La actriz y cantante Ángela Torres conmovió al público con una dura confesión durante una entrevista con la periodista María Laura Santillán. Por primera vez, habló en profundidad sobre el trastorno alimenticio que atraviesa desde la infancia, una problemática que, según explicó, se originó en la exposición mediática temprana y en las críticas constantes hacia su cuerpo. Su relato, crudo y honesto, abrió un debate urgente sobre la presión estética en el mundo del espectáculo y el impacto emocional que genera en quienes crecen frente a las cámaras.
Durante la entrevista, Ángela contó que comenzó a trabajar siendo muy chica y que, desde ese momento, su cuerpo se convirtió en un tema de conversación pública. “Desde muy chiquita se habló de mi cuerpo públicamente y me lastimaron mucho”, expresó con visible emoción. Relató que comentarios aparentemente “inocentes”, burlas y opiniones no solicitadas sobre su apariencia se fueron acumulando a lo largo de los años, dejando marcas profundas que aún está aprendiendo a gestionar.

Uno de los episodios más traumáticos ocurrió en su adolescencia: mientras hacía zapping, se encontró con un programa de televisión donde se burlaban abiertamente de su físico. “Decían que era gordita y enana”, recordó. Aquel momento, que definió como un quiebre emocional, desencadenó inseguridades y una relación conflictiva con la comida y con su propia imagen. Con el tiempo, ese malestar derivó en un trastorno alimenticio que la acompañó en silencio durante años.
La confesión de Ángela Torres de cómo ha sufrido la exposición por sus cambios de físico
Ángela también habló de las consecuencias psicológicas de crecer bajo el escrutinio público. Confesó que, durante mucho tiempo, “construyó una personalidad en base a la mirada de los otros” y que llegó a perder el sentido de quién era realmente. Fue recién cuando inició terapia que pudo enfrentar el dolor acumulado y empezar a reconstruir su vínculo consigo misma. “Estoy aprendiendo a quererme. Me cuesta mucho, pero estoy trabajando en eso todos los días”, sostuvo con sinceridad.
La artista afirmó que su relación con la comida sigue siendo una batalla cotidiana, aunque destacó la importancia de rodearse de profesionales y afectos que la acompañan en el proceso. Al compartir su experiencia públicamente, dijo, busca romper el silencio que todavía rodea a los trastornos alimenticios y ayudar a quienes atraviesan situaciones similares. También remarcó que no es necesario cumplir con ciertos estereotipos para sufrir este tipo de problemas: “A veces tu cuerpo no responde a los parámetros de la fama, y eso también duele”.
Su testimonio generó una ola de apoyo en redes sociales y en el ambiente artístico. Colegas y seguidores destacaron la valentía de abrir una conversación incómoda pero necesaria, que expone los efectos reales de la presión estética y la irresponsabilidad con la que muchas veces se opina sobre cuerpos ajenos.

