo aceptaron, y pensó que se trataba de una celebración más, parecida a las tantas en la que había estado.

En el mismo año, Lionel Messi dio a conocer que se iba a casar, y Ferreri estaba desesperado por ser él quien le organizara la barra. Lo que no sabía el saladillense ni sus amigos era que ya estaban contratados.

«Fui a una reunión por el contrato que había firmado en el verano de ese año, y ahí me dijeron que se trataba del casamiento de Messi. No lo podía creer. Armé una ‘selección de bármanes‘ y los convoqué a un asado para contarles la noticia… ¡No sabés lo que fue cuando se enteraron!», recordó con emoción.

En lo referente al día del casamiento, que se llevó a cabo el 30 de junio, Ferreri contó que se instaló un tiempo antes en la ciudad del 10, para no dejar ningún detalle librado al azar. También destacó la exclusividad del evento y, por supuesto, su encuentro con el astro del fútbol.

«Lo acercó a la barra el Pocho Lavezzi, quien ya me conocía. Lionel saludó a todo el equipo, uno por uno. También le servimos tragos a Neymar, Dani Alves, Puyol y ‘Lucho’ Suárez«, detalló, con indisimulable felicidad.

Tras la boda de Messi, continuarían las buena noticias para Ramiro. En 2022, abrió una sucursal de la empresa en Palma de Mallorca. Gracias a esta pata europea, el saladillense pasa al menos tres meses de cada año en tierras españolas, donde tuvo la oportunidad de servir tragos, entre otras personalidades, a los reyes de España, Felipe VI y Letizia.

Además, Ferrari recibió propuestas para abrir su compañía en Miami, aunque no aceptó aún. Por si fuera poco, desde hace un tiempo, hace viajes a distintos países de Latinoamérica para dar charlas sobre la profesión y su negocio.

Actualmente, se encuentra trabajando en el laboratorio de bebidas que abrió en el barrio de La Paternal, Buenos Aires. Es que ahora, gracias a los avances tecnológicos y a su conocimiento de química, prepara los tragos antes de la fiesta.

«Meto el vino en un máquina de cocción lenta, en dos horas lo tengo listo y lo pongo en bolsas de vacío», ejemplificó consultado al respecto.

Su bebida preferida, agregó, es un trago inventado por él mismo en ocasión del aniversario del barrio porteño de Retiro.

«Se llama ‘Martini Retiro’ y lo diseñé para los 325 años del barrio Retiro, de donde es mi novia. Le propuse a la gente de la comuna hacer un cóctel especial para servir gratis la noche del aniversario en todos los bares de la zona. Lo hago con gin, sake (una bebida japonesa), lemongrass y eucalipto, y se sirve en una copa de Martini con hielo», especificó con entusiasmo.

En la semana en la que conversó con Clarín, Ramiro tenía que brindar servicios en 29 eventos, entre ellos la mega boda de una pareja paraguaya en Punta del Este a la que asistieron más de 800 invitados.

Antes de finalizar la charla, el barman dejó una primicia, que revela que no está dispuesto a detenerse: el año que viene, su compañía abrirá sus puertas en Ibiza.